Volver a disfrutar
Azul Carbayón
Otro inicio brillante, la insistencia de Femenías y Christian y la ilusión por celebrar tan solo una victoria. La contracrónica desde el Tartiere
09 Nov 2020. Actualizado a las 09:38 h.
Hacía muchísimo tiempo que el Real Oviedo no disfrutaba en el Carlos Tartiere como lo hizo este domingo ante el Castellón. Y no por el resultado en sí, que no se veía en el municipal ovetense desde los tiempos de la Segunda B (noviembre de 2014, vs Lealtad), si no por ganar un partido de manera holgada y que solo signifique eso: ganar un partido.
Echemos cuentas. Hasta ayer, el conjunto carbayón había ganado ocho partidos como local en el último año y medio: el derbi de este curso y siete encuentros de la 19/20. Tres de esos triunfos se lograron en la recta final del campeonato, una serie de partidos dramáticos en los que el objetivo era sobrevivir. De las cuatro victorias restantes, el Oviedo solo llegó a una de ellas (4-2 al Girona, octubre de 2019) fuera de los puestos de descenso. Tres puntos siempre, al fin y al cabo, pero demasiado sufrimiento.
La nueva canción de C. Tangana suena en todos lados y, cómo no, también lo hizo en la megafonía del Carlos Tartiere. «Ritmo alto, ritmo alto. Que no nos sorprendan, que lo sabemos», gritó Christian antes del pitido inicial. Y así fue. El Real Oviedo salió en tromba y, como pasó ante el Logroñés, a los diez minutos ya ganaba. Pero esto era un partido normal, en el que no te expulsan a tu central segundos después de marcar o el rival te empata en su primera llegada a puerta. Los azules, liderados por su doble pivote, firmaron un gran primer tiempo. Todo estaba saliendo bien.
Y siguió saliendo bien, ojo, algo que suele ser complicado en Segunda División. El «seguimos igual, con trabajo» que gritaron al unísono Femenías y Christian dio inicio al segundo tiempo y, antes de que se cumpliese el primer minuto de juego, Borja Sánchez, tras llevarse un rebote en carrera, batió a Whalley. Poco después, Nieto para Edgar y el 3-0. Mientras los trabajadores del club celebraban, un aficionado azul hacía sonar el claxon de su coche desde las inmediaciones del estadio.
Christian Fernández fue el único que no pudo disfrutar de los 90 minutos. El cántabro, tras clamar al cielo amargamente y a un volumen suficiente para que le escucharan desde Ciudad Naranco, tuvo que irse a vestuarios después de que se le saliese el hombro derecho. El Castellón se estiró, pero no creaba peligro. Por cierto, el reloj marcaba el 78' y, mientras Óscar Cano agotaba su quinto cambio, el Cuco Ziganda no había empezado con los suyos. Tradiciones.
Ya con Javi Mier sobre el césped, Edgar finiquitó su gran noche y repitió en su faceta de goleador para lograr el 4-0. Fue en ese momento cuando Joan Femenías, impasible ante la euforia del resultado y a los apenas seis minutos que restaban para el 90', soltó un «hasta el final» que explica muchas cosas. Nada más que un triunfo holgado, sí, pero qué ganas había de que solo significase eso.