La Voz de Asturias

Riki vuelve al Tartiere: lo que es en Albacete y no pudo ser en Oviedo

Azul Carbayón

Pablo Fernández Oviedo
Riki celebra su gol en el Mirandés-Albacete de esta temporada

El centrocampista ovetense vuelve al Carlos Tartiere convertido en uno de los jugadores claves del equipo revelación de Segunda División. Excompañeros y extrenadores analizan su camino a la élite

25 Feb 2023. Actualizado a las 05:06 h.

Este domingo, Riki Rodríguez (Oviedo, 1997) será visitante en el Carlos Tartiere por primera vez en su carrera. Y lo será con 24 partidos -23 como titular- en sus botas en la presente temporada y convertido en una de las claves de un Albacete inmerso en la lucha por el playoff de ascenso. El camino del centrocampista, eso sí, no ha sido fácil. Riki, repescado por enésima vez para la causa oviedista en el verano de 2019, no encontró su sitio en el Real Oviedo del Cuco Ziganda y tuvo que buscarse la vida lejos de su casa. Este domingo (21:00 horas), el Oviedo de Álvaro Cervera recibe a un oviedista que regresa a su ciudad y a su estadio.

«¿De dónde ha salido este chaval?»

Miguel Pérez Cuesta, Michu, fue la persona que unió los caminos de Marco Sangalli y Riki Rodríguez. El ahora director deportivo del Burgos, secretario técnico del Oviedo entre abril y noviembre de 2019, fichó al extremo donostiarra y repescó del Langreo -club del que también procedía el propio Michu- al centrocampista ovetense, que tenía sobre la mesa una oferta interesante del Celta. Aunque formaba parte de la plantilla del filial, Riki estuvo a las órdenes de Sergio Egea en la pretemporada del primer equipo azul. Y sorprendió a casi todo el mundo. 

«Había escuchado cosas de Borja Sánchez y había visto algo más a Jimmy porque acabó jugando la temporada anterior, pero a los Edu Cortina, Viti, Javi Mier o Lucas no los conocía nada. Y a Riki tampoco, por supuesto. En los primeros días de pretemporada flipé. Recuerdo hablar con Michu y preguntarle de dónde había salido este chaval, que era buenísimo. Todos llegábamos tiesos y Riki cada vez que cogía el balón conducía por dentro y superaba líneas con una velocidad que te quedabas asustado. Aluciné con su nivel, de verdad», recuerda el propio Sangalli, ahora jugador del Racing, para La Voz de Asturias. 

Riki celebra su tanto ante el Sporting BReal Oviedo

Mientras marcaba las diferencias cada vez que jugaba con el Vetusta en Segunda B, a Riki le dio tiempo a debutar en Segunda de la mano de Egea. Ya con Javi Rozada en el banquillo azul, fue titular en el primer derbi de la temporada. Y en el último partido que se jugó con público en el Carlos Tartiere antes de que el coronavirus cambiase el mundo, el ovetense vio una quinta tarjeta amarilla en el derbi de filiales cuya relevancia nadie podría imaginar. El fútbol profesional se reanudó, pero la Segunda B no, así que Riki se quedó atrapado en un limbo legal ya que uno no puede volver a jugar hasta que no cumpla sanción con el equipo con el que vio la última tarjeta. 

Mientras el Oviedo estaba inmerso en una lucha de infarto por salvar la categoría, ya con José Ángel Ziganda a los mandos, Riki solo podía entrenar junto al equipo. «Bromeábamos con el tema y cada vez que volvíamos de un partido él nos decía "pues nada, aquí estoy otra vez, 47 jornadas sancionado. Ni cuando Maradona dio positivo", pero fue algo surrealista», comenta entre risas el extremo donostiarra. «Le decía a Bingen (Arostegi, mano derecha del Cuco) que cómo no se solucionaba el tema, que jugando cada tres días y con los equipos cada vez más cansados sacar a Riki en las segundas partes podría ser un recurso tremendo», afirma Sangalli.

Partida y regreso... y partida otra vez

En la 20/21, ya sin sanción, Riki formó parte de la primera plantilla del Real Oviedo. Eso sí, desde muy pronto se pudo apreciar que Ziganda no le veía hueco en el equipo que empezaba a construir. El centrocampista destacó en pretemporada, pero desapareció del mapa: disputó cinco minutos ante el Cartagena en la primera jornada y no volvió a jugar hasta diciembre, cuando fue titular en Sabadell. «Me hizo una ilusión de la hostia aquel partido, porque compartí once con Lucas, Javi Mier, Jimmy y con Riki, claro. Es uno de mis recuerdos más bonitos en el Oviedo. Ganamos y encima metí el gol, tenía una foto preciosa celebrando con ellos detrás», explica Sangalli.

Sangalli celebra su gol al SabadellLFP

«Con Ziganda hacíamos un fútbol más directo, con pocas secuencias de pases y con muchos cortes y balones al espacio. Aquello, evidentemente, no beneficiaba a un jugador como Riki, sobre todo cuando el míster tampoco le veía en el doble pivote», reflexiona Sangalli, amigo muy cercano de Riki y uno de los jugadores más utilizados por el Cuco. Después de dejar buenas sensaciones tanto en Sabadell como en el partido copero ante el Coria, el Cuco le abrió un par de milímetros la puerta y Riki tuvo minutos en varios partidos más, pero club y futbolista sabían que había que buscar una solución.

Finalmente, Riki salió cedido al Racing y en menos de cuatro meses se erigió líder de un equipo que consiguió clasificarse para la futura Primera RFEF -cuando el ovetense llegó la situación de los racinguistas era muy complicada- que se estrenaría la siguiente temporada. Tras demostrar en Santander, como ya hizo en Langreo, que la categoría de bronce se le quedaba pequeña, Riki volvió a El Requexón. Pero algo ya se había roto entre José Ángel Ziganda y el futbolista: ni el canterano se sentía querido ni el técnico veía la imperiosa necesidad de introducir al jugador en un equipo ya construido. 

«Un perfil como el de Javi Mier, por ejemplo, igual se adaptaba mejor al estilo del equipo que un perfil como el de Riki. Igual hay que apuntárselo al debe de los dos: ni Riki pudo adaptarse a ese equipo ni Ziganda pudo crear un contexto favorable para Riki. Esto pasa en el fútbol y forma parte del proceso de un jugador», explica Sangalli, ya transcurrido el tiempo. «Yo creo que el Cuco sabía que tenía un gran jugador en Riki, pero es que sencillamente no sabía cómo utilizarlo, no le encontraba un lugar en su equipo y no había manera», finaliza el exjugador oviedista. 

Albacete: como anillo al dedo

A las pocas semanas de pretemporada en la ciudad deportiva ovetense, Riki Rodríguez tenía claro que quería salir del club azul. Rubén Reyes, director deportivo carbayón que llevaba solo unos meses en el cargo, no quería bajo ningún concepto que el futbolista -tenía contrato hasta 2023- se desvinculara: si salía, tenía que ser cedido. El Deportivo de la Coruña estuvo más que interesado e incluso se llegó a reunir con el futbolista y sus agentes, pero entonces apareció el Burgos. Es decir, apareció Michu.

Los de El Plantío se estrenaban en Segunda de la mano de un Julián Calero que no es que apostase precisamente por un fútbol que beneficiase a Riki, pero el tirón del director deportivo que le hizo volver a Oviedo, el de jugadores como Saúl Berjón o simplemente el hecho de quedarse en el fútbol profesional hicieron el resto. «La figura del mediapunta o mediocentro creativo no existía en aquel Burgos, pero claro que pensaba que tenía cabida. Un jugador con su talento siempre tiene cabida», recuerda Roberto Alarcón, compañero de Riki en dicho vestuario y también dos años antes en el Vetusta. 

Aunque Calero lo utilizó más que Ziganda, el bagaje de Riki volvió a ser escaso: 15 partidos disputados en la primera vuelta, 4 de ellos como titular. «Era una situación difícil, pero no lo vi mal. Siempre entrenó bien y cuando el míster le dio oportunidades aportó. En el vestuario se le quería mucho, además», comenta Alarcón. Enero llegó y, de nuevo, Riki bajó una categoría en busca de oportunidades. El ovetense hizo las maletas rumbo al Carlos Belmonte de Albacete, pero con una condición en el acuerdo de cesión con el Oviedo: si los manchegos ascendían, el jugador pasaba a ser propiedad del 'Alba'.

Sangalli, Riki y Borja Sánchez, durante un entrenamiento en el Carlos TartiereReal Oviedo

 

En el Belmonte le esperaba un entrenador y un equipo que le venía como anillo al dedo. Fran Álvarez había sido el mejor jugador de los manchegos en la primera vuelta y su lesión obligaba al club a moverse. «El nombre de Riki sale como opción meses antes, pero pasa de ser un futbolista interesante y que se amoldaba a la perfección al perfil que buscábamos a ser una necesidad debido a la lesión de Fran Álvarez. Fue un refuerzo perfecto», recuerda para La Voz de Asturias el técnico de aquel equipo, Rubén de la Barrera. 

«Conmigo jugó tanto de pivote como de interior. Por los escenarios con los que nos encontrábamos la temporada pasada, si nos venían a apretar es un jugador que como pivote te permite una recepción en ventaja y, a su vez, gracias a su capacidad de girar y ponerse de cara, llegar a campo contrario. Cuando jugaba como interior, o bien construyendo desde el inicio en salida de balón o bien recibiendo entre líneas tuvo un impacto importante en nuestro juego. A nosotros, por cómo jugábamos, nos dio un plus como pivote: entendía el juego, interpretaba los espacios y lo que requería cada jugada», explica el entrenador gallego. 

El Albacete se plantó en los playoffs y, en la final por el ascenso, superó al Deportivo en Riazor con Riki como titular en el centro del campo. «Su proceso no es ni mejor ni peor que el del resto, es el que correspondía a sus circunstancias. Lo importante es que Riki ha aprovechado su oportunidad y ojalá se consolide y siga dando pasos hacia adelante», finaliza De la Barrera. Ahora, con Rubén Albés al frente del Albacete, el canterano del Real Oviedo que menos oportunidades tuvo en el primer equipo azul de los últimos años es un jugador importante de Segunda División.

«Es normal que muchos oviedistas ahora estén jodidos viendo cómo está jugando lejos del Oviedo, pero son cosas que pasan en el fútbol. Nunca sabes cuántos años puedes estar en la categoría, pero vamos, calidad no es que la tenga de Segunda, es que la tiene de Primera División. No tengo dudas». Palabra de Marco Sangalli.


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