Bribones, los aventureros asturianos guardianes del patrimonio
Asturias
Bribones, los aventureros guardianes del patrimonio
La plataforma cultural lavianesa recorre el mundo en busca de tesoros arqueológicos en expediciones cargadas de riesgo y complicaciones
17 Jun 2024. Actualizado a las 05:00 h.
En los años 90 del siglo pasado comenzó la andadura de Bribones, una plataforma cultural que comenzó tímidamente en Laviana, donde sigue radicada, y que hoy se ha convertido en un colectivo multidisciplinar con cerca de 50 personas que tiene previsto abrir delegaciones en Texas y en Cuba. ¿Y cuál es su misión? Descubrir o rescatar del olvido tesoros del patrimonio cultural o de la memoria colectiva, que normalmente son de difícil acceso. Porque su trabajo está asentado en tres pilares: el arqueológico, el etnográfico y el mitológico, pero todos ellos están sustentados en la aventura, y también en el misterio. Para descubrir o dar a conocer algunos de sus hallazgos, los Bribones tienen que embarcarse en expediciones complejas, y quienes participan en las más difíciles deben tener conocimientos de escalada, buceo, patrón de embarcaciones u otras habilidades.
Arcadio Noriega, Javier Dacosta, Sergio Vega, Jaime Gayol y Pilar Chacón fueron los primeros Bribones, y aunque desde el principio pusieron en marcha varias iniciativas, el punto de inflexión de su actividad fue una expedición bíblica en el valle de Sela, en Jordania, en el año 2017. «A la vuelta, colaboramos con más especialistas, y fue cuando nos pusimos más serios tanto en lo local como en lo internacional», explica el presidente, Arcadio Noriega.
Desde entonces, no les han faltado aventuras ni retos; han afrontado misterios que aún quedan pendientes e incluso peligros dignos de películas de acción. El más destacable fue, quizá, el ocurrido en Jordania. Una arqueóloga estaba descolgada a 150 metros de altura estudiando una inscripción cuando, de repente, empezaron a sonar disparos. Les dispararon entre unas 20 y 30 veces, por suerte sin atinar. «Seguramente eran buscadores de tesoros; tuvimos que evacuar a tres arqueólogos, fue una aventura de verdad», relata Noriega.
Ante este tipo de historias aparece la inevitable comparación con Indiana Jones, el arqueólogo aventurero más popular de la ficción, que aunque no les desagrada tampoco refleja, a su juicio, su trabajo. Porque el nombre del colectivo, a pesar de su connotación gamberra, es un acrónimo de Brigadas Boinas Negras, y su trabajo es serio y respetuoso. Al profesor Jones le gustaba bastante expoliar y a los Bribones, lo contrario: preservar y respetar el patrimonio y la memoria de cada lugar.
La brigada está formada por arquitectos, arqueólogos, exmineros, militares o policías, y tiene como pilar fundamental el rigor. Antes de hacer público un hallazgo o ponerlo en manos de Patrimonio, se cercioran de su valor consultando a expertos muy cualificados en cada una de las materias. Y están en contra de los detectores. Prefieren estudiar cada entorno y poner lo que pueda haber en manos de quien sabe del asunto. «Nosotros investigamos el área, hablamos con la gente, con los paisanos, descubrimos enclaves arqueológicos e informamos», explica Noriega.
Sus aventuras han tenido una gran trascendencia, gracias en parte a que protagonizaron una docuserie para Mediaset titulada Bribones, en el corazón de la aventura, que ha llegado a todos los rincones. Ya sea ante las cámaras o de forma mucho más discreta, trabajan en varios frentes que los tienen ocupados y alertas. Tienen proyectos internacionales y locales.
Bribones, los aventureros guardianes del patrimonio
Estos son los más destacados:
El lienzo
Los miembros de la plataforma descubrieron hace unos años, en la sierra de Peñamayor, una pared a la que han llamado «El Lienzo». Se trata de un panel de 28 metros en el que están diseminados numerosos grabados prehistóricos con imágenes de cérvidos, mamuts, equinos, cazoletas, signos ideomorfos o ídolos, que van dese el paleolítico hasta edades más recientes. Es un lugar que, a su juicio, podría ser «importantísimo», con un suelo arqueológico intacto. A del valor del panel, que han contrastado con varios expertos, los técnicos de Patrimonio, en una primera observación, lo dieron como negativo, esto es, no lo consideraron digno de protección. Pero Bribones decidieron seguir adelante y volver a plantear el asunto, porque consideran que la importancia del hallazgo merece la insistencia, y están a la espera de una segunda vuelta que confían que consiga una valoración positiva. Según Noriega, trabajan a contrarreloj, y tanto ellos como ganaderos que colaboran con la asociación se encargan de vigilar la zona para evitar su deterioro. «Si no se considera como enclave arqueológico es difícil de proteger; por suerte, ahora contamos con gente que entiende que allí hay una riqueza patrimonial, tenemos un apoyo total de la gente de la zona».
Cordal de la Campa de Fresneo
El equipo está pendiente de diversas pruebas en el Cordal de la Campa de Fresneo, a la espera de que dé «buenos frutos arqueológicos». Todo apunta a que en esta zona de la Peñamayor lavianesa puede haber varias estructuras prehistóricas que podrían tener gran interés. Entretanto, los Bribones cuidan de que no se expolie la zona y tratan de conseguir la financiación para certificar el hallazgo.
Pozos lobales
El colectivo estudia varios pozos lobales —trampas que se usaban en la antigüedad para cazar al lobo— cada uno con su peculiaridad. Recientemente han descubierto uno en la sierra de Peñamayor, que no está acolmatado y puede ser, a su juicio, importante para contribuir a la investigación y la riqueza patrimonial. Tiene sillares de 300 kilos de peso y llega a 3,5 metros de profundidad, con una forma cóncava pensada para que el lobo, cuando cayera, no lograse escapar. No se conoce todavía su antigüedad. Podría ser medieval. Hay otros cinco en Laviana, dos en zona de hábitat y otros tres en zona de caza.
Molinos, fraguas y batanes
Están concluyendo la edición de un libro con un estudio muy importante sobre molinos, fraguas y batanes en el concejo de Caso, con una ficha por cada elemento etnográfico con toda la información que se conservaba de él: sobre quiénes eran los molineros, el uso concreto que se les daba, los trabajos que se hacían allí, etcétera. Alguno de los molinos data del siglo XVII.
Dos proyectos internacionales
Los Bribones han comenzado con las gestiones previas para emprender dos proyectos internacionales de gran interés: se trata de acceder a los pecios de barcos hundidos. Uno de ellos, en California, con el que pretenden dar a conocer en Estados Unidos el patrimonio español. Otro, en Mauritania, en torno al patrimonio francés. En en este caso, también se trata de ir más allá de descubrir lo que aporte el pecio: ahondar en la memoria de lo sucedido en los pueblos tribales de la costa.
Los Bribones emprenden todas estas aventuras por pura pasión. Consiguen financiación como pueden y, en muchas ocasiones, ponen de su propio bolsillo lo que les falta. No son pocas las ocasiones en las que pierden dinero. Pero esa no es la cuestión. Lo importante es conseguir el acceso a enclaves que se salgan de lo convencional, que requieran un esfuerzo extra que están dispuestos a hacer con tal de preservar un bien patrimonial, esté donde esté.
En muchas ocasiones, para encontrar misterios no hace falta ir muy lejos. Por ejemplo, en Campo de Caso, en el corazón del parque de Redes, está lo que llaman el Camino Ancestral. «Subes a una zona muy difícil de acceder y encuentras un camino de piedra de casi tres metros de ancho, que cae al vacío, empieza en la nada, y del que no hay memoria histórica, es un enigma al que los especialistas que hemos llevado al sitio no le encuentran solución». Son este tipo de misterios los que más estimulan a los aventureros, los que más mueven a explorar, a ir un poco más allá del estudio convencional, en busca de una respuesta que, todo hay que decirlo, no siempre llega.
En cualquier caso, hay un trabajo importante de conservación de la memoria de la gente de los pueblos. «Esos pastores que saben de cada cueva, de los sitios en los que hay pinturas, de las paredes que ven raras; esa información es oro puro, y si no nos damos prisa podríamos perderla», considera Arcadio Noriega. Lo importante es llegar a tiempo, y conseguir que bienes patrimoniales desconocidos y remotos se salven del olvido. «Buscamos especialistas, y somos conscientes de que Patrimonio llega hasta donde llega; nosotros tratamos de ayudar lo máximo posible, y entendemos que en algunos lugares, si no hay recursos para excavar, es mejor que se deje come está, porque se puede excavar muchos años después; el problema es que hay algunos enclaves que es posible que se pierdan», y ahí es donde ponen su mayor empeño. El panel de Peñamayor, por cuya conservación van a seguir luchando, es buena prueba de ello. Cualquier lugar en el que haya signos de que pueda tener algún valor patrimonial tendrá a los Bribones siempre listos para evitar que se pierda en la noche de los tiempos.