La Voz de Asturias

María Pérez, presidenta de los artesanos de azabache de Villaviciosa: «El BIC está muy bien, pero me temo que no es más que postureo»

Asturias

Manuel Noval Redacción

Piezas de azabache

«Esta protección se le aplica a culturas que están vivas, no que están perdidas, y la azabachera se encuentra en un tris de morir»

03 Jan 2025. Actualizado a las 05:00 h.

La cultura azabachera de Asturias acaba de ser declarada Bien de Interés Cultural (BIC), y aunque el Gobierno asturiano destaca en la declaración «el valor incontestable» de esta cultura, los artesanos creen que están muy lejos de conseguir la verdadera protección que necesitan. Porque, en primer lugar, lo que más le urge al azabache es una forma de certificar con eficacia su valor real, y de conseguir que la gente que se acerca al producto conozca sus características. El azabache es una gema muy rara, escasa y valiosa, y lo que circula por todas partes y se vende como azabache, en realidad, no lo es.

Se trata de lignito, un material más abundante y también mucho más pobre que no le hace sombra a la gema cuya cultura se intenta proteger. La presidenta de la Asociación Azabache Jurásico de Villaviciosa, María Pérez, está de acuerdo con que exista el BIC, como «una protección más que se le aplica a la cultura azabachera para que no se pierda, para que se mantenga», pero sostiene que «este BIC se le aplica a culturas que están vivas, no que están perdidas, y la cultura azabachera se encuentra en un tris de morir; el BIC está muy bien pero me temo que no es más que postureo; si se declara el BIC y no se hace nada más, no sirve para nada».

La razón de la mala situación de la cultura azabachera es doble. Por una parte, no hay un relevo generacional, y por otra, algo más importante, no hay materia prima. «No tenemos con qué trabajar; el único remedio pasa por abrir una mina y proveernos de materia prima», asegura la artesana. Pero antes de tomar ninguna decisión necesitan primero «que se proteja el azabache de verdad, y se separe del lignito». Este material de menor calidad «campa a sus anchas sin ningún tipo de criba» y compite con el azabache en un terreno en el que no debería hacerlo. Es un sustituto pobre de la gema pero muchas veces se vende como tal, lo que va en contra del propio azabache.

Para distinguirlo del lignito

La buena noticia es que se puede saber sin ningún asomo de duda cuándo estamos ante un trozo de azabache y cuando lo que tenemos delante es solo lignito. Es la llamada prueba de la triboelectricidad. El azabache es un fósil que, durante su constitución, ha absorbido petróleo. Esto hace que, si se le hace la prueba, se cargue de electricidad estática. Los lignitos, por el contrario, al tener otra composición, no se cargan, y con la prueba se distinguen inmediatamente.

Los artesanos tienen desarrollado ya desde hace dos años un test de triboelectricidad de bolsillo, de tal manera que en cualquier puesto de venta se puede comprobar al instante ? y es algo que los clientes deberían acostumbrarse a pedir ? la autenticidad del material. El problema es que necesitan un estudio científico que lo avale, que tiene un coste que en estos momentos no pueden asumir, y se lo solicitaron al Principado hace ya dos años sin obtener respuesta hasta el momento.

El azabache es un bien muy escaso. Esto le confiere un valor extraordinario, a pesar de lo cual no se ha hecho todavía nada por explotarlo. Porque, como sostiene la artesana, «se protege la cultura pero no el material». Los azabacheros quieren que se abra alguna mina, aun siendo conscientes de que, aunque se abriera, «la escasez seguiría ahí». Y en cualquier caso, antes de abrir la mina, lo importante es la prueba de autenticidad, diferenciar el azabache del lignito, porque de lo contrario podrían propiciarse los fraudes.

María Pérez pone un ejemplo. «Tengo 100 kilogramos de lignito, que se puede comprar por toneladas y es muy barato. Mañana se abre una mina que vende azabache con certificado. Entonces, voy a la mina, compro un kilo de azabache, lo llevo con el certificado y tengo cien kilos de lignito que hago pasar por azabache auténtico». Sin la prueba, es fácil que se den situaciones como esta.

La azabachera cree que si el Gobierno tuviera interés en que el sector del azabache saliera adelante apoyaría la identificación. «Los test son baratísimos, pero hasta que un científico no certifique que esto funciona no podemos hacer nada». La prueba acabaría con el fraude. «Entendemos que como no hay materia prima con qué trabajar el artesano se tire a otras cosas, pero no se puede permitir que sean llamadas azabache porque no lo son; se parecen mucho pero se nota en la calidad».

¿Y cuál es la mayor diferencia entre el azabache y el lignito? Sobre todo, la enorme estabilidad del azabache. «Si esas piezas que se conservan en el Museo Arqueológico desde hace 19.000 años hubieran sido hechas con lignito, se habrían desintegrado», asegura María Pérez. El azabache es una rareza geológica que, en toda España, solo se da en Villaviciosa. Es una gema de muy alta calidad a la que muy pocos tienen acceso debido a su escasez, y esto, en el mercado, debería implicar un aumento extraordinario de su valor. Algo que, al parecer, nadie salvo los propios artesanos parece tener en cuenta. Quizá tengan que dar un paso al frente y poner el valor del material en el lugar que le corresponde. Si lo consiguen, solo por esto ya pondrán a Villaviciosa en el mapa.


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