La Voz de Asturias

Abel Bretones: «Jamás pensé que iba a vivir del fútbol»

Azul Carbayón

Pablo Fernández
Abel Bretones celebra su gol al Barça

La Voz de Asturias entrevista al lateral izquierdo langreano, titular indiscutible en Primera División con Osasuna tras ser traspasado por el Real Oviedo después de 86 partidos con la camiseta azul

15 Oct 2024. Actualizado a las 09:06 h.

En noviembre de 2022, ya asentado como lateral izquierdo del Real Oviedo de Álvaro Cervera y recién renovado por el club azul, Abel Bretones (La Felguera, 2000) concedió a LA VOZ DE ASTURIAS su primera entrevista como profesional. Después de dos temporadas de confirmación en Segunda División, un sueño rozado con la yema de los dedos en Cornellá y un traspaso de casi tres millones de euros, el ahora lateral izquierdo -titular- de Osasuna se vuelve a sentar con LA VOZ DE ASTURIAS para hablar de todo lo vivido y de todo lo que está viviendo. 

—Cuánto ha cambiado todo desde aquella primera entrevista, ¿no?

—Pf, pues la verdad es que sí. No solo desde aquella entrevista, ya desde que fiché por el Real Oviedo en enero de 2022. Ahí cambió mi vida, el Oviedo cambió mi vida, y el resto pasó muy rápido. El ascenso con el Vetusta, la pretemporada con el primer equipo, la renovación de tres años en noviembre… Y ahora mira.

—¿Se imaginaba estar hablando en un parón de selecciones?

—Qué va. Es que en 2021 estaba ascendiendo con el Langreo B a Tercera División. Es decir, en la 20/21 yo juego en Regional Preferente. ¿Cómo me voy a esperar todo esto? Y ni mucho menos estar aprovechando un parón de selecciones porque precisamente estoy jugando en Primera División.

—El otro día Dani Rodríguez, jugador del Mallorca, explicaba que debutó en Segunda con 28 años y que a esas alturas ya no se esperaba llegar al fútbol profesional.

—Yo jamás pensé que iba a vivir del fútbol. Incluso cuando ya estaba en el Vetusta. Al Real Oviedo llegué en mi penúltimo año Sub-23 y con el filial en Tercera, así que tenían que pasar muchas cosas y en muy poco tiempo. Acabó siendo así, pero es que ni me lo planteaba. La idea que estaba así un poco en el aire era jugar en Segunda RFEF, fuese en Asturias o fuera. Y ya se vería.

—Y mire ahora.

—Es que con 21 años estaba jugando con mis amigos en regionales, en el Langreo B. Era así.

—Ya hablamos alguna vez de esto: llegar al fútbol profesional sin pasar por División de Honor juvenil ni por Liga Nacional.

—Ni por primera juvenil [risas]. No toqué las primeras tres categorías del fútbol juvenil asturiano. Y mirando para atrás, solo jugué en primera categoría en infantiles, con el Alcázar.

—Y en un sitio como Asturias, que Real Oviedo y Sporting arrasan con todo.

—Claro. En Asturias, si eres bueno, es rarísimo que no hayas pisado ni Oviedo ni Sporting. Hasta cadetes puede haber casos, en juveniles ya es raro. Yo, salvo cuando el Oviedo me quiso en benjamines y no pude ir porque ya había firmado la ficha con el UP Langreo, nada. Es que ni la selección asturiana pisé. Nunca.

—En la 21/22, justo antes de llegar al Oviedo, no era titular en Segunda RFEF.

—Con 18 años estaba entrenando con el UP Langreo B y jugando en segunda juvenil. Después empecé a entrenar con Hernán, me fue subiendo y luego firmé un contrato de varios años. Pensaba que al estar en dinámica del primer equipo muchos meses el siguiente curso (19/20) ya me iba a asentar, pero nada. 20 minutos contra el Internacional de Madrid, eso fue lo único que jugué con Dani Mori. En la 20/21 jugué algo más, aunque seguía siendo jugador del filial, y luego ya llegó la 21/22, donde tampoco era titular. Y no me arrepiento de nada de todo esto, porque todo eso que viví es parte de lo que soy ahora. Sin ir más lejos, Ricardo Terente, el entrenador con el que ascendimos a Tercera cuando estaba en el Langreo B, vino a verme contra el Leganés en mi debut en Primera División. Sigo teniendo muy buena relación con él.

—Volvamos a la actualidad. ¿Cómo son estas semanas de parón internacional en los clubes?

—Bueno, tienes un par de días extra para descansar y hacer alguna escapada [risas]. A nivel puramente de entrenamiento no hay mucha diferencia a una semana normal, al menos en Osasuna, porque solo son tres los internacionales: Bryan Zaragoza, Boyomo y Budimir. Son semanas normales, solo que más centradas en pensar en nosotros como equipo y no tanto a preparar un partido en concreto.

—Pintaba a Almería en enero, pero al final fue Osasuna en julio.

—En enero el interés del Almería fue muy fuerte, sí. Yo firmé la renovación con el Oviedo en abril, aunque ya estaba pactado que si no se ascendía la cláusula se quedaba en tres millones para facilitar un futuro traspaso. Si hubiésemos ascendido con el Oviedo, la cláusula subía a diez millones y me hubiese quedado. Cuando pasa ese mercado de invierno, Osasuna aparece, aunque se paró un poco todo cuando Arrasate anunció que se iba. Imagino que ahí se centraron en el míster nuevo, pero luego retomaron la comunicación. Braulio y Cata -director deportivo y secretario técnico de Osasuna- me transmitieron muchísima confianza y eso para un jugador como yo es fundamental.

—¿Tuvo alguna oferta más al margen de la de Osasuna?

—El Betis hizo una oferta, sí, pero si te soy sincero pues no me interesó. Ahí ya veía que Osasuna iba en serio y estaba convencido.

—¿Cómo es Osasuna?

—No me ha costado nada adaptarme porque esto no deja de ser el norte y, aunque Pamplona tiene sus diferencias con Oviedo, en el fondo se parecen. Osasuna es un club muy familiar, muy cercano. Te lo ponen muy fácil y se demuestra desde el primer entrenamiento. Todo esto también explica la buena época que está atravesando Osasuna, porque cuando llegan los momentos jodidos, que ya los tuvieron, se confía en lo que hay y esa unión se nota.

—Leí el otro día que la mayoría de los entrenamientos en Tajonar son a puerta abierta.

—Es verdad, es verdad. Cuando fiché por Osasuna vine a Pamplona la semana antes de incorporarme a los entrenamientos, porque la pretemporada ya había empezado, pero yo tenía unos días más de vacaciones. Fui a hacer el reconocimiento médico y tal y ya me dijo el de prensa que todos los entrenamientos, menos uno, son a puerta abierta. Ese uno es en El Sadar y ahí aprovechamos para hacer estrategia. Cuando no hay cole vienen muchísimos niños, pero en días laborables normales se está muy tranquilo.

Abel Bretones, en el portón de El Requexón en noviembre de 2022Tomás Mugueta

—Braulio Vázquez, director deportivo, dijo el otro día que arrastra una torta importante. Y Vicente Moreno, su entrenador, que todavía no es consciente de su potencial.

—Me lo dice muchísimo [risas]. Y siempre me pasó, eh. En el Oviedo era Jaime (Álvarez) el que me lo decía. Pero bueno, tengo muy buena relación con Braulio, así que es lógico que me lo diga.

—¿Qué le está sorprendiendo de Primera División?

—Más allá de la calidad de todos los jugadores y del ritmo de los equipos, desde el primer momento me llamó la atención la concentración que debes tener para jugar estos partidos. En Segunda fallas e igual en esa misma jugada puedes recuperar y no pasa nada, pero si fallas en Primera es complicado que el rival falle también. Esto lo descubrí en un amistoso, fíjate tú. En pretemporada jugamos ante el Athletic en Barakaldo, y cubriendo a Iñaki Williams me di cuenta pronto de cómo iba esto. En un segundo de despiste, un amago simple, te pilla la espalda y te puede ganar el partido. Y no pasó nada, pero te gana el partido. Iñaki no va tanto al pie como Nico, su hermano, y está todo el día tirándote desmarques. Ese amistoso me marcó muchísimo y me puso las pilas para la Liga.

—¿Un rival con el que se haya enfrentado?

—Pues Carlos Pérez el otro día, mira. Jugador del Getafe. Me pareció muy rápido, no pensé que lo fuese tanto, y luego también lo vi fuerte y trabajador. Me gustó.

—¿Es tan complicado jugar contra el Getafe de Bordalás o es solo una leyenda negra?

—El juego que tienen no es muy vistoso, ya sabes, pero no fue tan exagerado como pintan algunos. Mucho balón largo, disputas, pero en lo que se refiere al otro fútbol que se dice, nada del otro mundo. Se pusieron 1-0 y desde dentro no vi nada extraño de pérdidas de tiempo y tal, nada fuera de lo normal. Incluso empatamos en el segundo tiempo. Me vienen bien ese tipo de partidos, porque es ahí cuando mejoras tu competitividad y trabajas aspectos que otros días no son tan importantes.

—¿Y de sus compañeros con quién se queda?

—Rubén García tiene muchísima calidad. Aimar Oroz lo mismo. Cuando llegué Aimar todavía estaba en los Juegos Olímpicos, y el primer día que entrenó con nosotros es que no perdía un balón. Boyomo, por ejemplo, que jugué contra él el año pasado con el Oviedo y tampoco me fijé demasiado, pero muy bien.

—Dos goles lleva en Osasuna... los mismos que en dos años y medio en Oviedo.

—Y el doble que la temporada pasada [risas].

—Cuando marcó su primer gol al Celta mucha gente pensó en aquel Eldense-Oviedo.

—Es que son dos goles clavados, eh. No finalizo igual, porque en Elda disparé arriba y contra el Celta la cruce. Todo lo demás, el cómo llego y el cómo se desarrolla la jugada, es idéntica.

—Ese gol sus compañeros lo vieron mucho en El Requexón, por semana en los entrenamientos.

—Carrión, sobre todo en los primeros meses, me echaba muchísimas broncas cuando metía esos goles porque me pedía que lo hiciese más veces. “Si quieres vivir de esto hay que hacer más goles”, me decía. Y tenía razón. En general tengo que acabar más jugadas y él ya me insistía en que tenía que tirar para arriba y mirar a la portería rival.

—El gol al Barça ya fue diferente.

—Pues fue una jugada típica, al menos el comienzo. Vas ahí a apretar arriba porque el extremo rival se cierra y buscas acabar jugada y que no transiten. Robé el balón y sabía que si lo controlaba me iban a comer en la presión, así que vi que el balón se quedó bien y no me lo pensé. Empeine total y para allá que fue. Y golazo al Barça [risas].

—Y en la grada Jon Carrera, exjugador del Oviedo y, claro, exdelegado del Vetusta.

—Sé que celebró el gol como el que más. Lo disfrutó mucho y yo con él, claro. Y Jaime (Álvarez) ya me dijo que en cuanto pueda vienen Andrés (Vallina) y él, así que a ver si marco también ese día [risas]. Sigo hablando mucho con ellos, porque la relación que mantenemos es importante para mí. Son las personas que más interés pusieron en que fichase por el Real Oviedo y ahora me ven jugando en Primera División, pues imagina cómo se sienten.

—Ahora Jaime Álvarez entrena en El Malecón, donde marcó su único gol con el Vetusta. ¿Gol o golazo?

—Nada, nada, lo dejamos en gol normal. El portero rival pudo hacer más.

—Aquel fue el último partido que jugó como titular en el Vetusta.

—Me expulsaron por doble amarilla en el 60’ o así. Seguí jugando con el primer equipo y semanas después despidieron a Bolo tras perder en Albacete. Aquel partido jugué algo y cuando íbamos a coger el avión nos escribió Mario Prieto (entonces responsable de la planificación del Vetusta), nos fue buscar a Ranón y tanto Sesé como yo jugamos la segunda parte del Vetusta-Langreo. Esa semana renuevo y firmo mi primer contrato con el Real Oviedo.

—Álvaro Cervera, al igual que Bolo, le empezó a poner de extremo. Incluso por banda derecha.

—El primer partido de Cervera, el Oviedo-Málaga que ganamos con gol de Bastón de penalti, soy titular como extremo izquierda. Después fui suplente contra el Alavés y en la segunda parte juego como extremo derecha, puse tres centros y supongo que al míster le gustó. Ya en el siguiente, también fuera y contra el Villarreal B, titular como extremo derecha. Cervera me decía que me ponía ahí para sacar centros con más facilidad, porque su juego era poner mucho centro y cargar área. La última vez que había jugado de extremo derecho fue en Primera Regional y contra el Gozón, con el Langreo B. Había diferencias, sí.

—Y llegó el famoso Oviedo-Granada.

—Expulsan a Alonso Aceves a la media hora, Cervera me pone de lateral izquierdo y de ahí ya no me muevo más. Me dijo “haz lo que puedas”. Y creo que lo hice, sí.

—Viti, otro extremo reconvertido a lateral y que ahora está en Primera.

—Nada, Viti se ganó con creces estar en Primera División. Como lateral es que hizo una temporada espectacular, tiene mucha carrera por delante ahí. No me lo imaginaba mucho en esa posición porque siempre lo había visto de extremo, pero casi desde los primeros días que lo puso ahí en El Requexón se veía que estaba comodísimo. Para atacarlo y superarlo cuidado, eh. Súper rápido en los primeros metros y cada vez más firme tácticamente, se adaptó a la perfección.

—¿Qué tal fue ese Osasuna-Las Palmas de hace unas semanas?

—Ganamos nosotros, pero fue un partido en el que ellos igual merecieron más. Intercambié la camiseta con Viti, claro. La única que he pillado esta temporada. Bueno no, con Leo Román también.

—Aseguró el tiro, vaya.

—Es que soy muy vergonzoso para esas cosas, mi novia me lo dice mucho. Tengo una estantería para colgar camisetas y tal y solo tengo dos [risas]. Es que me da mucho corte. Contra el Barça, por ejemplo, la de Lamine ya estaba pillada por Bryan Zaragoza. Y en los otros partidos no me salió pedirla a ninguno. Contra el Valencia estuve hablando con Diego López (asturiano, de Turón), que no lo conocía, e igual me arrepiento de no haberla intercambiado con él.

—Jornada 38 de la temporada pasada, Huesca-Oviedo. ¿Se esperaba ser suplente por primera vez en el curso?

—Mmm… Por una parte, no me lo esperaba, pero por otra sí. ¿Por qué no me lo esperaba? Porque lo había jugado todo, Carrión demostró que confiaba mucho en mí y supuse que si me sentaba igual hablaba conmigo para decírmelo. No me dijo nada y me enteré ahí cuando dio la alineación. ¿Por qué me lo esperaba? Porque seguramente no estaba haciendo buenos partidos e igual iba algo justo en lo físico.

—¿Cómo fue el día después?

—La semana posterior al partido en Huesca hablé con Carrión y le pregunté qué tenía que mejorar y en qué me notaba más flojo. Y nada, me dijo que me veía algo cansado y demás, pero que no se acababa ahí la temporada. Tenía razón, porque después pasaron muchas cosas, pero lo cierto es que no volví a jugar como titular en el Oviedo.  

—¿Fue una cuestión física o que simplemente usted no estaba jugando bien?

—En ese momento no me recuerdo tan castigado físicamente como en semanas anteriores. En Alcorcón, por ejemplo, un mes antes, hice un desastre de partido y acabé muerto. Pensé que me podía ventilar, pero no, seguí siendo titular. Cuando lo de Huesca no lo esperaba por lo que te dije antes, Carrión era muy cercano y tal y sí me podía imaginar que hablaría conmigo para explicármelo, pero no fue así.

—¿Carrión habló con usted para prepararle de cara a ese nuevo papel que tenía en el Oviedo?

—No, no. Con el míster nunca volví a hablar así en privado. Domingo (Cisma) sí me preguntó varias veces cómo lo llevaba y tal y hablamos de la importancia que podía tener en las segundas partes, pero nada más. Fue complicado, porque justo dejé de ser titular cuando llegó lo bonito, pero si algo había aprendido era a ser buen compañero. Pomares fue un buen ejemplo, sin ir más lejos. Los compañeros no tienen culpa de que tú estés enfadado, debes seguir entrenando de igual forma y animar durante los partidos.

—¿Cómo gestionó ese nuevo rol?

—Por semana no cambié mucho, no dejé de entrenar al 100%. Me medio adapté a ser suplente, aunque sí es verdad que, tras la vuelta del playoff contra el Eibar, cuando puse el centro del gol a Alemao y creo que en general cuajé una buena segunda parte, esperaba ser titular ante el Espanyol. Cuando salió el once y vi que tampoco ya supuse que no volvería a ser titular aquella temporada. En la ida de la final creo que volví a jugar bien y me hacen la falta que acabó en el gol, pero ya sabía que en Cornellá no iba a ser titular. Lo tenía claro.

—¿Y el Real Oviedo de Javi Calleja? ¿Cómo lo ve?

—Los estoy siguiendo, sí. Este último ante el Almería lo seguí como pude en el móvil, porque estaba en Sevilla y tampoco pude verlo con tranquilidad. Cada vez los veo mejor, porque al principio sacaron 4 puntos sin destacar mucho en el juego, pero ahora ambas cosas van de la mano y el equipo va para arriba. Queda mucho todavía.

—Tras marcar al Barça sus redes sociales se llenaron de mensajes de jugadores del Oviedo.

—Hablé mucho con ellos, sí. Sigo guardando una gran relación con muchos compañeros. Con Colombatto, por ejemplo, cené en el anterior parón de selecciones. Y con Dani Calvo hablé esta tarde mismo. Tengo buena relación con todos.


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