¿Qué hace un ciclista como tú en un museo como este?
Cultura
El programa «La Obra Invitada» exhibe en el Bellas Artes el óleo de 1910 «El campeón», obra del avilesino Nicolás Soria
19 Apr 2018. Actualizado a las 13:53 h.
Lo habitual en los museos de bellas artes son figuras mitológicas, santos y vírgenes, reyes, héroes, políticos o anónimas figuras en estampas más o menos pintorescas. Pero los deportistas no son habituales en el panteón artísico de las grandes pinacotecas. Y menos aún, los ciclistas con sus bicicletas. Desde hoy, el Museo de Bellas Artes de Asturias constituye la excepción. Hasta el próximo 5 de agosto, la sala 20 en la primera planta del edificio de la ampliación acogerá como obra invitada El campeón, un óleo del avilesino Nicolás Soria (1882-1933), una imagen tan épica y brava como la de cualquier militar en retrato ecuestre, salvo que en este caso el héroe lo es por su esfuerzo físico y su montura funciona a pedales.
La pieza llega al Bellas Artes gracias a la generosidad de los descendientes de Soria, quien a su vez provenía de una familia de artistas. Su nombre brilló en las primeras décadas del siglo XX en el mismo contexto en el que lo hicieron Evaristo Valle, Nicanor Piñole, Mariano Moré o Paulino Vicente, estos últimos más coétaneos. Formado en la Escuela de Artes y Oficios de Avilés y posteriormente en la Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado de Madrid, como sus hermanos, sus hermanos fue participante habitual en las Exposiciones Nacionales, en las que ganó diferentes medallas y varias menciones honoríficas. Fue también Impulsor del Centro de Estudios Asturianos en 1920 y ocho años más tarde ocupó el puesto de Académico correspondiente en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
El campeón se encuadra en la parte de su producción más personal, en la que abundaron los retratos familiares. El ciclista es, de hecho, su hermano menor, Manuel, ataviado con el maillot de la Casa San Román de Barcelona, y sujetando su bicicleta. La figura reposa apoyada en ella, con un sugestivo paisaje de rocas y nubes tras él. En el momento en el que fue pintado el cuadro, la práctica de deportes como el ciclismo formaba parte de los nuevos hábitos de la burguesía asturiana, que encontró en este tipo de actividades físicas una forma tanto de esparcimiento como de lucimiento social.
La de Nicolás Soria es la decimocuarta obra que llega al Museo de Bellas Artes de Asturias desde que en octubre de 2013 se activara el Programa 'La Obra invitada', concebido con el objetivo de exponer en el Museo, durante un periodo aproximado de tres meses, destacadas obras procedentes de coleccionistas particulares o de otras instituciones nacionales e internacionales que contribuyan a reforzar el discurso de la colección permanente, bien porque posibiliten cubrir lagunas que en ella puedan detectarse o bien, como sucede en este caso, porque permitan profundizar en aspectos ya contemplados por la colección. En torno a ella se desarrollará, como es habitual, un programa de actividades que engloba desde visitas guiadas y talleres para familias a una conferencia que permitirá contextualizarla dentro de la producción de su época.