«Miguel, el del Trasgu» cuelga el abridor tras 40 años en su pub de Villaviciosa: «Toca seguir con mi vida y disfrutar»
Asturias
El dueño del local por el que pasaron varias generaciones se retira con pena pero con un balance positivo. Solo abrirá en fechas especiales mientras intenta traspasar el negocio
19 Feb 2024. Actualizado a las 05:00 h.
Miguel Mures decidió en diciembre de 1982 abrir un pub con un amigo y ese día comenzó una vida dedicada a la noche. A lo largo de 41 años, El Trasgu ha sido lugar de encuentro, de celebraciones, de anécdotas y fiestas sin precedentes en Villaviciosa. «Yo pensaba irme a Oviedo y aquí estoy a poco de retirarme».
En el año 2000 en la villa había, aproximadamente, un centenar de locales similares, sin embargo, hasta el día de hoy solo resistió El Trasgu. Fue testigo, con el paso de los años, de cómo el ocio iba cambiando en la localidad y en Asturias, bien sea por el ambiente o por la oferta.
Miguel recuerda la crisis financiera de 2008 como uno de los momentos más complicados. En su caso, tardó en notarla un par de años, menciona que las secuelas las vivió «hasta el 2012, estuvo la cosa muy difícil, no salía nadie porque la gente estaba muy apretada».
Aun así no bajó la persiana los fines de semana. Él siguió con sus fiestas temáticas y en su bar nunca hizo falta excusa ni fecha señalada. Más allá de las más populares como carnaval o Nochevieja, El Trasgu siempre estaba abierto, la gente no iba a faltar y la música siempre iba a sonar.
Desde fiestas con marcas, encantadoras de serpientes y conciertos en vivo, cualquier persona adulta a la que preguntes en Villaviciosa podría hablarte de alguna de esas noches en el pub. Las que mas triunfaban eran las fiestas con temática de las décadas de los 80, 70 o 60. Mientras mira uno de los carteles rememora con nostalgia que siempre «eran en las que más ambiente había». Si eres maliayo, tus padres o abuelos, muy posiblemente, tendrán recuerdos o fotos de esos guateques.
Unos años después, en un momento en el que muchos locales no resistieron a las medidas sanitarias por la COVID-19, este pub lo hizo y, en cuanto se pudo, siguió abriendo, teniendo en cuenta y respetando las normas de seguridad establecidas. En una situación en la que el día a día de cualquier persona se veía restringuido por las medidas que poco a poco fueron disminuyendo, acudir al local era olvidarse un rato de la pandemia mundial y de las preocupaciones.
Para el nombre, aclara que estaban seguros, él y su entonces socio, de que tenía que ser una referencia a su cultura, querían «algo propio de aquí y después de pensar opciones como La Xana u otros, elegimos este». El trasgu es un personaje que como se describe a la entrada del local: «ye un duende pequeñucu, xaraneru, borracho y risón». Un compañero ideal para la noche.
El pub fueron 40 años de mucha clientela fija y otros que lo iban descubriendo. De un servicio cercano y casi familiar de 'Miguel, el del Trasgu', como se le conoce, surgió una referencia en el mundo de la noche maliaya. Fueron muchas las generaciones que disfrutaron del local, desde los más jóvenes durante los 80 y que hoy son los adultos que siguen yendo, hasta los más jóvenes en la actualidad, la mayoría pueden contar historias curiosas que vivieron en local.
Siempre fue un pub juerguista pero tranquilo. «En todos los años abierto nunca tuve una denuncia por ruido o por problemas» subraya el dueño, algo que no suele ser habitual en ese ambiente, ya sea por los efectos del alcohol o por la música alta en un edificio de vecinos. Haciendo memoria recuerda que tuvo que enfrentar «3 o 4 peleas» que finalmente se solucionaron de una manera tranquila.
El mundo de la noche cambió mucho desde los 80, en el consumo, en el ambiente que se mueve por un pueblo, en la gente que sale de fiesta, las legislaciones, los precios de las copas y el gasto que la gente destina al ocio. Aún así Miguel no perdió el entusiasmo en su trabajo, planeaba las fiestas, diseñaba los carteles, pagaba los cachés de sus invitados y disfrutaba con su clientela y amigos de las noches.
Cuando anunció su retirada, sus clientes más conocidos recibieron la noticia con cierta pena, le decían: «tú eres de los pocos que te mueves, no caes en la monotonía». Dudan que otra persona pueda ser igual al mismo tiempo que reconocen su trabajo. Sin embargo él no quiere que El Trasgu desaparezca y mientras espera que su deseo se cumpla, adelanta que «hay un par de personas interesadas en el traspaso». A la espera de que alguien acepte su relevo y coja las llaves del local, seguirá abriendo en fechas concretas.
Tras cuatro décadas volcado en su negocio, adaptando su vida a los horarios de la noche y moldeándose a todos los cambios sociales, para él es hora de colgar el abridor y ver el mundo desde el otro lado de la barra. «Ahora toca seguir con mi vida y disfrutar», afirma. Miguel hace un balance positivo, está contento con los resultados a pesar de los momentos difíciles. Cuando abrió con 24 años podía haber cambiado de rumbo muchas veces, sin embargo, no lo hizo y no se arrepiente de su decisión. «Yo seguí aquí por gusto», concluye.