La Pizarra: Déjà vu azul
Azul Carbayón
Analizamos en cinco claves la victoria del Real Oviedo ante el Tenerife
15 Jan 2019. Actualizado a las 21:25 h.
En el primer partido de 2019 disputado en el Carlos Tartiere, el Real Oviedo se pareció y mucho a aquel conjunto que estuvo 10 jornadas sin perder durante la 17/18. Ante el Tenerife, los azules volvieron a ser ese equipo agresivo que a partir del 1-3-4-3 ahogaba a sus rivales, y no uno que utiliza dicho esquema para defenderse y poco más, como se había visto en las últimas semanas. El dibujo como un medio para alcanzar un objetivo, no un recurso de última hora.
La jaula de Anquela
José Luis Oltra dibujó sobre el césped del feudo ovetense un 1-4-4-2 que variaba según la posición de Luis Milla, jugador troncal del cuadro blanquiazul que en ningún momento pudo dominar el tempo del partido. El madrileño partía del costado diestro e intentaba irse al centro para dirigir el juego del Tenerife, pero no había nada que dirigir.
A partir de una presión alta, agresiva y, sobre todo, inteligente, el Real Oviedo ahogaba la salida de los centrales tinerfeños. Con Joselu como incansable punta de lanza, los azules decidían hacia donde iban dirigidos los desplazamientos, despejes y cualquier balón que saliese de las botas de un jugador rival. Así llegó el 1-0 de Yoel Bárcenas.
Pero esto no fue solo fruto del esfuerzo de Joselu. Tejera y, sobre todo, Folch dieron un clínic de colocación y presión tras pérdida para ganar las segundas jugadas, mientras que los centrales azules, en un alarde de concentración, hicieron el campo corto y no permitieron, en ningún momento del partido, girarse a los delanteros rivales.
Omar Ramos como potenciador
El Oviedo lleva casi dos meses sin Saúl Berjón y, por primera vez desde la lesión del '10', los azules tuvieron sobre el césped un jugador similar. Omar Ramos solo pudo disputar media hora antes de caer lesionado, pero en esos minutos demostró que puede ser importante en este equipo.
El tinerfeño, partiendo desde su perfil favorito, causó problemas a la zaga del Tenerife cada vez que entró en contacto con el balón. Diegui aprovechaba el carril, la defensa blanquiazul se dividía y Omar era capaz de llevar el juego de una banda a otra, además de ser el punto de apoyo perfecto para asentar las posesiones en campo rival. Tejera lo agradeció.
Una nueva desgracia y un pequeño momento de crisis
Algunos acusarán al Oviedo de achicar demasiado en los minutos finales del primer tiempo, pero todo tiene una explicación. Omar Ramos se fue al banquillo y los azules se quedaron cojos. Sin el '7', cada vez costaba más circular en campo rival, el balón duraba poco en los pies de los carbayones y el Tenerife no sufría al perder el esférico.
Aunque pudo parecer que fue un asedio, los de Oltra se hicieron con el balón pero no con el partido. Solo generaron peligro real en los último cinco minutos, cuando Montañés estuvo a punto de empatar el encuentro tras un pase de Malbasic. Eso sí, aunque Champagne no tuviese que sudar mucho, esos minutos fueron un aviso. Y el Oviedo reaccionó.
Batería cargada
Aunque el marcador debía generar lo contrario, fue el Oviedo el que dio un paso adelante tras el descanso. Mossa, Joselu y Bárcenas volvieron a la carga y frenaron cualquier atisbo de reacción en el Tenerife gracias a una presión incansable y nuevamente inteligente, dirigiendo los pases y las conducciones de los centrales rivales justamente a donde quería Anquela.
Unas cuantas posesiones largas (por fin) sirvieron para apagar los cambios tácticos que desde la banda Oltra intentaba implantar. Primero dio entrada a Nano Mesa, formando con Malbasic una doble punta agresiva y desplazando a Milla al centro. Luego fue Joao Rodríguez la pieza que originó un esquema de tres centrales y carrileros que tampoco hizo cosquillas a los carbayones.
Final tranquilo
Cuando todos tienen clara su función, pocos equipos disfrutan tanto defendiendo una victoria por la mínima que el Real Oviedo. La Segunda es una categoría en la que cualquier equipo, en cualquier contexto, te puede encerrar en tu área. El sábado, como en muchas otras ocasiones durante la 17/18, los azules lo asumieron y se pusieron el mono de trabajo. Y dicho oficio (y calidad defensiva) fue lo que desactivó al Tenerife.
Aunque la grada del Carlos Tartiere sufrió como siempre y seguramente se fueran a casa con la sensación de haber sudado sangre para conseguir los tres puntos, el Oviedo apenas sufrió un rasguño. Al revés, Diegui estuvo muy cerca de marcar el segundo en la ocasión más clara de todo el segundo tiempo. A falta de que vuelva Saúl y Anquela ponga en marcha el plan que tanto tiempo lleva queriendo implantar, partidos como el del sábado pueden hacer dudar al jienense. Los azules no fueron, ni mucho menos, un equipo virtuoso en ataque, pero si uno muy difícil de batir. Y eso es oro.