Santi Cazorla brinda por el 2025 con La Voz de Asturias: «Este año y medio en el Oviedo es lo más bonito que me ha pasado»
Azul Carbayón
Entrevista en exclusiva con el capitán y líder del Real Oviedo, que a sus 40 años ha llegado al parón de Navidad como uno de los futbolistas más utilizados por Javi Calleja
27 Dec 2024. Actualizado a las 12:46 h.
Mucho de lo sucedido en el Real Oviedo los últimos doce meses no se entiende sin Santi Cazorla (Fonciello, Lugo de Llanera; 1984). Casi todo, bueno. Desde la ilusión despertada en la capital del Principado al récord de abonados, pasando por ese mes de junio mágico en el que, sin tener una presencia sobre el césped tan relevante como la actual, su figura estuvo presente y sobresalió por encima del resto en escenarios como el Carlos Tartiere, Ipurua y Cornellá. Líder a sus 40 años recién cumplidos de toda una entidad que busca regresar a Primera División, LA VOZ DE ASTURIAS, en exclusiva, charla con el capitán del Real Oviedo de lo vivido durante este 2024 que ya acaba, lo que está viviendo esta temporada y lo que está por vivir en 2025.
—Descansó ante Zaragoza y Córdoba. ¿Cómo está?
—La verdad es que se me complicó un poco el pisotón. El pisotón en sí no es que fuese de mucha gravedad, pero contra el Granada forcé un poco y entre la anestesia y tal lo que compensé con el pie en sí lo noté con unas pequeñas molestias musculares. El parón me vendrá de lujo para recuperarme y volver de las vacaciones al mejor nivel.
—¿Contra el Granada le volvieron a pisar?
—Fue todo un poco. Llegaba con dolor, porque los puntos del pie me molestaban mucho con la presión de la bota y con los golpeos, era muy difícil jugar sin protegerlo mucho o anestesiarlo. Y luego es verdad que durante ese partido me pegaron una patada en la zona esa de la herida, donde tenía el derrame, y al final del partido pues ya sufrieron otras zonas.
—Lo de jugar con dolor no es nuevo para usted.
—Este año la verdad es que nada, eh. Estaba súper bien, más allá de las típicas sobrecargas por la carga de partidos o por algún césped un poco pesado. Como cualquier otro compañero, vamos. Este año estoy muy bien en general, no tengo dolores musculares y ojalá en la segunda vuelta me sienta igual de bien que en la primera.
—¿Qué hace para mitigar esas pequeñas molestias rutinarias y estar preparado para el día a día?
—Hago un poco de todo. Estoy con los fisios del club, me ayuda Edu (Eduardo Álvarez Gil, fisioterapeuta mierense, ex del Manchester City y muy ligado a David Silva) e intento ir muchas tardes al gimnasio para fortalecer. La clave de este año fue hacer la pretemporada y el tener tiempo de sobra para ponerme al mismo nivel que mis compañeros. Eso me ha ayudado muchísimo.
—¿Se cuida mucho más ahora que antes?
—Uno de los cambios que más noto, también del año pasado a este, es regular las cargas de entrenamiento. A mí me encanta entrenar y no me gusta quedarme fuera, pero esta temporada estoy siendo más consciente de lo que me aconsejan los médicos, que siempre me dicen que lo agradeceré. Lo ideal es llegar lo mejor posible al fin de semana y regularme de lunes a viernes, estamos yendo todos de la mano y lo estamos gestionando bien. Adoro entrenar, pero uno ya tiene una edad [risas].
—¿Es consciente del rendimiento que está dando a sus 40 años?
—Te mentiría si te dijese que no lo esperaba. El año pasado fue frustrante, porque quería aportar, pero no pude jugar mucho por el tema del sóleo. Había llegado tarde a la pretemporada y lo arrastré todo el curso. Siempre tuve en mente sumar al equipo como lo estoy haciendo ahora. Este año es diferente, cuanto más compito, mejor me encuentro. Y a estas edades, cuando te lesionas, más te cuesta volver.
—¿Está siendo este año y medio lo más meritorio de su carrera?
—Más que meritorio, diría que es lo más bonito que me ha pasado. Tenía miedo a no dar el nivel en mi casa, es una realidad, pero también pensaba que si me respetaban las lesiones podía ayudar a mi equipo. Por eso decidí volver.
—Lo miré esta semana: Pepe Reina, Raúl Albiol y usted, los únicos que siguen en activo de la España que ganó la Eurocopa en 2008.
—Te iba a decir que Jesús (Navas) hasta este diciembre también, pero claro Jesús en la Euro del 2008 no estaba. Pues bueno, es un motivo de orgullo, claro. Que de esa generación tan buena quedemos esos tres es bonito. Hablo mucho con Pepe (Reina) y ya desde hace años me dice que a ver cuándo nos retiramos, que somos muy pesados. Yo le dije que cuando se retire él me retiro yo y ahí seguimos los dos. Con Albiol también tengo una gran relación. La verdad es que alargar tu carrera todo lo que puedas es un lujo maravilloso, tengo esa suerte.
—Volvamos al Oviedo. A nivel futbolístico, ¿en qué nota más que está mejor físicamente que el curso pasado?
—El repetir esfuerzos, sin duda. La acumulación de minutos hace que cada vez esté más preparado para afrontar la intensidad de los partidos. La temporada pasada, con Luis (Carrión), entraba muchas más veces desde el banquillo y me costaba coger el ritmo de los partidos. Mismamente no me veía capacitado para jugar un partido entero. Esta temporada es otra cosa y cuando estás mejor en lo físico, la cabeza y el pie también mejoran.
—¿Y su rol dentro del campo? ¿Era diferente el Cazorla de Carrión al Cazorla de Calleja?
—Parecido, ¿no? Los dos me dan mucha libertad y quieren que esté en contacto con el balón. Esta temporada, al estar mejor, puedo acompañar más al punta a la presión y el curso pasado esperaba más atrás. Pero vamos, aunque parta de la media punta, el míster (Calleja) me da libertad para bajar a la primera línea en los inicios de juego, lateralizando y ayudando a sacar el balón. Lo hago con toda la tranquilidad del mundo, no estoy encorsetado. Luego sin balón también tengo un rol y lo puedo ejecutar mejor que el año pasado, claro.
—Tenía mucha confianza con Carrión. ¿Debatían con naturalidad el cómo gestionar sus minutos?
—Hablaba mucho con él, sí. Teníamos una relación increíble y el tener 40 años hace que priorice lo colectivo antes que lo individual. Hace unos años nunca le hubiese dicho a un entrenador que no me pusiese a mí y sí a otro compañero porque sabía que estaba más preparado para afrontar un partido. Ahora sí. Quiero lo mejor para el equipo y si yo soy importante pues fenomenal, pero sí, la temporada pasada tuve muchas conversaciones con Carrión en las que tenía dudas de si ponerme a mí o a otro compañero, me preguntaba y yo le respondía con franqueza.
—¿Cómo vivió la salida de Carrión? Usted le agradeció en público su labor.
—Fue difícil. Por todo. Para empezar, por cómo perdimos el ascenso en el último partido. Con Luis tenía una gran relación, no solo en lo profesional, también en lo personal. Nuestras mujeres hicieron buenas migas y nuestras hijas también se hicieron amigas. Intenté ayudarle, también cuando decidió irse a Las Palmas. Hay que verse en su pellejo, aunque ahora a toro pasado la gente diga que se equivocó. Siempre le desearé lo mejor, creo que aquí dejó huella en poco tiempo porque hizo las cosas muy bien. Si hubiésemos ascendido, estoy convencido de que se hubiese quedado mucho tiempo en Oviedo. Sigo hablando con él y tiene muchas ganas de visitar la tierrina, al final todo esto forma parte del fútbol. Pero sí, fueron momentos complicados.
—Dos momentos difíciles del curso pasado. El primero, cuando en la penúltima jornada ante el Andorra tuvo que ser sustituido a la media hora.
—Estuve jodido, sí. Ya iba muy al límite por semana y acabé el partido anterior con el Espanyol muy castigado, con dolores en el tendón de Aquiles. Había llegado con una microrrotura en el aductor y del esfuerzo me compensó por el otro lado. Recuerdo que, por semana y entrenando, el dolor era insoportable, pero creía que era el momento de forzar y de ayudar porque ganar al Andorra era clave para estar en el playoff. Hablé con Carrión y le dije que iba a intentarlo, pero al final perjudiqué más al equipo porque, más allá de mi lesión, el míster tuvo que hacer un cambio a la media hora y eso siempre condiciona. Después de esa lesión ya se me complicó el final de temporada y era consciente de ello.
—Cornellá, 23 de junio de 2024.
—Un día complicado, pero también bonito. Bonito porque hacía muchísimo tiempo que el Real Oviedo no se veía en una situación así, aunque está claro que a nadie le gusta quedarse a las puertas de un ascenso. Lo que se vivió fue increíble. Fíjate que igual hubiese preferido ir a Cornellá con 0-0 en la ida que con 1-0. Inconscientemente, el equipo se vio con un marcador a favor y te sale protegerlo, y en cinco minutos malos el Espanyol te ganó la eliminatoria. Eso nos sirve para aprender también, por si esta temporada nos vemos en otra parecida.
—¿Se vio en Primera con el gol de Masca?
—Ese 2-0 si hubiese cambiado muchísimo el asunto. Ahí nos vimos todos cerca, pero fue 1-0. Siendo 1-0, ya te digo que hubiese preferido el 0-0. Contra el Eibar en la semifinal fuimos con ese resultado a Ipurua y los que especularon fueron ellos, y eso no es bueno nunca. Contra el Espanyol eso nos pasó factura.
—¿En qué momento decidió que seguía un año más?
—El día de Cornellá lo acabé de decidir. En general me encontré bien durante la temporada, más allá de esas lesiones, y estaba disfrutando muchísimo. Hablé con el presi y me dijo que decidía yo. Lo hablé con mi familia y lo tuve claro. Después de Cornellá me sentí más en deuda todavía, quería ayudar al equipo e intentarlo un año más. Estar en casa es una decisión fácil y en eso estamos.
—Real Oviedo 24/25. Aunque fuesen escenarios diferentes, ¿temió vivir con Calleja lo que vivió con Carrión? Les une una relación personal.
—Cuando un entrenador es destituido una gran culpa, no sé si mucha o toda, es porque los jugadores no estamos dando el nivel. El míster se sentiría culpable por algunas cosas cuando los resultados no acompañaban, pero yo también. Y más cuando tengo una gran relación con él.
—Primera vuelta con gran puntuación, pero los momentos malos han sido muy malos.
—Creo que mantuvimos la calma, hablé mucho con el míster aquellos días y le comenté cómo era el club y la ciudad. Estaba claro que tras rozar la Primera la exigencia iba a ser muy alta, pero el míster (Calleja) lleva mucho tiempo en el fútbol y más o menos le dimos la vuelta a la situación. Hay que tener calma, tranquilidad y estar unidos, porque esto va a ser largo.
—Siempre le han considerado buen compañero, pero aquí es un líder total. ¿Ha cambiado en algo el Cazorla de vestuario?
—Hago lo que he hecho siempre, de verdad. No he cambiado demasiado. Sí que es verdad que los compañeros, por mi trayectoria y por estar en mi casa, igual me ven como un líder y tal. Yo lo que siempre intento es quitarles presión dentro del campo. Lo hablo mucho con Seoane o Sebas (Moyano), que me decían que cuando yo estoy en el campo les libero de responsabilidad. Yo también les digo que eso no es del todo bueno para ellos, porque tienen calidad de sobra para dar pasos al frente y liderar a un equipo con aspiraciones. Pero eso, intento ayudarles y liberarles.
—Y lo está logrando.
—En el día a día pues intento ser la persona que siempre he sido. Intento transmitir alegría y tranquilidad, que me vean como un compañero más y ya, no como alguien diferente por venir de donde vengo. Tenemos un grupo humano increíble y me encuentro genial con todos.
—Tras el partido en Zaragoza, usted alabó públicamente el partido de Quentin Braat.
—Es que es un tío espectacular. No es fácil para un portero volver a jugar tras mucho tiempo sin hacerlo, porque lo cierto es que Aarón (Escandell) está haciendo una temporada tremenda. Quentin se vio relegado y eso nunca es fácil, porque además entrena siempre al 100%. Desde el banquillo vi cómo encajó ese primer gol y cuando llegamos al descanso prácticamente se le caían las lágrimas en el vestuario, porque sabía que era una buena oportunidad para demostrar que estaba preparado. Darle la vuelta en el segundo tiempo, tras ese penalti que hizo y que luego paró, tiene mucho mérito y se lo quise reconocer. Gracias a él también se ganó ese partido, tuvo grandes intervenciones y con el pie demostró mucha personalidad. Los compañeros estamos, sobre todo, para apoyar en los malos momentos.
—Tiene una relación especial con Álex Cardero.
—Hablo mucho con él. Lo tengo al lado en el vestuario y me pide opinión para todo, ya lo hacía incluso cuando estaba cedido en el Arenteiro. Siempre he intentado ayudarle y el camino es hacer lo que hizo el otro día en Zaragoza, atreverse a hacer cosas valientes y sin complejos. Tiene calidad para ello, para ser futbolista. Le salga bien o mal, cuando juegue tiene que verse que se quiere comer el mundo. Seguro que será un jugador importante esta temporada.
—¿Cómo está viendo la evolución de Jaime Vázquez?
—Hablé mucho con Jaime después del partido en Elche. Llevo mucho tiempo en el fútbol y pasé momentos como el que le tocó a él tras lo de Elche. Es algo normal, vamos. Jugar siendo muy joven, destacar varios partidos y que la prensa y la gente te ponga como un central que ya puede ser titular en un equipo como el Oviedo y luego tienes un día malo y para esa prensa o esa afición ya no vales. Ni una cosa ni la otra. Cuando eres joven te puede afectar porque no estás acostumbrado a la crítica, y pasar de las flores a lo otro no es fácil. Intenté aportarle calma, decirle que esto va a así y que le hará ser más fuerte el día de mañana. Pero vamos, Jaime es un chaval que de cabeza está muy bien amueblado. El chaval estaba hundido después de Elche, pero es que ese día no tuvo un día bueno nadie, no solo Jaime. Intentamos hablar con él y acepta a la perfección todo tipo de consejos, gracias a eso será mucho mejor futbolista.
—Más allá de los partidos, desde fuera se ve a un Santi Cazorla disfrutar de cada entrenamiento.
—Lo disfruto mucho porque sé que me queda poco y porque estoy en mi casa. Cuando uno está en casa y lleva tanto tiempo esperando vivirlo, disfrutas de todo. Es que disfruto el trayecto por la caleya de El Requexón, cada vez que paso por ahí me acuerdo de cuando era un niño alevín o infantil e iba a jugar y a entrenar. Vuelvo a tener esa sensación de niño, esa ilusión de niño. Ahora lo estoy viviendo como profesional y soy un afortunado. Y por suerte, desde que he llegado nos han pasado cosas bonitas.
—Disfruta por la caleya excepto cuando se cruza con otro coche y toca dar marcha atrás.
— [Risas]. Tal cual, menos mal que al menos cuando vamos a entrenar, al ser muy pronto, no nos cruzamos con casi nadie. También te digo, es otra cosa a la que te acostumbras ya desde muy joven en la caleya, eso que nos llevamos. Ahí aprendes o estás jodido.
—¿El partido que más hayas disfrutado desde que volvió al Oviedo?
—Hubo varios. Sobre todo, disfruto jugando en casa. Jugar en el Tartiere es algo increíble y ya el día antes siento ese cosquilleo por jugar en casa. El año pasado, por ejemplo, me encontré muy bien contra el Racing, por decirte uno que igual la gente no se espera. Jugué como titular por primera vez en mucho tiempo y aunque no ganamos me sentí muy bien. Jugué 90 minutos después de muchísimos meses, encima.
—El gol de Ferrol. El primer gol.
—Tenía dudas de que pitase el penalti. Hasta que el VAR diese el ok no me fiaba, porque siempre nos pasa algo con el tema de los penaltis. Una vez pitado me mentalicé, empecé a concentrarme por dónde podía tirarlo, aunque más o menos siempre lo tengo claro. Se me pasaron muchos momentos por la cabeza, pero me lo tomé con tranquilidad. Sí era consciente de que estaba viviendo, o de lo que podía vivir, mejor dicho: un momento especial con esta camiseta. Por suerte acabó bien y sirvió para abrir el marcador, además.
—No fue en el Tartiere, pero al menos su familia estaba presente. Y mucho oviedista en las gradas de A Malata.
—Gente del Oviedo hay en todos lados, eso es verdad. Yo no sé cómo lo hace la gente [risas]. Pero sí, Ferrol queda cerca y era un viaje bonito, así que ahí estaba mi familia. También fue especial por eso, aunque sigo esperando en que llegue pronto el del Tartiere.
—En la grada visitante de A Malata estaba Enzo Cazorla. Usted es jugador del Real Oviedo y padre de canterano del Real Oviedo. ¿Cómo lo lleva?
—Lo estoy disfrutando mucho porque Enzo se está empapando de lo que es el oviedismo. Al final nació en Castellón, ha vivido muchos años fuera y prácticamente no sabía lo que era y cómo se vivía el Oviedo. Siempre le hablaba de cuánto deseaba jugar en el Oviedo y él no me entendía, claro. Me preguntaba muchísimas veces que por qué me quería retirar en el Oviedo, que no lo entendía. Ahora ya no me lo pregunta, claro. Ahora está aquí, ve lo que hay y ya está enamorado de todo esto.
—¿Cómo lo ve desde fuera?
—Estoy muy orgulloso de él. Intento tranquilizarle, que disfrute del camino que está viviendo. Tampoco es fácil para él el volver a casa tras 15 años fuera, pero creo que ya está adaptado y lo veo mucho más cómodo en todos los sentidos. No me deja retirarme, siempre me dice que un año más, un año más, así que aquí estamos, intentando hacerle disfrutar.
—¿En la grada guarda un perfil bajo?
—Soy muy tranquilo, sí. Nunca le digo nada, si tal pues la mítica charla ya en el coche, de camino a casa, pero nada más. Lo que sea si puedo ayudarle, pero durante el partido estoy callado. No me gustan esos padres que están todo el día dando indicaciones y que no le dan libertad al guaje. Los padres, muchas veces, restamos en vez de ayudar.
—¿En esos viajes en coche le pregunta él o habla usted?
—Qué va, él no me pregunta. Y luego es el primero que me critica cuando hago algo mal en los partidos [risas]. «Papá cómo pudiste fallar ese pase» o «pero en esa jugada cómo no tiraste». Discutimos en plan bien, con ese respeto de padre a hijo. Yo tengo 40 años y él 15, aquí quien tiene margen de mejora es él.
—La última, la más típica. ¿Qué le pide Santi Cazorla al 2025?
—Volver a estar cerca de Primera División. Y, evidentemente, conseguirlo. Ojalá se pueda vivir algo parecido a lo del año pasado, pero con un final mejor. Aunque ver de nuevo a la ciudad y a la afición ilusionada ya es algo significativo y valioso. Conseguirlo sería el colofón a todo este sueño.