Yernes y Tameza ya tiene administrativo en prácticas y gana un nuevo vecino de 29 años
Asturias
Ismael Rivas, un joven que hasta ahora vivía en Oviedo y no tiene coche, acaba de mudarse a Villabre para cubrir la vacante del ayuntamiento del concejo menos poblado de Asturias: «Estoy a dos minutos del trabajo y la gente es superagradable»
18 Jan 2024. Actualizado a las 05:00 h.
Yernes y Tameza, el concejo menos poblado de Asturias con 136 residentes según el último censo oficial, tiene desde este pasado sábado un nuevo habitante, Ismael Rivas, un joven de 29 años que esta semana comenzaba a trabajar como técnico administrativo en prácticas en el ayuntamiento del municipio. Precisamente se enteró de la vacante al leer en internet la noticia que recogía el llamamiento hecho por la alcaldesa, María Díaz Fidalgo, tras quedar desierta varias convocatorias y que la llevó a tener que abrir ella misma, al coincidir con varias bajas, la casa consistorial situada en la capital del concejo, Villabre.
La plaza vacante, al ser un contrato de un año en prácticas, tenía como requisito indispensable ser menor de 30 años. Además, si el transporte para llegar a Villabre era un problema, se dejaba claro que en el pueblo se pondrían facilidades para alquilar una vivienda. Rivas, que no tiene coche y que llevaba 10 años viviendo en Oviedo, explica que justo en octubre había terminado el curso de administración, estaba buscando trabajo y le interesó la oferta. «Presenté la solicitud a ver si tenía suerte con todo lo que se requería, hice la prueba y me fue bien», cuenta. Empezó a trabajar este mismo lunes.
El joven explica que ir y venir de Oviedo a diario era impensable sin vehículo propio y sin transporte público, puesto que de Oviedo podría ir hasta Grado y desde allí tendría que coger un taxi hasta Villabre con el coste económico que ello supondría. «Encontré una pareja que me alquiló una casa aquí en Villabre y estoy a dos minutos del ayuntamiento», señala, explicando que no es la primera vez que vive en un pueblo.
De hecho, creció en Ujo (Mieres) y, en su infancia, vivió en una casa en La Felguera y también en otra en Torrevieja. «Ya conocía un poco como son los ambientes más rurales, así que no está siendo un impacto tan grande». Además, como acaba de llegar, aún está aclimatándose a su nueva vida y lo primero ha sido templar la casa en la que ya se ha instalado, puesto que llevaba tiempo vacía y, claro, muy, muy fría.
Su horario en el ayuntamiento es de 8 a 3 horas y se nota que le gusta su trabajo y aprecia el valor que tiene esta oportunidad laboral que también lo es para el concejo. «Sigue haciendo falta gente para trabajar en los pueblos por muy pequeños que sean. Además, para un pueblo, aunque sea muy pequeño y tenga pocos habitantes, la administración es algo vital porque facilita la vida a las personas. Cuando uno necesita cualquier tipo de trámite, ya sea una empresa, un particular o un ayuntamiento, se necesita de un administrativo, así que incluso los pueblos más pequeños necesitan a gente que pueda resolver este tipo de cosas y si es joven, mejor, porque los jóvenes estamos más al día con las nuevas tecnologías y se nos puede dar mejor», asegura, sin olvidarse de la oportunidad que supone tal y como está el panorama laboral, «sobre todo para que jóvenes de mi edad e incluso menores nos podamos independizar y tener un trabajo decente».
Rivas explica que es auxiliar administrativo y técnico administrativo, así que le está tocando hacer un poco de todo en el Ayuntamiento de Yernes y Tameza. Todo lo que pasa en el ayuntamiento pasa por sus manos al tener que llevar un registro de todo lo que se lleva a cabo para luego recibir el visto bueno de la alcaldesa o de la secretaria interventora. Y, por supuesto, también es el encargado de abrir la casa consistorial.
De momento, como acaba de llegar, ha dedicado estos días a colocar sus cosas en la vivienda y a trabajar, pero en Villabre, como en tantos otros pueblos de Asturias, no hay nada de nada. Todavía no ha necesitado comprar comida y, aunque con cierta periodicidad pasa un furgón con una variedad de productos, ya tiene claro como arreglarse sin coche en un pueblo sin tiendas. «Hay que mirar un poco a futuro, aunque sea a mediano plazo, y tengo pensado que cuando me haga falta ir a comprar, por ejemplo la compra del mes, puedo coger un taxi para ir hasta Grado y volver a subir, es lo que queda».
También sabe que hay un autobús los miércoles que hay que llamar para que pase por el pueblo, de cuyos habitantes ya se está formando una idea. «La gente con la que me encontré, superagradable, de verdad. Todos muy amigables, 'si necesitas algo puedes pedirlo, pregunta lo que quieras'... Al final, como son tan pocos, se apoyan entre ellos», valora el joven.