La Voz de Asturias

La Pizarra: Esperanza en Montilivi

Azul Carbayón

Pablo Fernández Oviedo
Javi Rozada durante el Huesca-Real Oviedo

Analizamos en cinco claves el empate del Real Oviedo en Girona

28 Jan 2020. Actualizado a las 11:19 h.

No parecía Montilivi el mejor campo para que el Real Oviedo volviese a dar una imagen esperanzadora. El Girona, que a pesar de tener la plantilla más cara de Segunda le está costando un mundo demostrarlo en el césped, sí se hace fuerte en su estadio y solo el Huesca ha sumado más puntos que ellos como locales. Pero el equipo de Javi Rozada también está cómodo lejos del Carlos Tartiere. Los azules tardaron en mostrar su juego, pero cuando lo hicieron demostraron que dan para más. El reto está en que este rendimiento sea rutinario, y no una grata sorpresa.

Borja García, el indetectable 

Como ya pasó en la jornada anterior ante el Huesca, el Real Oviedo se enfrentó en el primer tramo del encuentro a una versión muy potente de su rival. El Girona tenía claro el plan y a los azules les costó reaccionar. El primer problema llegaba en los inicios de juego, cuando la presión de Ortuño y Sangalli no era efectiva y permitía a Álex Granell, quarterback de los albirrojos, superar líneas sin dificultades.

Mojica y Maffeo se encargaban de dar amplitud, mientras que Jairo y Aday se metían en posiciones interiores y hacían dudar a Nieto, Mossa y al doble pivote, sobre todo a Luismi. Pero la clave de todo era Borja García. Mientras que Stuani no engañaba a nadie y cada disputa aérea con el uruguayo era una guerra, García sacaba de posición a Carlos Hernández, permitía a su equipo instalarse en campo rival y generaba espacios. Cuando el '10' aparecía, el Oviedo sufría.

Una pareja intratable

El Girona hacía daño por los costados, pero no en zona de remate. Stuani, antes del 5', remató al larguero un centro lateral. Pero ni uno más. Carlos Hernández y Christian comenzaron a achicar balones e impidieron al Girona encerrar al Oviedo en su área. Rozada, que se la jugaba sacando del once a Arribas, acertó con la decisión y el marcaje de Christian a Stuani fue simplemente perfecto.

Los centrales azules fueron ayudados por Lunin, que firmó su primera actuación grande con el Real Oviedo. No le hizo falta hacer ningún milagro, pero paró todo lo parable y dio seguridad en el juego aéreo. A pesar del buen inicio, el Girona se fue al descanso con tan solo dos ocasiones de gol en su haber. 

Poca precisión en campo rival

Como viene siendo habitual, la poca paciencia con balón del Real Oviedo fue una constante en el primer tiempo. Los de Rozada no querían riesgos y el despeje de primeras era mejor opción que el control y el pase de seguridad. Cuando, por fin, el balón llegaba a campo rival, la falta de precisión mató casi todos los ataques azules.

Bárcenas perdía todo lo que tocaba, Ortuño no se imponía a los centrales azules y Sangalli, de nuevo en posiciones interiores, ni podía entrar en juego. Saúl Berjón no se escondía, pero al capitán todavía no le da para grandes cosas y era incapaz de hacer daño al rival. Por si esto fuera poco, el comodín que suele representar Nieto en el flanco diestro tampoco funcionó, y al castellonense le costaba un mundo dar continuidad al juego. Mossa, en la izquierda, ni aparecía.

Un factor determinante llamado Tejera

Rozada leyó bien el encuentro y rectificó a tiempo. Bárcenas al banquillo, Sangalli a la derecha y Tejera al campo. El catalán, jugando junto a Jimmy por delante de Luismi, realizó una de las mejores partes de la temporada. El Oviedo crecía con balón gracias al '20', que instalaba al equipo en campo rival y daba oxígeno al juego azul tras recuperar el balón.

Pero volvió a pasar lo de casi siempre. Cuando mejor estaban los azules, justo después de un par de acercamientos de Mossa por izquierda, el Girona colocó el 1-0 por la vía rápida. Tras una pérdida de Luismi y una falta demasiado tonta de Nieto, Granell, uno de los mejores especialistas a balón parado de Primera División, conectó con Stuani, uno de los mejores rematadores. Y el resultado fue el esperado.

Minutos esperanzadores

A diferencia del encuentro ante el Huesca, el Real Oviedo sí dio muestras de estar vivo tras el gol de su rival. Rozada dio entrada a Borja Sánchez y volvió al doble pivote, permitiendo que Tejera entrase más en juego desde más atrás. Poco a poco, Mossa y Saúl se fueron activando en izquierda, Borja era otra pieza a vigilar por la defensa del Girona y Sangalli, desde su posición natural, comenzó a hacer cosquillas a Mojica.

Menos de quince minutos después, los azules ya habían empatado gracias a un 'zurdazo' de Tejera a centro de Berjón. El Oviedo siguió llevando la iniciativa y, si alguien mereció el segundo tanto, fueron los de Rozada. El Girona lo intentaba a balón parado y, ya en el 88', Stuani se impuso casi por primera vez a Carlos y a Christian y su peinada casi la convirtió en gol Brandon, pero estaba Lunin.

Como en los grandes encuentros del Oviedo de Rozada, los carbayones volvieron a hacer daño al adversario acumulando gente en campo rival. Borja, Saúl, Sangalli, Tejera y Ortuño, con la ayuda desde los flancos de Mossa y Nieto. Canalizar ese juego, respirar con balón tras apretar la pérdida y encontrar la formar de que centrales y doble pivote se encuentren en la circulación. Ese es el camino. Mientras, Rodri y un futuro 1-4-4-2 esperan en la recámara. 


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