Elena Quirós, enferma de cáncer de mama metastásico en cuarto grado: «Me han llamado cobaya por participar en ensayos clínicos, pero yo voy a por más vida»
Asturias
Esta avilesina ha decidido «agarrarse a lo que sea» para ganar tiempo a la enfermedad, por lo que reivindica que se agilice la aprobación de los tratamientos y más investigación para que pueda llegar a cronificarse con calidad de vida
14 Oct 2024. Actualizado a las 09:23 h.
Elena Quirós Rodríguez es de Avilés, es enferma de cáncer metastásico, pero puede decirse que, sobre todo, es luchadora. Lucha «por más vida» de todas las maneras posibles desde hace 15 años y lo hace por ella, por quienes padecen la enfermedad ahora y por quienes la puedan padecer en el futuro.
Esta avilesina empezó su «calvario» particular en 2009, año en el que le detectan un cáncer hormonal. En 2015, le diagnostican un segundo cáncer, en este caso en la mama derecha, que la lleva a una mastectomía bilateral, aunque la enfermedad no paró ahí y en 2018 empieza «con un dolor raro en la zona de la cicatriz». Dolor del que, explica, «viene la sorpresa: la metástasis». Elena señala que «en ese momento es un derrumbe total», un mazazo que, añade, le llevó a llorar «sin consuelo» a ella y a su marido «porque la rabia y la impotencia no te la quita nadie».
La misma relata que cuando le diagnosticaron el cáncer de mama metastásico, que actualmente tiene en cuarto grado, fue «un impacto tremendo» porque las malas noticias se sucedían en poco tiempo: «me dijeron que la quimio iba a ser de por vida», señala Elena, que añade que cuando todavía no le había dado tiempo a coger aire, el oncólogo le informó de que el tratamiento no estaba dando resultado y que, por tanto, la quimio tendría que ser a la vena. «Fue otro impacto», como lo fue que le dijera que así el tratamiento tampoco estaba dando resultado.
«Una no tiene palabras para esta enfermedad», asevera esta avilesina, que añade que pese a la dureza de lo que estaba y está viviendo, en un momento dado optó «por reaccionar». «Le dije a mi oncólogo que me buscara un ensayo clínico que yo iba para allá» cuenta Elena con la garra de no estar dispuesta a rendirse ante su enfermedad, así que en 2021 comienza un ensayo de inmunoterapia que se estaba desarrollando en el Hospital 12 de Octubre, en Madrid. «Tenía que ir a Madrid todas las semanas, pero iba, porque como yo le decía al médico: vengo a por más vida, lo que sea, un año, sean dos…».
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La mala suerte que tuvo Elena Quirós es que ese primer ensayo le falló y también el segundo que intentó, con el que no llegó a estar ni el año de duración estimado porque su enfermedad seguía avanzando, así que el siguiente paso fue pasarse a otro ensayo «que venía muy potente» en el Hospital Universitario Quirón. Se trataba de unas pastillas inhibidoras con las que sólo estuvo tres meses. «Otro palo y otra impotencia», describe la misma, que siente que en su caso los tratamientos se asemejan a «echar agua en un cesto» porque a pesar de los mismos su enfermedad sigue dando progresión y eso deriva en que tenga que salir de los ensayos.
Pese a todo, la decisión de Elena es «agarrarse a lo que sea», por lo que desde junio se está tratando en el Hospital San Agustín con uno de los tratamientos cuya financiación ha aprobado recientemente el Gobierno estatal, el Trodelvy, ya que al tratarse el suyo de cáncer de mama metastásico triple negativo, para esta variante del cáncer ya se prescribía con anterioridad con financiación pública.
Impacto de la enfermedad en la familia
Más allá de lo que ya supone batallar con esta terrible enfermedad, Elena llama la atención también sobre el impacto que tiene en las familias y cómo afecta a todos los miembros de la misma, sobre todo, cuando la enfermedad y la falta de salud la padecen las dos figuras principales del hogar. En su caso, su marido ya tenía problemas de salud serios e importantes en una pierna y dos años después fue cuando a ella le diagnosticaron el primer cáncer. «Yo tengo dos chavales que por aquel entonces eran niños y se criaron viéndonos enfermos», comenta la misma, que añade que eso causó un gran impacto, sobre todo, al menor de sus hijos.
Por eso y otras muchas razones, Elena reivindica agilidad en la concesión de las medicaciones, «porque nos vamos más de 6.000 mujeres al año», dice con dureza y con la sensación de que «estamos apartadas del mundo. Parece que somos el cáncer negro, todo el año dependiendo de un TAC a otro». Eso, expresa, «genera una gran incertidumbre, miedo, rabia… Y después estas medicaciones que nos dan, te excitan mucho», explica la misma, que reconoce que hay veces en las que está sensible e irascible a consecuencia de los tratamientos.
Pero en el ánimo de Elena Quirós está no dejarse vencer ni quedarse de brazos cruzados: «el tiempo no pisa los talones, pero si falla una medicación, ¿qué me siento a esperar?». Su respuesta es un no rotundo y por eso anima a quienes necesiten tratamientos nuevos que vayan a ensayos clínicos. «A mí me han llamado cobaya, pero yo no me siento así. Voy a Madrid a por más vida, por mí y por las generaciones que vienen detrás, y así lo llevo grabado en mi brazo», apunta Elena en referencia al tatuaje que lleva.
Con esa disposición, reclama a las administraciones «menos madeja a la hora de financiar medicación», puesto que pueden llegar a tardar más de 700 días en una aprobación; a las farmacéuticas «que se junten para que salgan los medicamentos más baratos» y, por supuesto, «más investigación para que se pueda llegar a cronificar la enfermedad con calidad de vida». También lanza una petición a los profesionales médicos: «más empatía, porque aparte de enfermos, somos personas con nombres y apellidos y el afecto y comprensión, también es medicina».
Y toda su reivindicación la resume en una frase: «vivir es urgente, porque no damos abasto a despedir compañeras».