La Pizarra: Un derbi real
Azul Carbayón
Analizamos en cinco claves el empate en el duelo de máxima rivalidad entre Real Oviedo y Real Sporting
12 Oct 2021. Actualizado a las 09:51 h.
Suelen ser los derbis sinónimo de excepción, partidos en los que la tensión que embriaga cada acción acaba superando a la idea futbolística con la que ambos conjuntos llegan a la cita. Dos islas en una Liga de 42 jornadas. El del pasado sábado en el Carlos Tartiere, y al menos en clave Real Oviedo, no fue así. El conjunto de José Ángel Ziganda, en los 90 minutos que duró la batalla, fue un equipo reconocible que mostró ante el Sporting parte de sus virtudes y sus defectos. Y, por cierto, estuvo más cerca de ganar que de perder. Pero empató.
Un tablero muy marcado
El encuentro arrancó y los técnicos pusieron las cartas sobre la mesa. Mientras que el Sporting saltó al césped del Tartiere con personalidad y ganas de llevar la iniciativa, el Oviedo aceptó y se puso a currar en lo suyo. La presión azul dificultaba los inicios de juego rojiblancos y línea de tres formada por Babin, Valiente y, casi siempre durante el primer tiempo, Pedro Díaz, no encontraba soluciones ante la coraza del Cuco. Obeng y Bastón, perfectamente coordinados, tapaban el pase por dentro e impedían en el momento oportuno que el juego volviese al otro lado. Por su parte, un Borja Sánchez muy comprometido apretaba a Pedro Díaz con un movimiento de fuera-dentro, negando el pase a Guille Rosas.
Ante esto, el Sporting buscó soluciones y una fue ubicar a Pedro Díaz por dentro, con Gragera formando la ya mencionada línea de tres junto a los centrales. Pero, salvo alguna excepción, tampoco funcionó. El '8' rojiblanco era vigilado muy de cerca por Obeng y uno de los pivotes, Borja Sánchez y Viti se asentaban en un punto medio entre lateral rival y centro del campo y el camino volvía a estar cerrado. El equipo de David Gallego tenía el balón, pero Joan Femenías veía el partido desde lejos, sin tener que intervenir.
Los sustos del Sporting
Si en el noble arte de la presión el Oviedo estaba sacando notable alto, la calificación se complicaba a la hora de tener el balón. Es muy meritorio, sobre todo a nivel mental, que la defensa de los azules mantuviese el nivel cuando con el esférico las pérdidas y las malas decisiones aupaban al Sporting. El ataque posicional todavía se está gestando en el equipo de Ziganda y en los minutos iniciales del derbi el pase que superase una línea de presión no aparecía por ningún lado. Esto llevó a que Lucas Ahijado se diese contra un muro cada vez que recibía el balón -y empezase a acumular pérdidas en campo propio- o a que Jimmy, excelso casi siempre en las acciones técnicas, fallase en varios controles y decidiese mál con el esférico.
Fran Villalba observó la función y quiso formar parte de ella. Esos fueron los minutos más peligrosos del Sporting en el primer tiempo. En cuanto Pedro Díaz tuvo un segundo de paz y pudo recibir de cara a la portería rival, el pase filtrado al mediapunta rojiblanco ya era una realidad. Así, con Villalba recibiendo entre líneas, llegó el primer duelo a campo abierto entre Djuka y Costas, resultando ganador el central azul. Minutos después, a Villalba no le hizo falta que le filtrasen nada y él solo se bastó para, ante tres jugadores oviedistas, crear una ocasión que acabó con un tiro suyo desde la frontal. En ese momento, a los diez minutos de partido, fue cuando Femenías apareció por primera vez.
De lo mental a lo futbolístico: el origen del 1-0
Dos momentos dieron carpetazo a esos amagos con cierto peligro del Sporting. Uno, más relacionado con lo anímico, fue esa tángana que se formó tras una falta de Rosas a Borja Sánchez. Brugman vio la puerta abierta y para allá fue. El uruguayo salió con amarilla, pero Babin también. El Tartiere ya estaba encendido y algo hizo 'click' en el partido. El segundo momento, y este sí se puede analizar, es una presión que fundió los plomos del Sporting y aupó como nunca en el partido a los carbayones. Saque de puerta de Mariño, posesión del Sporting cerca de su portería y hasta seis jugadores azules encima de otros cinco rojiblancos. ¿Resultado? Despeje a la grada de Valiente, Bastón agitando los brazos y el Tartiere bramando.
Las líneas carbayonas avanzaron y la soga, poco a poco, apretó cada vez más el cuello gijonés. El Oviedo recuperaba pronto el balón y, por fin, el primer pase era bueno y el ataque carbayón se armaba de manera limpia. Si minutos antes Obeng probó a Mariño, lo siguiente que tuvo que hacer el portero gallego fue recoger el balón de su red. El 1-0, precedido de un control excelso de Jimmy en la salida, no podía nacer en otro lado que no fuese el flanco izquierdo. Allí, en inferioridad numérica, se juntaron Mossa, Bastón y Borja Sánchez. La combinación fue un éxito y Lucas, que pasó de querer olvidar el derbi a recordarlo para toda la vida, convirtió en un golazo un gran centro del '10'.
Y Obeng se quedó solo
En la primera jugada del segundo tiempo, un desajuste entre Mossa y Calvo en la marca acabó con Campuzano encarando el área de Femenías. Fue el propio Calvo el que resolvió el apuro. Dicha jugada no significó nada en el partido y el Real Oviedo siguió dominando a un Sporting incapaz de meter mano al entramado azul. La presión de los locales se mantenía cerca de Mariño y los rojiblancos acumulaban pérdidas en campo propio, aunque sí consiguieron hacer temblar al oviedismo en una contra en la que Berto no estuvo acertado . Antes del 70', Obeng y Bastón, muy clara la del madrileño, gozaron de dos ocasiones para sentenciar el derbi, pero fallaron. Fue entonces cuando Ziganda movió el banquillo y el conjunto carbayón bajó la guardia.
El Cuco sacó a Bastón y a Viti, dio entrada a Sangalli y Javi Mier y cambió el sistema, con el propio Mier más cerca del centro del campo que de la delantera. Obeng se quedó solo y, tanto por la fatiga como por una simple cuestión numérica, la presión carbayona bajó de revoluciones y, por consiguiente, reculó. El Sporting ganó metros, empezó a jugar en campo rival y Villalba volvió a aparecer entre líneas. Eso sí, aunque en el 1-1 el propio Villalba recibió entre líneas (zona que, bien por estar en banda o por mérito de la defensa oviedista, no había pisado mucho), la genialidad del '21' rojiblanco pesa más que cualquier error defensivo, que los hubo, del Oviedo. Djuka no desaprovechó un pase que no existía.
El primer zarpazo de Pombo
Instantes antes de que el Sporting empatara el derbi, Jorge Pombo y Alejandro Arribas estaban junto al cuarto árbitro preparados para salir. Seguramente, Ziganda tenía pensado pasar a una defensa de tres centrales y ubicar a Pombo en la banda izquierda. El gol cambió los planes del Cuco y finalmente fue el zaragozano el único que entró: vuelta al 4-4-2, dejando a Borja Sánchez en el flanco zurdo. Muy meritoria fue la reacción del Oviedo tras el gol de Djuka. Cuando el partido estaba destinado a que el campo se inclinase hacia el área de Femenías, los azules se negaron.
Pombo apareció desde el principio por el carril central y tres minutos después de pisar el césped del Tartiere ya había probado a Mariño. El Oviedo volvía a estar en la batalla. La presión carbayona recuperó la agresividad mostrada en anteriores fases del partido y el equipo de Ziganda jugó los últimos diez minutos del partido en campo rival. Pombo, otra vez por dentro y ya en el área, buscó la rosca perfecta y el disparo se fue desviado. No fue hasta el 91', ocho minutos después del 1-1, cuando el Sporting volvió a probar a Femenías en un tiro mordido de Aitor desde la frontal. El encuentro murió en el área rojiblanca, tras una falta alejada en cuyo rechace Lucas no consiguió sacar disparo. Un derbi más.