La Voz de Asturias

Emilio Martínez Pañeda, ingeniero: «Asturias debe construir un ecosistema fuerte para acoger las tecnologías futuras»

Asturias

Manuel Noval Moro Redacción
El ingeniero asturiano Emilio Martínez Paneda, premio al mejor ingeniero joven en Reino Unido y profesor en la universidad de Oxford.

El asturiano, profesor de la Universidad de Oxford, acaba de recibir la ayuda Starting Grant, dotada de 1,5 millones de euros

30 Sep 2023. Actualizado a las 05:00 h.

El ingeniero asturiano Emilio Martínez Pañeda es profesor en la Universidad de Oxford. Hace dos años, cuando contaba 34, fue galardonado con el premio al mejor ingeniero joven del Reino Unido, y recientemente ha recibido una ayuda Starting Grant del Consejo Europeo de Investigación (ERC) de 1,5 millones de euros para impulsar una línea de investigación relacionada con el hidrógeno, un elemento cargado de posibilidades para llevar a cabo la transición energética. Martínez Pañeda ha contestado al cuestionario de La Voz de Asturias desde Park City, en Utah (Estados Unidos), donde asistía a la International Hydrogen Conference 2023.

—¿Qué significa recibir la ayuda Starting Grant? Aparte de la inyección económica, implicará también un reconocimiento de su trabajo.

—Sin duda, he recibido proyectos de más importancia en el pasado, pero la reputación del programa ERC es imposible de igualar. Son las ayudas más prestigiosas y suponen un reconocimiento a la trayectoria de los científicos a los que se le otorga. 

El ingeniero asturiano Emilio Martínez Paneda, premio al mejor ingeniero joven en Reino Unido y profesor en la universidad de Oxford.

—¿Cuál es el objetivo principal de la investigación?

—El proyecto aspira a desarrollar materiales con una resistencia intrínseca al hidrógeno. Esto es una necesidad acuciante, ya que Europa tiene planes muy ambiciosos para desarrollar una infraestructura de transporte y almacenamiento de hidrógeno, pero el hidrógeno deteriora los materiales metálicos de una forma drástica —la resistencia a fractura de los aceros puede reducirse más de un 90 por ciento cuando se exponen a hidrógeno. Por consiguiente, hay una necesidad urgente de desarrollar materiales compatibles con el hidrógeno y el proyecto aspira abrir una nueva vía de investigación en esta área. 

—¿Por qué hay tanta investigación centrada hoy en el hidrógeno? ¿Cuál es su mayor valor?

—Parece haber un consenso de que el hidrógeno va a jugar un papel fundamental en nuestros objetivos de descarbonización. Es un vector energético verde muy competitivo en muchas áreas, incluyendo la aviación o la fabricación de acero. De hecho, hace dos semanas la Royal Society (la académica científica más prestigiosa del Reino Unido) publicó un informe donde afirmaban que la opción mas rentable para almacenar energía es el uso de hidrógeno en cavernas de sal.

—Asturias quiere posicionarse como un territorio líder en tecnologías del hidrógeno. ¿Cree que la región tiene recursos técnicos, económicos y humanos para ello?

—Sí, desde luego, aunque muchas regiones parecen tener el mismo interés y algunas están apostando fuerte en esta área; por ejemplo, aportando recursos a la investigación en el área de tecnologías del hidrógeno. Toda nueva tecnología requiere de nuevo conocimiento (investigación) y de trabajadores especializados (formación). Es por tanto importante construir un ecosistema fuerte en torno a la Universidad y centros tecnológicos, para acoger con buen pie todas las nuevas tecnologías que surjan en el futuro (el hidrógeno u otras). 

—¿Qué le puede aportar esta energía a Asturias?

—Las ventajas de la descarbonización son universales pero posicionarse estratégicamente como líderes en tecnologías futuras tiene ventajas obvias. Un ejemplo claro es Dinamarca, que apostó fuerte en los anos 70 por la investigación y el desarrollo en el área de energía eólica y ahora exporta conocimiento y tecnología en este activo tan importante a todo el mundo.

—¿Cree que está por llegar una nueva revolución en cuanto a materiales? O quizá ya estemos inmersos en ella.

—La ciencia de materiales es un campo fascinante. El desarrollo de nuevos materiales ha marcado el ritmo de la historia: la Edad del Cobre, la Edad del Bronce, la Edad del Hierro, la revolución industrial gracias al acero. Y no parece que esto tenga fin. En los últimos años hemos visto saltos tecnológicos enormes en transporte, defensa y medicina gracias a nuevos materiales. La crisis energética trae nuevas oportunidades y desafíos en esta área también. La necesidad de encontrar materiales compatibles con el hidrógeno es solo un ejemplo. La investigación e innovación en estas áreas va a marcar diferencias importantes en términos de competitividad de empresas y países. 

—Las ingenierías de la Universidad de Oviedo han demostrado que forman muy bien a sus alumnos. ¿Está de acuerdo?

—Sí, desde luego. El nivel de exigencia en las carreras de ingeniería en la Universidad de Oviedo es alto y eso se traslada en estudiantes muy bien formados y preparados. Aunque me dicen que la situación se ha deteriorado un poco tras el plan Bolonia, no hay duda de que la formación que se imparte en España en ciencia e ingeniería en las universidades públicas no tiene mucho que envidiar a la de las mejores universidades del mundo. 

—Otro ingeniero asturiano, Rafael Suárez López,  hablaba de que la investigación vasca, donde él trabaja, está muy enfocada a la colaboración con empresas, a reforzar la industria. ¿Está haciéndose algo parecido en Asturias? ¿Cree que se debería enfocar de este modo?

—El ecosistema vasco es en general un buen modelo a seguir. Creo que es importante financiar investigación en áreas de importancia para la sociedad, que ofrezca soluciones para los grandes problemas de nuestro siglo (energía, seguridad, cambio climático). Pero no debemos caer en el error de financiar sólo investigación muy aplicada e incremental, las grandes revoluciones tecnológicas tienen su origen en ciencia fundamental.

El asturiano Emilio Martínez Paneda, premio al mejor ingeniero joven en Reino Unido y profesor en la universidad de Oxford.

—La Universidad de Oxford tiene un gran prestigio. ¿Qué supone estar allí de profesor?

—Es todo un orgullo. Me siento muy privilegiado de trabajar en la Universidad de Oxford, rodeado de compañeros que son líderes en sus campos de investigación y formando a estudiantes brillantes. Es la mejor plataforma posible para mí y para los miembros de mi grupo de investigación.

—¿Qué es lo que más destacaría de la cultura universitaria de Oxford?

—Es un sitio muy especial. Por un lado es un ambiente muy estimulante, con mucha actividad científica y académica y donde los profesores universitarios tienen mucho apoyo, y por otro hay libertad para explorar ideas que puedan tener un impacto más allá de nuestra generación.


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