La asturiana que ya ha estado en más de 30 países: este es su secreto para recorrer el mundo y volver a casa con dinero
Asturias
Natural de Langreo, lleva media vida dedicándose a descubrir lugares de nuestro planeta tierra. Su primer viaje lo hizo cuando tenía 20 años y desde entonces no ha dejado de visitar países. Ya ha estado en más de 30 y asegura que todavía le quedan «muchísimos» más por conocer. Cuenta cómo se organiza y dónde está la clave para ser una trotamundos
27 Feb 2024. Actualizado a las 09:34 h.
Viajar es una de las vivencias más enriquecedoras y gratificantes que puede experimentar el ser humano. Permite conocer nuevas culturas, disfrutar de los paisajes, descubrir nuevos sabores, así como comprender las diferentes formas de vida. Posibilita también el desarrollo de las habilidades sociales, al mismo tiempo que uno aumenta sus conocimientos sobre las diferentes lenguas, tradiciones y costumbres. Es además una forma de desconectar de la rutina. En definitiva, «viajar es vida». Y sino que se lo pregunten a la asturiana Thamara Mas Rodríguez. Natural de Langreo y afincada en Fuerteventura, lleva media vida dedicándose a descubrir lugares. A sus 42 años ha visitado ya más de 30 países y asegura que todavía le queda «muchísimo» por visitar.
Desde bien joven Thamara ya descubrió lo que era viajar. Se fue a vivir con su madre y su hermana a Francia durante un largo periodo. Regresaron a Asturias y al poco tiempo las tres mujeres volvieron a hacer las maletas para poner rumbo a Zaragoza. Después se fue con su padre a residir a Valencia. Entre mudanza y mudanza aprovechó «las ofertas de Ryanair» y a sus 20 años se compró un vuelo a Londres. En esta ocasión, el viaje lo hizo con unos amigos. Le gustó tanto la experiencia que a partir de ahí empezó a destinar sus ahorros a conocer mundo. «Me di cuenta que lo mío no era hipotecarme, casarme y tener hijos, sino viajar», asegura.
Después de conocer la capital de Inglaterra su siguiente destino fue Ámsterdam. También estuvo en Rumanía, un país que, asegura, le «encantó». Hizo un viaje en el que conoció Bélgica, Francia, Luxemburgo y la parte baja de Holanda. «Me gustó mucho porque eran muchos países en muy poco recorrido», apunta. Después de ir de trotamundos por Europa decidió saltar el charco. Conoció Cuba, Jamaica y México. También fue desde China hasta Nepal y, evidentemente, se empapó de la cultura japonesa. Ha estado también en Marruecos y en Cabo Verde, entre otros lugares de nuestro planeta tierra.
Actualmente está en Camboya, país al que llegó el pasado mes de enero y en el que estará hasta el próximo 25 de marzo. «Aprovecharé para ir también hasta Bangkok y Ko Lipe —ambas localidades están en Tailandia— porque no me gustan las zonas masificadas. Regresaré a Nom Pen porque van a venir a pasar 15 días una amiga y mi prima que es asturiana. Las llevaré al norte del país y luego ya cogeremos un vuelo de vuelta a España, ellas regresarán unos días antes que yo», detalla Thamara, quien asegura que la experiencia en este país del sureste asiático está siendo «increíble»: «Me encanta, la gente es muy maja y además es súper seguro».
Ella misma se encarga de organizar todos y cada uno de los viajes. Mientras va apartando una buena parte de sueldo hasta ahorrar como mínimo 2.000 euros «por si acaso pasa algo», se pasa horas y horas investigando en internet sobre su próximo destino. «Estudio mucho los comentarios de la gente y las recomendaciones que hacen los mochileros en las diferentes páginas», cuenta. Una vez comprados los billetes y aterrizado en el país que va a visitar adquiere una guía en papel. «Lo hago siempre porque soy muy nostálgica del papel», confiesa.
En su mente lleva apuntados los lugares de interés turístico pero no va con nada planeado porque prefiere ir organizándose sobre la marcha. «Si me gusta un sitio me quedo, no hago la típica foto y me voy, y si no me gusta pues lógicamente me marcho», asegura. Para empaparse bien de la cultural está «un mes o dos» de viaje. «Mínimo estoy tres semanas porque como poco para conocer un país son 21 días», manifiesta antes aclarar que para ello aprovecha cuando no está en la bolsa de trabajo. Además como se emplea de TCAE en el Hospital de Fuerteventura tiene la posibilidad de juntar varios días de descanso y suele juntarlos con las vacaciones, que las coge cuando no es verano.
El poder permitirse estar tanto tiempo fuera de su casa se debe también a que cuando viaja se hospeda en albergues, hacerlo resulta mucho más económico. Y ¿qué lleva de equipaje? «Una mochila de 60 litros». En ella porta dos camisetas, dos vestidos, dos pantalones cortos, dos jerséis por si refresca y dos pares de calzado. «Literal que lavo mi ropa interior cada noche y voy cuando eso a lavanderías», revela.
Thamara prefiere llenar la mochila de experiencias que «realmente es lo que importa». «Incluso dejo espacio porque siempre me compro algo de recuerdo. Hay veces que llevo ropa de viaje a la que ya no le tengo cariño por si ya no me entra nada más pues la dejo allí. Cuando fui a Japón compré mucho porque había cosas muy chulas y lo que hice fue mandar un paquete con mi ropa y en la mochila traje lo nuevo», señala como consejo.
Para desplazarse por las distintas regiones del país que visita utiliza principalmente medios de transporte públicos. «En Camboya, por ejemplo, estoy cogiendo el autobús pero en algunas partes de Asia viajé en tren y la verdad que muy bien. Además tienen una especie de pasaporte que te permite coger todos los convoyes que quieras», cuenta. Sin embargo, cuando fue a Jamaica como el transporte público no era muy accesible, «iba siempre lleno», se vio obligada a pagar un conductor particular.
«Con gestos, onomatopeyas y sonriendo siempre he llegado a todos los lados»
Viaja siempre que puede en compañía de familiares o amigos pero eso no quita para que la asturiana se relacione con los habitantes para conocer aún más si cabe las diferentes culturas. Domina a la perfección el francés y se le da bastante bien la lengua inglesa, pero prefiere conversar en el idioma oficial del país que visita. «Aprendo ciertas frases, las justas para salir un poco del paso, porque no me gusta que me hablen en inglés. Me enfada muchísimo porque para eso voy a Londres por 30 euros», asegura.
Usa, sobre todo, gestos y onomatopeyas para conversar. Y lo hace con mucha simpatía. «Sonrío siempre y de esta manera he llegado a todos los lados», asegura. Eso sí, «tienes que darte cuenta al sitio al que vas porque hay gente que sí te intenta ayudar y otros que pasan de ti directamente», algo que «pasa en todos los lados». «Se trata de perder la vergüenza y mimetizarse porque si no lo haces te vale más quedarte en casa», aconseja Thamara.
De todos los viajes que ya ha realizado, sin duda alguna, el que más le ha marcado ha sido el de Japón. Fue la experiencia «más cara» pero le ha merecido la pena porque le ha «encantado» la forma de vida de este país asiático. «Lo que me gasté allí podría haber vivido en Camboya cinco meses. Aquí como por 5 euros, mientras que allí por 15. Me alojo en albergues que las tres noches me salen por 12 euros, cuando la noche allí era por 15 euros», detalla la asturiana, quien procura siempre economizar todo lo posible por lo que pueda pasar. «Soy mochilera, sí, pero con conciencia, siempre tengo ahorros y vuelvo a casa con dinero. No soy de las que gastan hasta tener que pedir porque tan solo les quedan 10 euros».
Donde mayor choque cultural sufrió fue en Marruecos. «Ahí lo pasé peor por soy feminista y el tema del acoso y las miradas inapropiadas no lo llevo. Sí que es cierto que no tuve ninguna experiencia directa ni viví nada traumático pero en Asía sí que son más abiertos», cuenta Thamara, quien «nunca» va con la idea de «imponer» sus normas al país que visita. «No me gusta la gente que dice yo soy así y tienen que aceptarme tal y como soy. Pues no, para eso te quedas en tu casa. Si hay determinado tipo de comida pues se come eso y punto, eso no quita que me coma una hamburguesa o una pizza cuando tengo muchas ganas», reconoce.
De todo lo que ha aprendido y vivido en los diferentes viajes si tiene que quedarse con algo es con lo relacionado con debatir el precio. «A mi lo del regateo era algo que me violentaba mucho porque al final nosotros estamos acostumbrados a un precio fijo y si lo quieres lo pagas y sino, lo dejas», dice. Pero, no le ha quedado más remedio que adaptarse puesto que esta práctica está muy extendida por el mundo.
«Ahora si cojo un Tuc-Tuc y me dicen que es cinco dólares como sé que cuesta tres ya les digo de antemano que sino me voy a otro. También me ha pasado alguna vez de acordar los tres dólares, subirme y a medio camino decirme que eran cinco. Ahí sí que saco ya la vena asturiana. Suelto algún cagamento y ya me entienden perfectamente, sino digo "stop" y solucionado, rápidamente me dicen que tres. En estos casos tienes que sacar el genio porque sino te comen», cuenta y señala que además nunca ha sido víctima de ningún robo. «Si me ha faltado algo es porque lo he perdido yo», reconoce.
Y mientras sigue empapándose de la cultura camboyana, por la cabeza de Thamara Más ya ronda el nombre del siguiente viaje. «Estoy mirando para ir a Sudáfrica, aunque será más bien todo programado. En Jamaica también me lo recomendaron y al final fui sola por todos lados y no me pasó nada, pero bueno me dijeron que aquí podía ser más peligroso», dice. El año que viene planea ir en febrero a algún país de Oceanía, ya que es el único continente que le falta por visitar. «Me encanta viajar, es lo mejor del mundo. El poder ahorrar y gastarlo todo en dos meses para mi es vida», confiesa.
Además de estos viajes, Thamara siempre que puede aprovecha y se va de escapada el fin de semana. Suele hacerlo en compañía de Ulises, el cerdo vietnamita que vive con ella desde hace 17 años. Para poder acampar tranquilamente y desconectar de la rutina se compró una furgoneta de «4.000 euros» en la que tiene un colchón y una «pequeña nevera». Al ser residente de Canarias tiene además descuento en los diferentes transportes públicos, al beneficiarse de esa ayuda, asegura, que viaja mucho entre islas.
Si realmente se puede permitir estar viajando continuamente o descubrir lugares durante tanto periodo de tiempo es que porque no tiene «hipoteca ni hijos». Tampoco ambiciones materialistas. «No nos engañemos, que todo el dinero se va en esas cosa. Si puedo viajar es porque tengo unos gastos fijos de 350 euros de la renta del piso con el agua y la luz incluida. Yo no vivo en un chalé ni tengo un Mercedes, que podría tenerlos porque me llaman todos los días los bancos para ofrecerme dinero pero yo sé que si me meto en esos gastos pues no podría viajar», asegura. Y es que como bien dice «no es más rico el que más tiene sino el que menos gasta». «La vida está hecha de decisiones y esta es la mía y estoy muy contenta con ella, no cambio mi vida por ninguna», asevera.