La Voz de Asturias

El oricio asturiano, en vías de recuperación

Somos Mar

Manuel Noval Redacción
Oricios

Esta temporada, 89 mariscadores podrán recoger, bajo unas medidas de control estrictas, hasta 15 toneladas en las costas de Asturias

26 Jan 2025. Actualizado a las 14:42 h.

El oricio asturiano sufrió la pasada década una merma de tanto calado que las autoridades se vieron obligadas a prohibir su captura en 2016. Desde entonces, los mariscadores y los muchos comensales entusiasmados con este equinodermo esperaban con interés a que su presencia en las cosas asturianas cobrase fuerza de nuevo. Aunque no se pueden lanzar las campanas al vuelo, el Centro de Experimentación Pesquera (CEP) trabaja para conseguir el difícil equilibrio entre la captura y la recuperación de la especie y, por el momento, parece que hay lugar para el optimismo.

El año pasado, el centro dio el primer paso. El sector informaba entonces de que empezaban a verse poblaciones de un tamaño considerable y los responsables del CEP decidieron hacer un experimento. Fue en los meses de febrero y marzo en dos predreros concretos, uno situado en la Ballota (Cudillero) y otro en Viavélez (El Franco), y participaron nueve mariscadores. Se eligieron los momentos con las mareas vivas, las más grandes, para que pudieran tener acceso a la zona más baja del intermareal, donde podrían coger los oricios de mayor tamaño.

Como explica la jefa de sección del CEP, Lucía García Flórez, fue un experimento «muy controlado» y, a raíz de la experiencia y analizando la información, pensaron que se podría hacer una campaña experimental, con más mariscadores y en más zonas, y así será. Los meses de febrero y marzo se permitirá a un total de 89 mariscadores asturianos recoger oricios en tres sectores costeros que van desde el límite occidental de la costa asturiana hasta el cabo de Lastres, en la costa oriental. El primero va desde la ría del Eo hasta el río Barayo, en los límites de los concejos de Navia y Valdés; el segundo sigue hasta la ría del Nalón y el tercero, hasta el cabo de Lastres.

El trabajo comenzó el pasado otoño, con talleres en los que los mariscadores «ofrecían información de las zonas que conocían, que eran de su interés para explotar, para poder establecer una zonificación, un reparto, y poder valorar cuántos de ellos podrían acceder a una campaña», explica Lucía García. Con toda esta información se ha hecho una propuesta de resolución para hacer la campaña experimental los días de mareas vivas de esos meses. Cada mariscador podrá recoger un máximo de 15 kilogramos de oricio al día, y el total no podrá exceder las 15 toneladas. El reparto por zonas se hará en función de la cantidad de recursos que haya en cada sector.

La campaña de este año es también experimental, porque está por ver el resultado que da en el control y mantenimiento de las poblaciones. El temor es «que volvamos otra vez a la situación de agotamiento de la que provocó la vela; somos muy precavidos», advierte la jefa de sección. La zona intermareal, la que permite un acceso más fácil sin necesidad de que haya mareas vivas, tiene poblaciones de oricios pero son de tamaño pequeño, y actualmente está protegida. Con el proyecto experimental, que está restringido a zonas de mucho peor acceso, lo que se pretende es, por el momento, abrir solo la veda a la explotación profesional, de tal manera que los bancos estén mucho más controlados.

Hasta la veda, la zona intermareal había sido escenario habitual de recogida recreativa. Mucha gente se acercaba a recoger oricios, y las poblaciones disminuyeron en extensión y en número de ejemplares. Lucía García asegura que en esta zona no se logra ver «nada más que una pequeña recuperación a lo largo de los años; un poco más de oricios sí hay, pero son muy pequeños». Esto no tiene por qué estar relacionado solo con la recogida recreativa. Puede haber otros muchos factores. En esta zona intermareal, los oricios suelen ser más pequeños en general, y después están las nuevas circunstancias del Cantábrico, influidas entre por el calentamiento del agua y, entre otras cosas, por la desaparición de las grandes algas laminariales. «Todo esto produce cambios en todas las especies, tanto en la distribución como en la abundancia».

Actualmente, debido a las restricciones, no todos los mariscadores con licencia pueden recoger oricios. Por el momento, solo los que han sido seleccionados para la campaña experimental, cuyo éxito será crucial de cara a las próximas temporadas. Ahora se trata no solo de que la recogida sea buena sino también de que las ventas se ajusten a las expectativas de los mariscadores. Porque hay que tener en cuenta la importancia de cómo funcione el mercado. Lucía García subraya que es muy importante que los mariscadores vendan bien el producto, porque de lo contrario, si los precios bajasen demasiado, algunos podrían renunciar a la recogida, ya que no les compensaría económicamente.

También está otra cuestión importante: que la recogida del oricio puede coincidir con la del percebe, porque las mareas vivas son también muy aptas para esta última especie, y no se permite recoger ambas a la vez. Las circunstancias para una y otra son distintas, y aunque los oricios son quizá más fáciles de recoger en días de mala mar, los mariscadores podrían decantarse por el percebe por una sencilla cuestión de rentabilidad. Hay que tener todos estos factores en cuenta. Aunque no se puede saber cómo funcionará todo en el futuro próximo, la recogida experimental del año pasado invita a ser moderadamente optimistas, porque lo poco que se recogió se vendió muy bien, y todos los que participaron en el proyecto quedaron contentos.

Parece que hay demanda suficiente, y si la campaña se enfoca adecuadamente, puede resultar satisfactoria para los mariscadores. El erizo de mar asturiano tiene una calidad más que contrastada, y el sector tiene que hacerlo saber al consumidor. En cualquier caso, lo importante ante todo es la recuperación de la especie en las costas asturianas, que parece que va por buen camino. Hasta la veda, la recogida no estaba sometida a un control riguroso. Había pesca profesional pero, como no había un plan de gestión, la gente iba cuando le parecía y recogía los kilos que le parecía. Aunque no la única, esa es una de las causas fundamentales de que las poblaciones llegaran a los límites que obligaron a imponer la veda. «Esperemos que ahora, con un plan de explotación y una campaña más controlada, la cosa vaya mejor y, sobre todo, que tengamos un mayor conocimiento de lo que está pasando», concluye Lucía García.


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