La Voz de Asturias

Una autora en lucha contra el olvido

Cultura

B. Blasco Redacción
La poeta, prosista, ensayista y periodista rumana Ana Blandiana, Premio Princesa de Asturias de las Letras 2024, participa este lunes en la Fábrica de Armas de La Vega en un encuentro con alumnado de 3º y 4º de la ESO y de Bachillerato

Para Ana Blandiana, criada en la Rumanía de la posguerra y la dictadura de la esfera soviética, el recuerdo es un acto de desafío y de preservación de la identidad

24 Oct 2024. Actualizado a las 15:35 h.

Ana Blandiana, Premio Princesa de Asturias de las Letras 2024, es una de las figuras más destacadas de la literatura rumana contemporánea, una voz que ha resonado con fuerza en el panorama cultural europeo y más allá. Su obra poética, narrativa y ensayística ha estado marcada por su resistencia ante la opresión política, su exploración del poder de la palabra en tiempos de censura y su profundo compromiso con la libertad.

A lo largo de su carrera, Blandiana ha sido no solo una creadora de versos líricos de enorme belleza y profundidad, sino también una activista incansable, enfrentando las dictaduras, la represión y el autoritarismo, primero en su país natal y después en Europa.

Para comprender a fondo la obra de Ana Blandiana, es esencial situarla en el contexto histórico en el que nació y se desarrolló. Nacida el 25 de marzo de 1942 como Otilia Valeria Coman en Timisoara, en el oeste de Rumanía, Blandiana creció en un país bajo la férula soviética.

Tras la Segunda Guerra Mundial, Rumanía cayó bajo la órbita de la Rusia de Stalin y, en 1947, se estableció un régimen comunista que ejercería un control férreo sobre todos los aspectos de la vida, incluida la cultura.

Durante los años 60 y 70, el inefable Nicolae Ceaucescu asumió el poder, convirtiéndose en una de las figuras más temidas de la historia del comunismo europeo. Su régimen fue conocido por la brutalidad con la que reprimió cualquier disidencia, y la censura se extendió por todo el país. En este entorno sofocante, los escritores y artistas se vieron obligados a autocensurarse o arriesgarse a la persecución, el encarcelamiento e incluso la muerte.

Fue en este escenario donde Ana Blandiana comenzó su carrera literaria, emergiendo como una de las pocas voces que desafiaron abiertamente al régimen. Desde joven, mostró una inclinación por la poesía como una forma de expresar su visión del mundo, su espiritualidad y su deseo de libertad.

De forma paralela a la represión franquista en España, en Rumanía se consideraba que las palabras podían convertirse en armas y por lo tanto se ejercía una censura que a menudo carecía de la inteligencia suficiente para apreciar libertadas soterradas bajo el discurso aparente.

Así, ella aprendió a usar el lenguaje de manera sutil, evocadora y, a menudo, simbólica para sortear la censura y llegar a sus lectores con mensajes que iban más allá de lo que las palabras parecían decir en la superficie.

Los inicios

Los primeros trabajos estuvieron marcados por una profunda conexión con la naturaleza y la exploración del alma humana. Su poesía inicial, publicada en las décadas de 1960 y 1970, estaba llena de imágenes bucólicas y simbolismos que, aunque no abiertamente políticos, ya contenían los primeros indicios de su futura postura contra la opresión.

El paisaje rural, las estaciones del año y las relaciones entre los seres humanos y su entorno natural dominaban su obra. Esta inclinación por la naturaleza no era solo una elección estilística, sino también una forma de escape de la realidad política. Para muchos, la naturaleza representaba un espacio de libertad en un mundo donde todo lo demás estaba bajo el control del régimen.

La poeta, prosista, ensayista y periodista rumana Ana Blandiana, Premio Princesa de Asturias de las Letras 2024, participa este lunes en la Fábrica de Armas de La Vega en un encuentro con alumnado de 3º y 4º de la ESO y de BachilleratoJ.L. Cereijido | EFE

Uno de los libros más representativos de esta etapa es Primavara (Primavera, 1964), donde la autora presenta una poesía lírica, cargada de imágenes sobre la renovación, la vida cíclica y el despertar. La primavera, como símbolo de esperanza y renacimiento, era una metáfora potente en un tiempo en el que los rumanos sufrían bajo la opresión política. Su poesía de esta época no confronta directamente al poder, pero su tono espiritual y su énfasis en el individuo y la naturaleza ya mostraban una preocupación por la libertad del ser humano.

En estos primeros trabajos, también se muestra como una escritora profundamente influenciada por la tradición mística y filosófica. Sus poemas son, en muchos casos, reflexiones sobre el significado de la existencia, la muerte, el amor y el tiempo. La simplicidad de sus imágenes y el tono introspectivo de sus versos la posicionaron rápidamente como una de las poetas más originales de su generación.

Otra vuelta de tuerca

A medida que la dictadura de Ceaucescu se endurecía, Blandiana comenzó a adoptar una postura más crítica en su obra. En 1984, su poema Totul (Todo) fue interpretado como una crítica directa al régimen, lo que llevó a que fuera prohibida temporalmente en los medios de comunicación de Rumanía. El poema, aunque ambiguo en su forma, fue leído como un desafío a la omnipresencia del estado totalitario, en el que el «todo» estaba controlado, desde la vida privada hasta la pública.

Después sería censurada varias veces a lo largo de los años 80, especialmente tras la publicación de su volumen Somnul din somn (El sueño dentro del sueño, 1981), en el que la autora utiliza el sueño como una metáfora de la alienación y la sumisión bajo el régimen dictatorial. En este período, su poesía adquirió un tono más oscuro y crítico, donde los símbolos se convirtieron en una forma de subversión frente a la censura.

Lo que distingue a Blandiana de muchos otros poetas contemporáneos es su capacidad para transformar lo personal en político sin caer en el proselitismo. Su poesía nunca se reduce a simples consignas políticas, sino que utiliza el lenguaje simbólico, las metáforas y las imágenes líricas para criticar de manera profunda y resonante los mecanismos del poder autoritario.

En un régimen donde cada palabra podía ser motivo de persecución, su habilidad para comunicar mensajes poderosos a través de un lenguaje aparentemente inocente la convirtió en una figura clave en la lucha por la libertad de expresión en Rumanía.

El coraje de la escritora no solo se reflejó en su poesía, sino también en su activismo. En 1989, tras la caída y asesinato del dictador en la revolución rumana, ella fue una de las fundadoras del Grupo para el Diálogo Social, una organización dedicada a promover la democracia y los derechos humanos en Rumanía postcomunista. Este compromiso con la libertad y la justicia social se ha mantenido a lo largo de su vida, convirtiéndola en una figura emblemática tanto dentro como fuera de su país.

Después de la caída del viejo y anquilosado régimen, Blandiana continuó siendo una voz influyente en la literatura rumana y europea. Con el fin de la censura, sus escritos adquirieron un nuevo nivel de apertura y profundidad, explorando temas como la memoria histórica, la verdad y la reconciliación. Una de sus obras más destacadas en este período es el libro Fals tratat de manipulare (Falso tratado de manipulación, 2013), una meditación sobre la verdad y el engaño en la vida política y social de Rumanía.

En su poesía posterior, Blandiana se enfrenta a las heridas del pasado, pero también a las nuevas formas de alienación que trae consigo la modernidad. A pesar de la caída del comunismo, Rumanía ha seguido enfrentando desafíos políticos, sociales y económicos, y ella ha seguido utilizando su arte para reflexionar sobre estos problemas. En su obra más reciente, la naturaleza sigue siendo una presencia constante, pero ahora se yuxtapone con imágenes de decadencia y pérdida, un reflejo del desencanto con el mundo moderno.

Uno de los temas recurrentes en esta nueva fase es la idea de la memoria como una forma de resistencia. En poemas como los que componen su colección Variaciones sobre un tema dado (2018), explora cómo el acto de recordar, tanto a en el ámbito personal como colectivo, es una manera de mantener viva la verdad frente a las distorsiones del poder. Para ella, el olvido es una forma de sumisión, mientras que el recuerdo es un acto de desafío y preservación de la identidad.

A lo largo de su carrera, Ana Blandiana ha sido galardonada con numerosos premios literarios, incluyendo el Premio Herder (1982), el Premio Europeo de Poesía y el Premio Griffin en 2017. Su trabajo ha sido traducido a más de 25 idiomas, lo que le ha permitido alcanzar una audiencia global. Pero más allá de los premios y reconocimientos, lo que realmente define a la autora rumana es su inquebrantable compromiso con la verdad, la libertad y la dignidad humana.

Hoy en día, sigue escribiendo y participando en debates públicos sobre los problemas que enfrenta su país y el mundo. Su capacidad para usar la poesía como una herramienta de resistencia y transformación continúa inspirando a generaciones de lectores y escritores. En un mundo donde las palabras aún pueden ser usadas para manipular y controlar, la obra de Ana Blandiana sigue siendo un recordatorio del poder del arte para desafiar la opresión y ofrecer esperanza en tiempos difíciles.

Su legado no es solo el de una gran poeta, sino también el de una activista comprometida, una intelectual crítica y una defensora de los derechos humanos. A través de sus versos, ha logrado trascender las barreras del tiempo y el espacio, convirtiéndose en una voz universal de la resistencia poética.

Ana Blandiana ha demostrado a lo largo de su vida y obra que la poesía puede ser una fuerza poderosa contra la opresión y la injusticia. Desde sus inicios bajo la dictadura comunista hasta su reconocimiento internacional en la era postcomunista, ha utilizado el poder de la palabra para desafiar a los tiranos, preservar la memoria y abogar por la libertad. En sus poemas, los lectores encuentran no solo belleza y lirismo, sino también una profunda reflexión sobre el ser humano, la sociedad y el poder.

En un contexto cada vez más dominado por el ruido mediático, las fake news, el iliberalismo y la superficialidad, la voz de Blandiana sigue siendo una llamada a la reflexión, al cuestionamiento y, sobre todo, a la esperanza de que, incluso en los tiempos más oscuros, la palabra poética puede iluminar el camino hacia la libertad.


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