Elías Delgado, endocrino, jefe de la sección de Diabetes del HUCA: «Comemos demasiada cantidad, es el mal de nuestra época»
Asturias
«De nada sirve tomar medicación para meterme en el bikini dentro de tres meses y después volverlo a dejar; además, el efecto yoyó -subo peso, bajo peso, vuelvo a subir, vuelvo a bajar- tiene riesgo cardiovascular»
19 Jul 2024. Actualizado a las 08:26 h.
Elías Delgado Álvarez (Riolago de Babia, León, 1964) es profesor titular de Medicina de la Universidad de Oviedo y jefe de la sección de Diabetes del servicio de Endocrinología del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA). Está muy al tanto de la presencia de esta enfermedad silenciosa asociada a la obesidad, cuya prevención cree que se debe abordar cuanto antes. Y también asegura que la farmacología ha dado un gran salto de calidad que permite hacer frente a la obesidad con más garantías y eficacia que nunca. Eso sí, no de cualquier manera sino bajo estricta vigilancia médica.
—Se habla mucho de la gran prevalencia de la diabetes. ¿Cómo está la situación actualmente en Asturias?
—Es la epidemia del siglo XXI. En España hay un gran estudio en el que hemos participado nosotros, que sabemos que hay un 14% de la población española por encima de los 18 años con diabetes melitus tipo 2, son más más de 5.3 millones de personas. La mitad saben que la tienen y la mitad está sin diagnosticar. En Asturias estamos en estos porcentajes.
—¿Y qué tenemos que hacer para luchar contra esta epidemia?
—Fundamentalmente, llevar un estilo de vida cardiosaludable, haciendo ejercicio y mantenernos en el peso, sobre todo aquellos que tengan un abuelo, un padre o una madre con diabetes tipo 2, porque tienen más papeletas para que les toque la lotería. Con lo cual, tienen que mantenerse con una buena actividad física, un estilo de vida saludable y una dieta adecuada, eso es fundamental.
—¿Comemos bien en Asturias?
—Comemos demasiada cantidad, es el mal de nuestra época. Hubo épocas en las que había hambruna pero ahora es al revés. Tenemos exceso de comida y todo nos lleva a comer más cantidad de la cuenta. Y como parece que no nos saciamos nunca, ya no comemos solo por necesidad sino por placer muchas veces, y eso hace que la obesidad sea una de las enfermedades crónicas que más tenemos en este momento. Y detrás de la obesidad viene la diabetes.
—La cantidad es importante pero también el tipo de comida
—Evidentemente, toda la comida con más contenido calórico como las grasas y una gran cantidad de hidratos de carbono es más perjudicial. No solo la cantidad sino la calidad. Si comes mucha grasa y muchos hidratos de carbono es lógico que acabes ingiriendo más calorías de las que necesitas, que se acumulan en forma tejido graso en nuestro organismo, y de ahí la obesidad.
—La obesidad es el principio de todo
—La obesidad es la abuela y la madre la diabetes. La obesidad está detrás de todo, es una enfermedad que tiene un montón de complicaciones; una de ellas es la diabetes, pero no solo eso sino que tienes más eventos cardiovasculares, más hígado graso, apnea, problemas articulares como la artrosis, más ictus e infartos. Con lo cual lo ideal es intentar prevenir esa obesidad o por lo menos tratarla para disminuir los riesgos.
—Hablaba de que la mitad de los diabéticos no saben que lo son. ¿Qué habría que hacer para afinar más el diagnóstico?
—Una persona que es obesa ya tiene que hacer su prueba de si tiene o no diabetes, si tiene hipertensión, cómo tiene sus lípidos o si tiene algún tipo de problema. Y una vez que lo tiene, tener claro que es una enfermedad crónica, que debería tomar cartas en el asunto intentando tratarla de la mejor manera posible para disminuir su peso y sus riesgos cardiovasculares.
—¿Han mejorado los tratamientos?
—Sí. Ahora tenemos buenos tratamientos para esa enfermedad crónica que es la obesidad. Empezaron siendo para las personas con diabetes porque tenían mucha bondad para disminuir los niveles de glucosa pero asociado a eso se vio que disminuía de peso. Son fármacos que estamos usando muchísimo ya desde hace diez años para las personas con diabetes, pero últimamente también están indicados para personas exclusivamente con la enfermedad crónica de obesidad y con riesgo de diabetes, eventos cardiovasculares, etcétera. Están indicados por las autoridades sanitarias pero no están financiados para personas solo con obesidad. En este caso, si la obesidad no está asociada a la diabetes, el medicamento hay que pagarlo.
—¿Y cuáles son los principios activos?
—Tenemos desde hace ya tiempo la semaglutida, el famoso Ozempic, que llevamos con él ya varios años en tratamiento para las personas con diabetes y que recientemente se ha comercializado en dosis más altas con el nombre de Wegovy para personas exclusivamente con obesidad. Y ahora tenemos el hermano mayor de esta familia que es el tirzepatide, que es un doble agonista, es decir, que una sola molécula activa dos receptores, mejora la secreción de insulina y da la sensación de saciedad mucho antes, de tal manera que tiene más potencia a la hora de perder peso. El nombre con el que se acaba de comercializar el 1 de julio es Mounjaro. Estamos en un momento fundamental porque tenemos estas herramientas terapéuticas que consiguen bajadas de peso importantes.
—¿De qué cifras estamos hablando?
—Wegovy adelgaza en torno al 16% y el Mounjaro está entre el 22% y el 25%. Son barbaridades. Tenemos pacientes que con 140 kilos se han quedado en 100 en seis u ocho meses. Son fármacos novedosos y prometedores, que han podido surgir gracias a los que han recibido este año el premio Princesa de Asturias en Investigación. Descubrieron unas hormonas intestinales que se estimulan con la comida, que permitieron la posibilidad de que ingenieros bioquímicos investigasen fármacos que actúen a través de los receptores de esas sustancias. Lo descubrieron hace 50 años pero ha tenido que pasar todo este tiempo hasta que los ingenieros han sido capaces de desarrollar, investigar y asegurarse de que son buenas y que no tienen efectos secundarios. Aquí se ve muy bien el largo proceso que lleva la investigación clínica.
—Con este tipo de pastillas para adelgazar estará el riesgo de que la gente se las tome con alegría y sin prescripción médica
—Sí. Esto tiene que estar dentro de un plan. Este medicamento te va a hacer comer menos y bajar de peso, pero en el momento en el que abandonas el fármaco, vuelves a ganar ese peso. Entonces, tiene que haber un equipo sanitario que ponga un plan de tratamiento integral, que vaya con unos cambios de hábitos de vida, con un ejercicio, con una dieta y ayudado con una medicación. De nada sirve tomar esta medicación para meterme en el bikini dentro de tres meses y después volverlo a dejar. Además, está lo que se llama el efecto yoyó: subo peso, bajo peso, vuelvo a subir, vuelvo a bajar, eso tiene riesgo cardiovascular. Desde un punto de vista científico estamos totalmente en contra de esta forma de utilizar este tipo de fármacos. La medicación es una parte más del tratamiento integral de la obesidad.
—¿Y qué efectos secundarios tienen?
—No hay efectos graves. Sí hay unas molestias gastrointestinales que al principio son un poco más importantes pero en seguida se toleran perfectamente. Tan solo un cinco o seis por ciento tienen que retirarlo porque no lo toleran por problemas gastrointestinales.
—La prediabetes es un momento en el que todavía se puede evitar la cronicidad de la diabetes, ¿no?
—Claro. Una glucemia por encima de 126 es diabetes; entre 100 y 126 es lo que llamamos una glucemia basal alterada o prediabetes, aunque hay otros criterios. Esos son momentos para hacer prevención, que es mucho más eficaz que el tratamiento. Si tu eres una persona que te sobran kilos y tu análisis de sangre da una prediabetes es el momento ideal de tomarte en serio tu obesidad y tratarla, porque sabes que vas a disminuir el riesgo de convertirte en diabético y de tener un problema de un evento cardiovascular o de cualquier otro tipo.
—¿Puede darse la circunstancia de que los parámetros de la diabetes tipo 2 estén disparados sin obesidad?
—Sí. La gran mayoría de las personas con diabetes, entre el 80% y el 90%, tienen obesidad, pero es verdad que hay algunos que no la tienen. Es la misma diabetes pero a veces hay que tomar pastillas o hay incluso que poner insulina.
—Entonces, será más difícil que esa persona haga una analítica, porque se ve bien de peso.
—El problema es que esa glucemia puede dar problemas, incluso puede tener una clínica más florida. Las personas orinan mucho, beben mucho, y si a largo plazo no le hacen caso aparecen problemas de infartos, insuficiencia renal, ceguera, etcétera. Eso es todo lo que tenemos que evitar.
—Se habla mucho de la obesidad infantil
—Sí. Esto conviene tratarlo ya desde la escuela y desde los hábitos en casa. Un niño o adolescente obeso está condenado a ser un adulto obeso. Con lo cual, cuanto más se pueda prevenir y antes se cultiven los hábitos en cuanto a la dieta y el ejercicio, mejor. Y cuanto antes seas obeso más difícil será luchar después contra la obesidad. Los hábitos se heredan y quedan ahí para toda la vida. No estamos en los rangos de Estados Unidos, pero sí hay unas cifras más altas de lo deseable. Aunque no tengo datos concretos, en Estados Unidos podríamos estar hablando de un 20 por ciento, y aquí entre el 10 y el 12 por ciento.
—¿Hay diferencias en la prevención en función de la edad?
—Si. Para los niños hay que adaptarla de manera más amena, y más centrada en el ejercicio físico, y a los mayores quizá hay que centrarla más en la dieta. Pero, aunque tienen sus peculiaridades, al final la prevención es fundamental siempre: el estilo de vida, el ejercicio, la dieta. Y los fármacos son una ayuda más.
—¿El alcohol también contribuye a la obesidad?
—Sí. El alcohol son calorías vacías que hay que computar a la hora de la ingesta diaria. Si hay que hacer una restricción de calorías, cuanto menos, mejor, sabiendo que el alcohol engorda. Son siete kilocalorías por gramo de alcohol.