Contaminación acústica: estos son los barrios asturianos donde más se sufre y sus efectos para la salud

¿A quién no ha molestado alguna vez un excesivo ruido a la hora de conciliar el sueño? Bien sea por un tubo de escape sin silenciador o por los golpes de los contenedores de basura en el momento de ser recogidos. Turismos, motocicletas, transporte público, servicios de recogida de residuos o vehículos de emergencias, así como obras y actividad industrial son las causas más frecuentes de contaminación acústica en Asturias. Una contaminación acústica que va a más y que los consistorios de los grandes núcleos urbanos, los más afectados, buscan solucionar.

Según el Mapa Estratégico del Ruido elaborado por el Ayuntamiento de Gijón en el año 2022, el tráfico es el principal foco de ruido en la ciudad. Tanto es así, que el 90% de las vías de la zona urbana superaban entonces los valores límite establecidos, alcanzando los 90 decibelios durante el día y llegando a los 60 durante la noche.

Según el citado documento, las calles que constituyen los principales focos de ruido en la ciudad son las avenidas Príncipe de Asturias, Constitución, del Llano y de la Costa, así como la calle Juan Alvargonzález.

Con estos resultados, Gijón se decidió a aprobar el Plan de Acción en materia de Contaminación Acústica vigente desde mayo de 2023. Una iniciativa que recoge medidas como incentivar los desplazamientos a pie mejorando las conexiones peatonales para reducir el volumen de tráfico, incrementar los controles de emisiones sonoras de vehículos y motocicletas o renovar la flota de autobuses municipales en busca de un menor ruido, entre muchas otras propuestas. 

Sin embargo, las decisiones adoptadas han resultado insuficientes para minimizar el impacto del ruido sobre los ciudadanos de los barrios más transitados de la ciudad y algunos grupos municipales instan a establecer como prioridad «la aprobación de una nueva ordenanza del ruido que incorpore medidas dirigidas a reducir la contaminación acústica en el concejo», tal y como reclamaba hace unos días Javier Suárez Llana, portavoz de IU en Gijón.

La misma problemática se vive también en la capital del Principado. Aunque en Oviedo se ha logrado reducir el impacto de la contaminación acústica en los últimos años, según el estudio realizado por el consistorio en 2022, la zona centro de la ciudad sigue estando expuesta a niveles de ruido superiores a los establecidos. Otras zonas de la capital como el barrio de la Argañosa y el de La Ería también son ruidosas, al sufrir un denso tránsito de vehículos, algo que se replica en Vallobín y La Florida así como en el entorno del nuevo Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA). Entre las medidas adoptadas por el ayuntamiento ovetense se peatonalizaron algunas de las calles más afectadas en la zona centro y se modificó la pavimentación de algunas vías para aplicar asfalto fonorreductor.

En Avilés, según el Mapa Estratégicos de Ruido elaborado por el Principado de Asturias en 2022, 3.244 vecinos sufrían de forma directa altos niveles de contaminación acústica al vivir cerca de carreteras de la comarca con un tráfico denso. Para cumplir con los estándares normativos, la población nunca debería estar expuesta a más de 55 decibelios, cifra que se superaba hasta en 15 puntos en algunas zonas. 

Llaranes es una de las zonas más afectadas por esta problemática, al transitar de forma diaria hasta 33.000 vehículos, 3.000 de ellos camiones pesados, por la carretera AS-392, especialmente en el tramo de dos kilómetros que coincide con los accesos de entrada y salida a la autovía AI-81. Trasona, El Palacio, Overo, Santa Cruz y Los Campos son algunas otras poblaciones afectadas por el ruido.

Efectos de la contaminación acústica en la salud

La exposición a altos niveles de ruido, sobre todo cuando se convierte en un trastorno recurrente y que perdura en el tiempo, puede causar problemas más allá de los evidentes efectos negativos en la audición. 

La contaminación acústica provoca episodios de estrés, fatiga o ansiedad, así como una peor calidad del sueño y afectaciones en la memoria. Otras consecuencias adversas incluyen el aumento de la presión arterial, la aparición de migrañas e incluso gastritis o colitis.

Además, se ha demostrado que algunos de estos efectos no son exclusivos de las personas, sino que también las mascotas que vivan en hogares afectados por el ruido pueden sufrirlos.