La Pizarra: De la nada al casi todo
Azul Carbayón
Analizamos en cinclo claves el empate entre el Real Oviedo y el Granada
07 May 2019. Actualizado a las 12:21 h.
El plan estaba claro. La balsámica victoria en Almería le había dado motivos a Sergio Egea para confiar en los mismos once y no cambiar un ápice del libreto. Pero enfrente también había un rival. Y uno de los mejores. El Granada supo resistir a los mejores momentos del Oviedo en el primer tiempo y tras el descanso se hizo con el control del partido. Preocupa la incapacidad carbayona para hacer daño a los nazaríes en el segundo tiempo, pero a estas alturas de temporada, en la balanza sale ganando la reacción mostrada por los azules segundos después del gol de Ibra. Con lo justo, este Real Oviedo puede morderte al cuello.
De los minutos de tanteo a la jaula azul
El partido comenzó y nadie se hacía con el control del mismo. Ni Oviedo ni Granada encontraban la fórmula de instalarse en campo rival y el juego sobrevivía a base de disputas y más disputas en el centro del campo que, a medida que pasaban los minutos, se teñían de azul.
Este empuje le valió a los locales para, poco a poco, jugar más cerca de Rui Silva que de Champagne. La presión carbayona comenzaba a dar sus frutos y el Granada no encontraba la manera de escapar. Ibra y Joselu dejaban circular a los centrales pero les tapaban el pase interior, algo que unido a los metros arañados por el resto del bloque hacía imposible que la temida línea de tres cuartos visitante entrara en contacto con el balón en situaciones de ventaja. Egea ganaba el primer asalto.
Las bandas como solución al atasco
Como casi siempre, Saúl Berjón se convertía en el principal receptor y a partir del '10' el Oviedo buscaba hacer daño al Granada. Víctor Díaz siempre es un hueso, pero el capitán carbayón logró zafarse varias veces y solo la fallida toma de decisiones primero o la ausencia de un rematador después impedían que la jugada fuese a más. En la misma banda, la de los banquillos, Vadillo protagonizaba los primeros avisos de un Granada que también quería atacar por los flancos.
El gran trabajo de Jimmy y Tejera en la medular, unido a la clarividencia de Javi Hernández desde el eje de la zaga, aclaraba el camino para el Real Oviedo. Como en Almería, el doble pivote jugaba siempre hacia adelante buscando el apoyo de los delanteros, que dejaban de cara para que el canterano y el catalán castigaran a su rival a base de aperturas, sobre todo hacia la banda izquierda ya comentada. Eso sí, la gran ocasión llegó por la derecha, cuando Tejera conectó con Diegui y el centro de este último fue rematado por Ibra. Rui Silva evitó el 1-0.
La reacción de Diego Martínez
El descanso le vino mejor al Granada y se pudo ver desde el primer momento. El bloque carbayón llegaba un poco más tarde a la presión y eso era aprovechado por Montoro y, sobre todo, por Puertas, Vadillo y Vico. Los tres futbolistas de tres cuartos comenzaban a recibir en ventaja y eso era un problema para el Real Oviedo. En el 50', un mal despeje de un poco afortunado Carlos Hernández durante todo el encuentro acababa con el 0-1 de Fede Vico.
El arreón visitante no se quedó ahí y hasta casi el 70' Rui Silva no volvió a tocar un balón en su área. Antes, Vadillo se gustaba y desde el flanco derecho comenzaba a ser un tornillo clavado en la defensa azul. Vico pudo certificar su doblete, pero el disparo mordido se fue por el palo largo de Champagne.
Un Oviedo grogui
Sacudido el agobio del arranque del segundo tiempo, al Oviedo le tocaba mover ficha. Fue entonces cuando saltaron las alarmas. Los del Sergio Egea se olvidaron de lo que sabían hacer y las carencias en el juego eran evidentes. El Granada buscaba que fuese Carlos Hernández y no Javi (más desaparecido tras un brillante primer tiempo) el que desplazara en largo y ahí, en ese terreno, Germán y Martínez fueron superiores.
Además, las imprecisiones se tiñeron de azul y cuando el Oviedo conseguía instalarse en campo rival, Saúl no conseguía dar continuidad al juego desde la izquierda. El capitán no estaba cómodo y ni podía superar a Víctor Díaz en carrera ni sus envíos en parado eran los acertados. Egea miró al banquillo y metió a Viti y Toché, pero el delantero murciano no cambio el guión en las disputas con los centrales.
Un tramo final inexplicable
Esto del fútbol es como es y, en apenas unos segundos, todo lo vivido en 88 minutos puede no valer para nada. En una de esas acciones en las que los centrales del Granada se habían mostrado infranqueables, Germán falló e Ibra no lo desaprovechó. El Carlos Tartiere revivió y Jimmy y Tejera volvieron a coger la manija del centro del campo, encontrando en Viti a su mejor cómplice.
El canterano aportó exactamente lo que está perdiendo Bárcenas con el paso de los meses: frescura y personalidad para encarar a su par ante la mínima oportunidad. A la fiesta también se apuntó Saúl, que después de no poder con Víctor Díaz en todo el partido, se zafó de él en carrera para poner un centro perfecto que Ibra no pudo conectar a portería. El partido se acababa, el Oviedo acariciaba la victoria y el Granada todavía no sabía lo que estaba pasando.
Todavía hubo tiempo para que Ramón Folch gozase de la ocasión más clara desde que es jugador del Real Oviedo y para que Saúl Berjón intentara el gol de la temporada cuando todo el mundo esperaba un centro, pero el 1-1 no se movió. Asumidas las dificultades azules para hacer daño a su rival durante gran parte del segundo tiempo, toca quedarse con lo bueno: quedan cinco finales y el haber sobrevivido primero y casi tumbado después a un rival como el Granada debe servir para algo. Veremos para qué.