La Voz de Asturias

La capacidad de carga, el límite para evitar la saturación turística en los espacios naturales: «Nos estamos comiendo el paraíso»

Asturias

Manuel Noval Moro Redacción
Turistas en el Mirador del Fito con los Picos de Europa al fondo

«Si por un puente pasan 20 camiones y aguanta, y a partir del 21, colapsa, esa es su capacidad de carga», explica el coordinador de la Plataforma para la Defensa de la Cordillera Cantábrica ante la grave amenaza de extinción tanto del salmón como de la angula

15 Jul 2024. Actualizado a las 10:02 h.

A nadie se le escapa que el turismo ha crecido en Asturias de forma exponencial, hasta el punto de que en algunos espacios ya se empieza a hablar de saturación. Hay una perspectiva muy obvia de este problema: la de los propios visitantes, que disfrutan menos de espacios atestados de gente, y la de los residentes, que ven cómo el acceso o el precio de los servicios aumentan de forma desorbitada. Pero hay una tercera perspectiva a la que apenas se atiende y que quizá merecería más atención: la de la conservación de la riqueza natural. Es esta perspectiva la que le preocupa a la Plataforma para la Defensa de la Cordillera Cantábrica. Su coordinador, Ernesto Díaz, pone sobre la mesa un concepto que a su juicio debería tenerse muy en cuenta y que, sin embargo, no se está llevando a la práctica: el de capacidad de carga.

¿Qué es la capacidad de carga de un espacio natural? Sería la cantidad máxima de individuos que un hábitat puede soportar sin que se produzcan efectos negativos en los recursos y en el ambiente. El factor humano añadido a estos hábitats por el turismo influye inevitablemente en esa capacidad de carga, de tal forma que han de ponerse límites a los accesos masivos de personas. «El aprovechamiento turístico en los espacios naturales debe estar sometido a un análisis de capacidad de carga; es algo que se hace en muchos sectores, y en este caso el medio soporta lo que soporta», sostiene Díaz.

Turistas en los Lagos de CovadongaJ.L.Cereijido | EFE

Pero hay que tener en cuenta que no se trata solo del número de personas o del hecho de que estén visiblemente aglomeradas, sino del impacto que tienen en el entorno. «Hay sitios que se saturan con 100 personas, otros con 200 y otros con 1.000 o 2.000. Por ejemplo, si tienes una especie animal o vegetal, que a partir de un determinado nivel de presencia de personas en la proximidad de donde vive se ve afectado, estás sobrepasando una capacidad de carga. No es solo una cuestión visual», explica el coordinador. «El Muro de Gijón puede soportar mucha gente, puede haber una aglomeración enorme sin que se vea afectado; no se trata de ver mucha gente en un lugar sino si esa gente afecta realmente o no al entorno». Díaz hace el símil de la capacidad de carga de un puente. «Si pasas por el puente 20 camiones y aguanta, y a partir del 21, colapsa, esa es su capacidad de carga; lo mismo pasa con los espacios naturales; no es una cuestión de que los ecologistas o los vecinos tengan manía a los turistas, es que cuando un sistema colapsa».

Este es un riesgo, en opinión de Ernesto Díaz, que se está corriendo en los espacios naturales en Asturias. Y un buen ejemplo son las carreras de montaña. En Asturias se celebran al año 85 carreras de montaña. «Todos los meses del año, todas las semanas se celebran carreras; no hay una sola semana del año en la que no haya una carrera de montaña en Asturias, y entre el 60 y 70 por ciento son en espacios naturales protegidos: Fuentes del Narcea-Degaña-Ibias, Somiedo, Las Ubiñas, Picos de Europa, Redes o el Sueve. Y Asturias es, de todas las comunidades limítrofes, la que más pruebas deportivas de este tipo tiene en espacios naturales protegidos». Para Díaz, «un parque natural o nacional no está hecho para celebrar pruebas deportivas; puede gustarte hacerlo, si, pero el objetivo de los parques naturales es la conservación de la naturaleza, esa es la prioridad, y las actividades son secundarias, deberían estar supeditadas a la conservación».

Turistas en CudilleroPaco Paredes | EFE

La protección de estos espacios está justificada porque se trata de ecosistemas frágiles en los que viven especies que necesitan un especial cuidado, como los osos, urogallos, lobos, rebecos o distintos tipos de anfibios. En Muniellos, hay una carrera de montaña todos los años que pasa por zonas críticas de urogallos y de osos. El problema, para el coordinador, es que se supedita todo a la economía. «Si, por ejemplo, analizas la carrera de montaña de Somiedo, dices que fueron 600 personas o que hubo 300 pernoctaciones, que se consumieron no sé cuántos menús y se bebieron un montón de cacharros. Pero no hablas de los desplazamientos que se requirieron, de los residuos que se generaron, de los decibelios que hubo, eso se obvia, y es algo que habría que mirar en la evaluación ambiental de cada proyecto».

Hay espacios en los que es obvio que se ha superado la capacidad de carga, y quizá el ejemplo más palmario sean los lagos de Covadonga, «a pesar de la limitación de acceso, es una feria, da igual en verano que invierno», sostiene Díaz. Es hora, entonces, de hacer algo. «Nos está faltando un análisis de capacidad de carga que sea crítico; si el análisis te da que en un espacio no se pueden superar las 1.000 personas distribuidas, lo que tienes que hacer es rebajar las expectativas y poner la cifra un poco más abajo; ahora no solo se está haciendo eso sino tirando por ir a los 2.000, no tiene ningún sentido, porque los límites los tienes que empezar a poner antes de que la cosa explote, y tienes que ser muy férreo; sin embargo, el lema de la Administración asturiana es ‘Cuanto más mejor, y da igual cómo’». 

Turismo de selfie

Ernesto Díaz cree que se está haciendo un tipo de promoción turística «no solo con un impacto ambiental muy elevado sino también muy basta; el tipo de turismo que se está fomentando es muy consumista, de selfie, que no aporta nada al territorio». Un ejemplo es el mirador de la Farrapona, en Somiedo, actualmente en construcción. «Primero se asfaltó la pista de Saliencia para que llegaran los ciclistas de la Vuelta a España; después se plantea el mirador turístico y, posteriormente, se asfalta el acceso desde Torrestío, en la vertiente de León, así tenemos el acceso a La Farrapona, donde muy cerca en la vertiente asturiana crió una osa. No tiene ni pies ni cabeza». Y el retorno, en proporción a su impacto, es pequeño. «Se van a vender algunos menús en la Pola, alguien llenará el combustible en la gasolinera y comprará unas marañuelas, pero realmente el impacto económico a largo plazo no es claro».

Grupos de turistas se protegen del calor en el exterior del monumento prerrománico de Santa María del NarancoAlberto Morante

Especies en peligro

En la conservación de los espacios naturales hay varias cuestiones. Una es la falta de civismo de algunos turistas, que, por desconocimiento, arrancan plantas en peligro de extinción, aparcan sus vehículos cerrando fincas o alimentan inadecuadamente a los mastines que protegen las ganaderías en las zonas de montaña.

Otra es el peligro de que algunas especies se extingan por su consumo indiscriminado. La Plataforma pone el foco en dos muy llamativas que, según su coordinador, están «al borde del colapso»: el salmón y la angula. «El campanu del río Esva se pescó dos meses después de abrir la temporada; entonces, no solo no los dejamos de capturar cuando están al borde del colapso sino que promocionamos la pesca; la anguila se ha declarado en Europa en peligro crítico de extinción, y aun así hacemos un festival de las angulas todo los años en La Arena».

Este tipo de acciones, que forman parte de una forma de hacer las cosas en la promoción de Asturias, pueden tener consecuencias graves, según Díaz. «Lo que se debería hacer es meter en el catálogo de especies protegidas a salmones y angulas, y explicar que no se pueden comer porque se están extinguiendo; esa es una forma de hacer paraíso natural; de qué sirve el eslogan si nos lo estamos comiendo; nos estamos comiendo el paraíso natural».

Hay que actuar, entonces, poniendo límites. «Los gobernantes tienen que ser valientes e ir con la cara por delante, porque así no se puede seguir, y si hay conflicto con ribereños y anguleros, compénsenlo de alguna manera, con dinero, inviertan en una remodelación del sector». Si dejan de pescar varias temporadas, las especies seguramente se recuperarán, «porque la naturaleza, cuando la dejas respirar, es muy agradecida». El coordinador de la Plataforma pide que nos planteemos «cuál es la Asturias que queremos» y obrar en consecuencia, protegiendo las especies y los hábitats más delicados. «Estamos a tiempo, pero hay que actuar ya», concluye.


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