Llaveros de corcho para que los 11 niños de Asiegu tengan su tirolina: «Es un símbolo de resistencia y de reto demográfico»
Asturias
La aldea de Cabrales, con 65 habitantes, crea una iniciativa que inculque valores de unidad y constancia entre los más pequeños e involucre a los visitantes un turismo respetuoso con el destino y su gente
16 Aug 2024. Actualizado a las 10:42 h.
Asiegu, una parroquia de Cabrales, comenzó la pasada Semana Santa una iniciativa cuyo objetivo es poner una tirolina para los niños del pueblo. Se trata de una aldea en la que viven 65 personas y casi el 17% son menores, un total de 11 que no llegan a los 15 años. Para la asociación local esta iniciativa «es un símbolo de resistencia y de reto demográfico», en un pueblo que no llega a los 70 habitantes. Colaborando entre todos ellos, crearon un producto de bajo coste, asturiano por completo y con un precio asumible para consumidores.
En 2025 se cumplen 100 años de la construcción de la escuela del pueblo, y la intención que tienen es hacer mejoras en su entorno «vinculándolo a las nuevas generaciones, para enraizarlas y darles oportunidades aquí», asegura Javier Niembro, vecino del pueblo. La iniciativa nació de la Asociación Cultural Asiegu XXI, quienes tuvieron en cuenta las peticiones de los niños de tener una tirolina en la plaza.
¿Cuál es su producto? Llaveros de corchos o chapas, que entre todos hacen y venden. La idea reúne la sencillez y la practicidad con Asturias y algo tan tradicional e identitario como es la sidra en la comunidad. Cuestan un euro y se puede conseguir en la sidrería Casa Niembro.
Todo alrededor de esta iniciativa por los niños de Asiegu crea un ambiente de solidaridad y un vínculo entre todos sus habitantes. El terreno, ahora público, donde va a ponerse la atracción fue donado hace 20 años por unos vecinos del pueblo que residen en México, con la ilusión de ampliar la plaza, tener más sitios para todos y «con la idea de seguir creciendo y que puedan disfrutarlos los niños de aquí y quienes vengan a visitar Asiegu».
El Ayuntamiento de la localidad aceptó esta iniciativa, siempre y cuando se cumpliese con las normas de seguridad establecidas y la estructura y construcción de la tirolina estuviera homologada. La elección de la atracción fue de los niños, cuando en una excursión a Porrúa probaron una y «les gustó y se acordaron de ello» para seguir ampliando la diversión en Asiegu.
Para conseguir la financiación ellos no están exentos de aportar, participan en la elaboración de los llaveros y también venden a los clientes y viajeros. Algo que destaca Niembro, es que esto también es atractivo para los turistas, que les permite aportar «su granito de arena, dejar una huella positiva» y llevarse un recuerdo de su viaje por Asturias, lo que supone también realizar un turismo respetuoso con el destino y sus habitantes y mantener las zonas rurales, por un euro cada uno.
«Los llaveros son una forma de reutilizar los corchos que una vez usados ya no sirven», recalca Niembro. Llevan trabajando meses para conseguir su objetivo y por el momento llevan más de 4.000 llaveros vendidos, lo que se traduce en que euro a euro van acerándose a hacer más entretenido ser niño y vecino en Asiegu.
A través de su meta principal, por el camino van consiguiendo otros de sus propósitos, como «enseñar a los más pequeños el significado y valor de las actividades comunitarias y los objetivos comunes como pueblo», precisa Javier Niembro. Además de enseñar activamente a los niños la importancia de la constancia y dejar huella para las generaciones venideras.
No es la primera vez que se movilizan como pueblo para mejorar la calidad de vida en Asiegu, anteriormente hicieron una guarida en un árbol en el contexto del Festival comunitario Cabrales de Pueblo en Pueblo. En este caso, la idea es seguir vendiendo lo máximo posible «aprovechando las temporadas de turismo» y «más o menos» continuarán con ella hasta el puente del Pilar, que este año cae el sábado 12 de octubre.