La Voz de Asturias

María Suárez: «Nos hemos creído que podemos ser futbolistas y jugar en el equipo del que somos»

Azul Carbayón

Pablo Fernández Oviedo
María Suárez, en el Carlos Tartiere

La Voz de Asturias entrevista a la directora general del Real Oviedo femenino horas antes del derbi asturiano de Copa de la Reina que se disputará este miércoles en el Carlos Tartiere

10 Sep 2024. Actualizado a las 14:43 h.

Hace poco más de un año, el Real Oviedo dio a luz a una nueva sección y muy poca gente ajena a la entidad -incluidos, por supuesto, la gran mayoría de los oviedistas- fueron conscientes de lo que se hizo en muy poco tiempo. 14 meses después, el Real Oviedo femenino ya tiene una estructura, una cantera integrada en la Escuela Real Oviedo y este miércoles (20:00 horas) su primer equipo debutará en el Carlos Tartiere disputando una eliminatoria de Copa de la Reina ante el Sporting. Y al frente de todo ello, María Suárez (Lugo de Llanera, 1990). LA VOZ DE ASTURIAS entrevista a la directora general del Real Oviedo femenino horas antes de un día histórico para la entidad azul.

—Hace poco más de un año el Real Oviedo la anunció como responsable del equipo femenino.

—Personalmente ha sido uno de los años más importantes de mi vida. Profesionalmente, lo más exigente y bonito a lo que me he podido enfrentar.

—¿Qué se esperaba del cargo?

—Realmente no me esperaba nada, porque ni siquiera esperaba que Martín Peláez me ofreciese este cargo. Simplemente asumí la tarea cuando se me encomendó y luego ya la carga de trabajo y todas las cosas por las que hay que responder día a día te van llevando de la mano. Es tanto lo que me ocupa desde que entré que no pienso en el medio-largo plazo, no en lo personal: el Oviedo ya era un poco mi vida antes, como para mucha gente, y lo único que ha cambiado es que ahora lo es mucho más.

—¿Cómo estaba el Real Oviedo femenino en septiembre de 2023?

—Recuerdo que desde el momento en el que se anuncia públicamente el paso que da el Real Oviedo y el Grupo Pachuca con el femenino hasta el pitido inicial del primer partido de Liga del primer equipo, que serían dos o tres meses, todo ese tiempo pasó volando. A veces lo hablamos entre nosotros, con Marcos -director deportivo-, Gevo -coordinadora de cantera- o el cuerpo técnico del primer equipo, y siempre coincidimos en que no nos damos cuenta de la cantidad de trabajo que se sacó adelante en esos primeros meses. En qué poco tiempo se hizo y de qué manera a pesar ir con meses de retraso a lo que debiera ser una planificación deportiva normal: fue clave la confianza, tanto la que nos dio el club como la que recibimos por parte de las jugadoras y las familias de las más pequeñas. Siempre digo que este trabajo va un poco de apagar fuegos, es lo habitual al trabajar con personas y que tu responsabilidad sea cubrir necesidades y buscar siempre el mejor rendimiento de estas, pero es que lo del verano no era un fuego a apagar, era un incendio. Había que montar de cero un proyecto, y salió adelante porque tanto el capital humano que había como el Real Oviedo eran la mejor garantía.

—¿Qué fue lo más complejo de esos primeros meses?

—Quienes estuvieron cerca de mí saben que lo que me resultó más difícil fue decirles a varias familias que sus hijas no iban a tener cabida. Tuvimos que ser cautos a la hora de dar ciertos pasos porque se tenían que solucionar los temas legales referentes al Oviedo Moderno antes de incorporar a varios equipos en la nueva estructura. Al final solo se inscribió un regional y no pudimos incorporar a todas las infantiles que promocionaban. Eso, decirles que no a esas familias a las que les habíamos pedido tiempo para poder confeccionar todo, fue dificilísimo. Siempre recordaré esa decena de conversaciones, sobre todo las palabras de un padre que fue muy comprensivo con la situación y con el que acabé emocionándome. También es verdad que era la primera vez en la que me enfrentaba a algo así y es natural en el fútbol, pero yo ese año, que sabía que había sido difícil para todas las niñas por la incertidumbre, no quería dejar a ninguna atrás. Fue lo más duro en lo personal.

—¿Recuerda algún día en el que se replantease esta aventura?

—Mmm… no. Creo que no tengo ese carácter que me permita abandonar las cosas, dejarlas a medias o sentir que no se puede y no buscar otras alternativas. Sí es verdad que desde que asumí el cargo, y siendo esa semana que te comenté antes la más difícil a nivel emocional, siempre sientes vértigo. Ese síndrome del impostor famoso y el pensar si estoy preparada o no. Al final intentas ser coherente contigo misma, con lo que sientes que es este club y lo que sientes que es el fútbol femenino. Y pregunto mucho, nunca he querido tomar una decisión sin sopesar siempre mil posibilidades, sobre todo en decisiones de calado como las que hablamos antes. No tomamos ninguna decisión de forma arbitraria o unilateral y ese trabajo en equipo ha sido fundamental. Los clubes de fútbol trascienden a la persona que está al frente.

—Tuvieron que compatibilizar el cargar con la marca Real Oviedo con empezar un proyecto de cero.

—Es complicado, porque ni éramos estrictamente una continuación de lo que había ni tampoco estábamos empezando de cero. Ambas hubiesen sido un error y había que buscar el punto intermedio. Sentar unas nuevas bases profesionales y crear una estructura acorde a un club como el Real Oviedo tenía que ser compatible con entender que no se parte totalmente de cero, que existe un sentimiento de pertenencia al Oviedo Moderno y que hay un trabajo que se ha hecho en las últimas décadas. Respetar esa identidad ha sido clave. Estructuralmente empiezas de cero, pero cuidando que el fútbol femenino en Oviedo es un germen que ya había brotado con el Oviedo Moderno y que se cultivó hace tiempo con el empeño y la personalidad de las que fueron pioneras en el México y el Tradehi. El Real Oviedo es ahora un catalizador de todo ese fútbol femenino que ya estaba en la ciudad y el objetivo es darle el sitio que merece, potenciarlo y profesionalizarlo. Eso es lo que tenemos que intentar nosotras.

—La llaman presidenta, directora general, coordinadora…

—El presidente de todos es Martín Peláez, que además lo ha demostrado con su implicación personal en este proyecto. Yo soy la directora general del femenino, aunque ya han utilizado tantos cargos para referirse a mí que me da un poco igual.

—¿Cuesta hacerse un hueco entre las prioridades del Real Oviedo?

—Creo que al fútbol femenino le cuesta hacerse un hueco en general y que todavía queda mucho por mejorar. Eso sí, si te soy sincera, creo que en las reuniones de la junta directiva no hay distinciones en ese sentido. Son reuniones en las que se pone en común las necesidades de cada área y se hace por igual, la dificultad cuando estás en una estructura tan grande como la de este club está en que todo es importante o urgente, y ahí es donde todas las áreas debemos resolver y aportarnos unos a otros para que salga adelante. Hay gestos visibles como que a la visita a Covadonga el equipo femenino vaya junto al masculino, pero puedo decir que no se queda solo en “gestos”. Y si no lo sintiese así, no podría seguir trabajando con motivación en este proyecto. La apuesta es férrea y se traduce en hechos, y Martín y la filosofía de fútbol femenino del Grupo Pachuca tienen mucha culpa de ello. El femenino tiene su lugar y este miércoles en el Carlos Tartiere se dará otro paso más.

—Una que le hago a cualquier miembro del Real Oviedo. ¿Cómo de importante sería la construcción de la nueva ciudad deportiva?

—Fundamental. Para el club en general, claro, y el femenino es una pata más del club. Nosotras saldríamos beneficiadas de una forma exponencial, creo. Ahora mismo jugamos en San Claudio y es verdad que el césped está muy bien y cumple con los requisitos de la federación, pero no es lo mismo. Al final tienes a tu primer equipo en una tercera instalación y eso siempre es un hándicap.

—¿Cómo es el día a día de la directora general del Real Oviedo femenino?

—Apagar incendios igual es una expresión muy manida, pero es que es un poco eso. Desde que me levanto hasta que me acuesto estoy a disposición de todo lo que pueda surgir. Y siempre surge algo, porque gestionar equipos de personas te exige una implicación personal importante. Y esto pasa en el fútbol y en cualquier otro ámbito. Por las mañanas puedes hacer trabajo de oficina, creando sinergias con otras áreas del club, a las 16:00 horas empieza el entrenamiento del primer equipo y luego llega el trabajo con la cantera. Intentas estar lo máximo posible, aunque muchas veces no sea posible. Pero se intenta. Me encantaría estar en varios sitios a la vez, creo que si pudiera, lo haría [risas].

—Su labor no se diferencia mucho a la de un presidente de un club de fútbol modesto.

—Las estructuras de los clubes de fútbol siempre se quedan pequeñas para la exigencia diaria que hay. Siempre hay que intentar mejorarla y nosotros lo estamos intentando, aunque no puede ser de la noche a la mañana. Eso por un lado. Por el otro está que los que formamos parte de este proyecto no entendemos estar involucrados de otra manera. Todos tenemos unas atribuciones concretas, pero si se necesitan manos para otras cosas tenemos interiorizado que responder a eso es nuestra labor. Tengo la suerte de estar rodeado de mucha gente muy vocacional que siempre hará más de lo que debe sobre el papel porque el proyecto y las futbolistas son nuestro objetivo común.

—La temporada pasada acompañó al primer equipo en todos los viajes de Liga. ¿Cómo fue vivir el fútbol desde ese lado?

—El vestuario es sagrado, ha de tener su idiosincrasia, y los entrenadores tienen que tener su espacio de trabajo al margen del equipo directivo, pero todos ellos han sido generosos conmigo y me han hecho sentirme parte de todo. Y estoy en deuda con todos ellos por eso. Para mí es fundamental poder estar en los entrenamientos, escuchar en las charlas del cuerpo técnico, y comerme las mismas horas de viaje que mis jugadoras. ¿Cómo voy a saber qué sienten ellas, qué se puede mejorar en el día a día, qué supone una victoria o una derrota si no estoy cerca? Por eso hablo de generosidad, porque el estar cerca nunca he sentido que fuese perjudicial, todo lo contrario. Cada uno en su rol, claro, pero hemos sido capaces de generar un sentimiento de equipo y familia tremendo.

—Usted ya era del Real Oviedo antes de asumir este cargo. ¿Eso es mejor o peor?

—Hay que buscar el equilibrio. Hasta donde se pueda. Hay parcelas en las que el sentimiento es necesario y te puede dar en plus, pero hay otros momentos en los que evidentemente debes tener más controlado ese sentimiento. De lo que sí estoy segura es que el oviedismo con el que me he impregnado durante toda mi vida y el haber estado rodeada de mujeres que han peleado desde diferentes ámbitos por el fútbol femenino sí han sido valores importantes: esos sentimientos en mi caso sí me han ayudado a hacer frente a este reto. Yo también fui esa niña que quería jugar al fútbol en su equipo, la diferencia es que ellas, ahora sí que van a poder. El sentimiento es parte del fútbol, es lo que lo mueve, y poder aportar al club por el que siento esas cosas para mí ahora es lo más parecido a lo que sentía esa niña. Si renuncio a él, no sería yo misma ni personal ni profesionalmente.

—¿Qué importancia tiene en el día a día del Real Oviedo femenino el director deportivo Marcos Suárez y la responsable de cantera Gevo Durán?

—Hay mucha gente que ayuda mucho y que es fundamental, pero cuando recuerdo el verano pasado hay conversaciones que marcan. La primera fue con Andrea, entrenadora del primer equipo. Para mí es un pilar fundamental y cuando me dio su sí al proyecto -no se lo esperaba- creo que fue la primera noche que conseguí conciliar el sueño en mucho tiempo. Sabía que elegir a las personas que iban a sacar adelante esto cada día era una de las decisiones más importantes. Lo mismo con Marcos y Gevo.

—Hábleme de ellos.

—A Marcos no lo conocía salvo de un par de ruedas de prensa, pero pronto entendí que ahí había otro pilar. No hay día en el que se estruje la cabeza pensando en cómo podemos mejorar la profesionalidad y el rendimiento de nuestras futbolistas. Es alguien con quien puedo pensar en voz alta, y él conmigo también, y creo que eso lo dice todo. Gevo es el tercer pilar, y es vital. La conocía de haber sido jugadora del Oviedo Moderno, pensé en ella y las referencias no podían ser mejores. Hubo que esperar unas semanas para saber si podía finalmente sumarse al proyecto, pero jamás dudé en esperar lo que hiciese falta, y tenerla en este proyecto es una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida. La cantera es algo fundamental para el crecimiento del club y que Gevo gestione eso en primera persona es un seguro tanto para la marca Real Oviedo como para las familias.

—¿Cuántas ganas tenía el Real Oviedo femenino de jugar en el Carlos Tartiere?

—Muchas. Y te diré que es otro debe, porque ya me hubiese gustado hacerlo el año pasado para agradecérselo a todas las personas que formaron parte del año I. Es muy importante para todas y creo que lo valoraremos con el tiempo. En el Tartiere ya hubo fútbol femenino, pero la primera vez fue a puerta cerrada y se puede decir que fue una experiencia incompleta y la segunda por horarios y fechas no pudo acudir mucha gente. Este miércoles el Real Oviedo femenino juega su primer derbi en el Carlos Tartiere y no solo quiero que sea un reconocimiento al trabajo de ellas, necesito que la afición del Real Oviedo sienta que este equipo femenino también es suyo. Evidentemente eso es cuestión de tiempo, de acercarlo a la gente y de saber transmitir el compromiso y la profesionalidad de nuestras jugadoras. Es nuestra responsabilidad hacerlo ver. El fútbol femenino está creciendo y va a crecer mucho más en los próximos años y es importante la manera en la que el Real Oviedo se ha posicionado: tenemos un activo como club que se revalorizará cada año que pase.

—¿Costó conseguirlo?

—No. Costó bajarlo a la tierra, porque todo tiene sus plazos, pero en el momento en el que se dio el sorteo todos supimos que esta era una buena oportunidad. Llevábamos tiempo en el club pensando que jugar en el Carlos Tartiere se debía hacer sí o sí y que llegue ahora y no más tarde es importante para la confianza en el proyecto. Las propias chicas se lo habían pedido a Martín y sabían que este día iba a llegar, aunque creo que no imaginaban que tan pronto.

—¿Cómo se puede atraer a la gente al fútbol femenino y, a su vez, no quitarle valor?

—El valor está en lo que ahorra cada familia para poder pagar el abono del Real Oviedo. Y dentro de ese valor, para mí tiene que estar el fútbol femenino. El Real Oviedo femenino no puede ser un sobrecoste para el socio. Cuando decidimos incorporar este partido en el Tartiere al abono de cada socio creo que le damos a nuestro proyecto el mayor valor que le podemos dar: ese sentimiento de pertenencia de todos los oviedistas que pagan su recibo y sacan su abono cada año. Por derecho, algún día las mujeres acabarán jugando en estos estadios de manera natural y la política de precios de este partido no podía estar destinada fundamentalmente a generar ingresos -no a costa del socio- sino a sembrar ese camino.

—Durante los ilusionantes últimos meses de la temporada pasada se podía ver por los alrededores del Tartiere a muchísimas niñas con la camiseta del Oviedo.

—Cuando empezaste a hacer la pregunta pensaba que ibas a decir mujeres en general. Y hay datos que así lo refrendan, porque uno ve las cifras de venta de ropa en tienda -35% de aumento en ventas en la línea de mujer, según datos del club-, por ejemplo, y puede palpar que la implicación y el protagonismo de la mujer en el fútbol no para de crecer. Si uno lo nota en mujeres que ya están, imagina en las niñas que están llegando. Hace años hablábamos de esa afición del Oviedo rejuvenecida, la que ahora tira del carro, y creo que ahora, además de una afición diferencialmente joven somos también una en la que la presencia de niñas y mujeres van a ser igualmente diferenciales. Ahora esas niñas que empezamos a ver todos los fines de semana en el Tartiere ya no solo crecen siendo del Real Oviedo, crecen sabiendo que pueden jugar en el Real Oviedo. Realmente nos hemos creído que podemos ser futbolistas y que podemos jugar o trabajar en el equipo del que somos.

—Ya hay muchas niñas con la camiseta de Alexia Putellas o Aitana Bonmatí. ¿Se imagina a niñas del Oviedo con la camiseta de Abi Quiroz o Laurina?

—Me lo imagino, claro que me lo imagino. Y lo que quiero es dejar de imaginármelo y que sea una realidad. De hecho, otra de las propuestas que vamos a implementar este año es que se pueda comprar la camiseta de las jugadoras del Real Oviedo en las tiendas. Esperamos que pronto sea posible. Son muchas las niñas que ya están creciendo viendo a nuestras futbolistas en las peñas junto a los jugadores del primer equipo, nos ven en las firmas en los colegios y ojalá cada vez más a menudo nos vean en el Tartiere.

—La última, la única deportiva. ¿El objetivo de esta temporada es el ascenso?

—El año pasado el objetivo era sobrevivir, básicamente. Montar el proyecto, llegar a tiempo con las inscripciones y construir una estructura. Eso se consiguió, y con creces, porque ponerse la camiseta del Real Oviedo tiene una exigencia implícita y la competitividad de las jugadoras siempre está ahí. El año pasado estuvimos rondando el playoff en una categoría de la que es muy complicado salir, y esta temporada queremos pelear por estar lo más arriba posible desde el principio y, sobre todo, al final. Será un camino largo y duro, pero vamos a por ello. El objetivo tiene que ser devolver al Real Oviedo lo más arriba posible para que de la mano del primer equipo vaya creciendo la cantera. Si cuidamos el presente, garantizamos el mejor futuro.


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