La llave de la salvación

La Segunda División no entiende de ventajas de campo o de diferencia de puntos en la clasificación: en esta categoría, puedes perder en cualquier campo y ante cualquier rival. Eso sí, en las últimas cuatro temporadas, el Real Oviedo siempre ha tenido en el Carlos Tartiere un aliado a la hora de sumar puntos. Hasta ahora.

Tres victorias, ocho empates y tres derrotas. 17 puntos en 14 partidos. Una media de 1,2 por encuentro y el quinto peor equipo de la categoría como local. Este es el bagaje del Real Oviedo en lo que va de temporada. De ser una de las potencias en su estadio, a ocupar la zona baja de la clasificación en dicho aspecto. ¿Qué está pasando?

Desde que el conjunto azul regresara al fútbol profesional en 2015, la gran mayoría de puntos conseguida por los azules se cosecharon en el Tartiere. En la 15/16, con Egea primero y Generelo después, el Oviedo acabó el curso como sexto mejor equipo de la Liga en su estadio. Con Fernando Hierro, una temporada después, solo Levante y Getafe acabaron el curso con más puntos como locales que el conjunto carbayón.

Ya con Anquela en el banquillo, el dominio en el Tartiere continuó. En la 17/18, los azules volvieron a ser el tercer mejor equipo de la categoría como local. La pasada temporada, los de la capital del Principado bajaron sus prestaciones en el municipal ovetense, pero aun así acabaron el curso como el quinto mejor equipo en dicho aspecto.

Dos terceros puestos, un quinto y un sexto. Ahora, con 29 puntos a finales de febrero, el Real Oviedo necesita otros 21 para sellar su salvación. Unas siete victorias en trece encuentros. Siete, justo los partidos que el conjunto de José Ángel Ziganda tiene por delante en el Carlos Tartiere: Tenerife, Ponferradina, Deportivo, Fuenlabrada, Mirandés, Las Palmas y Racing de Santander. Ahí está la salvación.