Reny Picot, CAPSA y ArcelorMittal: el rechazo de ayudas que atasca la descarbonización en Asturias
Asturias
Las compañías lácteas desestiman las subvenciones del PERTE de descarbonización para priorizar otras inversiones mientras que la multinacional siderúrgica mantiene la incertidumbre en la comunidad
21 Dec 2024. Actualizado a las 05:00 h.
Industrias Lácteas Asturias (Ilas), más conocida por operar bajo la marca Reny Picot, ya ha anunciado su rechazo a los 4,7 millones de euros de ayuda del Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica (PERTE) de descarbonización industrial que se les había concedido para llevar gastar en su planta principal en Anleo (Navia). Una renuncia que se suma a la también anunciada esta misma semana por CAPSA —del Grupo Central Lechera Asturiana—, a quienes tampoco les salen las cuentas y han optado por desechar la ayuda de 2,52 millones de euros que tenían encima de la mesa para construir una plan de biomasa en las instalaciones de Granda (Siero). Dos decisiones que ponen nuevos impedimentos para transición energética de Asturias, que se agrava con la incertidumbre sobre los planes de ArcelorMittal para la comunidad.
La primera de las compañías lácteas en anunciar su rechazo a las ayudas esta semana fue Capsa Food, del Grupo Central Lechera Asturiana. José Armando Tellado, director general del conglomerado, explicó que la decisión de desestimar la ayuda de 2,52 millones de euros para las instalaciones de Siero se fundamentaba en la «falta de seguridad jurídica» sobre el tratamiento futuro de los derechos de emisión. No obstante, la renuncia de esta subvención no significaría un no definitivo a la construcción futura de la planta de biomasa, según el propio Tellado, quien ha asegurado que la compañía sigue «totalmente comprometida en materia de descarbonización». De hecho, las inversiones que realizarán el próximo año en esta materia rondarán los 30 millones, una cantidad que aumentaría si se tiene en cuenta otras partidas en empresas del grupo.
Tras Capsa, la siguiente compañía en salir al frente ha sido Ilas. La empresa láctea ha optado por rechazar también la ayuda a la descarbonización que le había sido concedida por valor de 4,7 millones debido, entre otros motivos, a otras prioridades en sus inversiones previstas para la factoría de Anlo. Por el momento, esta nueva planta de biomasa, al igual que la de Capsa, tendrá que esperar. Por otro lado, y en relación con la biomosa, cabe recordar que el proyecto que Hunosa mantiene para la transformación de la central de La Pereda a una central de biomasa forestal autóctona y sostenible con una inversión de más de 40 millones. Además, la compañía pública también ha anuncia su pervivencia «al menos hasta el año 2050» ya que, más a corto plazo, prevé una inversión hasta 2028 de aproximadamente 130 millones de euros destinados a proyectos y actividades que «garantizan el mantenimiento de todo el empleo actual e, incluso, el refuerzo de la plantilla».
Incertidumbre de ArcelorMittal
A la paralización de los proyectos relacionados con la biomasa se suma la incertidumbre de los planes de ArcelorMittal en Asturias. El Ministerio de Industria y Turismo mantiene desde hace varios meses la consignación presupuestaria de los 450 millones —autorizados por la Comisión Europea— como ayudas públicas para que la multinacional siderúrgica impulse el proceso de descarbonización de sus factorías de Gijón y Avilés. Además, el Principado ya ha aprobado las autorizaciones ambientales necesarias para culminar el proyecto y concedido otra ayuda de 36,4 millones que se suman a los ya autorizados por Bruselas. Sin embargo, a pesar de tratarse de la mayor ayuda a una empresa en la historia de España, la incertidumbre se apodera de la situación.
La multinacional siderúrgica ha anunciado que por el momento aparca sus planes para la construcción de plantas de reducción directa de mineral de hierro (DRI) en Francia, Alemania, Bélgica y Gijón debido a que «los entornos político, energético y de mercado en Europa no han avanzado en una dirección favorable», alegando que estas instalaciones no son rentables y que aún no se dan las condiciones adecuadas para poner en marcha el proyecto. La compañía apunta directamente a los altos precios de la energía y a la dificultad para competir en el mercado con China, que cuenta con tecnologías más baratas y gran capacidad de producción.
Los planes de la empresa pasaban por invertir en instalaciones de reducción directa del mineral de hierro (DRI, por sus siglas en inglés) combinadas con hornos de arco eléctrico, plenamente compatibles con el uso de hidrógeno, cuyo proceso conlleva menores emisiones de carbono, en sustitución de varios hornos altos en sus plantas europeas, «como un primer paso estratégico clave para la reducción de emisiones». En el caso de Gijón, ArcelorMittal inició el pasado mes de mayo la construcción del horno de arco eléctrico, presupuestado en 213 millones de euros y cuya puesta en marcha se prevé en el primer trimestre de 2026, aunque aún no había confirmado la construcción de la planta DRI, ahora aparcada al igual que las del resto de Europa. Otro proyecto que por el momento queda aparcado debido, entre otros factores, al precio de la energía y los marcos regulatorio europeos.
Encima de la mesa siguen también los planes de Fertiberia y Asturiana de Zinc (Azsa). Ambas compañías recibirán 60,9 y 8,7 millones de euros, respectivamente, procedentes del PERTE de descarbonización. Mientras que Fertiberia todavía no ha dado a conocer el volumen de las inversiones que se acometerán, el CEO del grupo, Javier Goñi, sí ha asegurado que sea cual sea «servirá para consolidar más de 271 empleos que trabajan diariamente en la fábrica asturiana». «Con estos planes vamos a evitar la emisión de más de 26.000 toneladas de CO2, lo cual es un hito muy relevante y por tanto vamos a convertir esta fábrica en un referente de la producción moderna, sostenible y descarbonizada», ha avanzado Goñi sobre los proyectos de la compañía. Por su parte, los planes de Azsa pasan por utilizar los 8,7 millones en la construcción de una instalación fotovoltaica compuesta por 41.000 placas solares con una potencia de 28,7 megavatios, que cuenta con una inversión global de unos 15 millones de euros.