¿Cuánta propina dejas en el bar? El cliente más generoso no es asturiano
Asturias
La tendencia actual de los clientes pasa por incluir este pago extra a los servicios del camarero en la cuenta con tarjeta, por eso algunos datáfonos ya incluyen la opción de cobrar las propinas separadas del importe restante y así mantener su carácter informal
28 Aug 2023. Actualizado a las 05:00 h.
Desde hace unos años, los pagos con dinero en efectivo solo permanecen para unos pocos 'románticos', más tradicionales. Entre la calderilla guardada en el bolsillo, hasta hace poco solía esconderse un pequeño aliciente para la hostelería, uno de los sectores más apreciados en España. Se trata de las propinas, obsequios en forma de euros que el cliente se dejaba en el bar para agradecer la labor y el buen servicio del camarero. Los pagos con tarjeta parecen haberse llevado buena parte de este dinero extra percibido por los hosteleros, pero ¿hasta qué punto es así? ¿Depende la cultura de la propina del medio de pago? Tras hablar con cuatro establecimientos del centro de Gijón, todos tienen clara una cosa. «Al final, depende más de la persona que de la forma en la que pague», resume Fermín Álvarez, trabajador en Tierra Astur.
Sonia Vega Barca, gerente de la vinatería AlVoroto en la Ruta de los Vinos, también es de la misma opinión. Cuenta que a su local acuden muchos clientes que le piden sumar un extra al importe total que se introduce en los dispositivos para el pago con tarjeta. «Para separarlo, lo dejamos marcado en el ticket, calculamos la diferencia con el importe original y apartamos esa cantidad para incluirla en el bote de propinas», explica. Muchos hosteleros ponen solución de la misma manera con esta nueva forma de dar propinas, pero puede acabar creando desajustes para cuadrar caja y convertirse en un problema a nivel fiscal. Para ello, cada vez más datáfonos incluyen una opción en la que poder realizar los dos cobros de forma individual y permiten mantener intacta esa remuneración extra para los camareros. De hecho, en el establecimiento gijonés recibirán su primer dispositivo con esta característica en los próximos días.
En definitiva, afirman que las propinas del futuro se teclearán en el datáfono. Y, además, el grupo de hosteleros de la ciudad demuestra consenso en torno a una segunda idea; que la seguirán pagando los mismos. Es decir, los turistas extranjeros. Los consultados perciben en los meses del verano los mayores extras en propinas, «porque viene mucha gente de fuera y ellos son quienes se dejan dinero», resume Barca.
Edwin Mauricio Alsatez trabaja en el café Mayerling, uno de los clásicos con solera de la calle Corrida. Sin embargo, sus siete años de experiencia en el mundo de la hostelería le hicieron desplazarse a otros lugares como Cudillero. Esta localidad del occidente asturiano recibe muchas visitas, y por eso Alsatez ha podido comprobar que el perfil de turista «alemán, inglés, francés, se deja mucha más propina que el nacional de otras comunidades españolas». En alguna ocasión, alguna mesa le ha llegado a obsequiar con más de 30 euros.
De otro modo, desde Tierra Astur, donde en agosto han llegado a alcanzar los 60 euros de bote semanal (aproximadamente, 240 mensuales), Álvarez comenta que, en lo relativo a España, «hay de todo». En contra de lo que pueda parecer, este famoso restaurante entre los visitantes del Principado también tiene mucha clientela habitual que intenta cuidarles. En su caso, cree que la tarjeta o el «contactless» han tenido menos que ver que «la pandemia o la inflación» en la disminución de las propinas por parte de clientes: «dejan menos bote y también se controlan más pidiendo».
El consumidor asturiano, menos «espléndido» y más fiel
La vinatería gijonesa coincide con los trabajadores de Tierra Astur en elogiar la fidelidad de los comensales asturianos. Aunque también reconocen que los efectos de la inflación son visibles en las comandas y las propinas, advirtieron una tendencia contraria en los años de pandemia. «Estas crisis son momentos difíciles para todos, incluidos nosotros, por eso hubo muchas personas que intentaron dejarnos propinas con más frecuencia para apoyarnos. Les agradecimos mucho el gesto», recuerda Barca.
Asimismo, el encargado del establecimiento ubicado en Poniente, Simo Mourjani, entiende que las condiciones materiales del consumidor hayan ido cambiado a lo largo de las décadas, al igual que su poder adquisitivo. «Lo que ocurría hace 20 años no se puede trasladar al presente, porque en un establecimiento en el que somos 107 trabajadores, por mucho que dejen los clientes, una persona no podrá cobrar 200 euros de bote cada semana».
De fidelidad hablan igualmente Mariam Mounib y Miriam Díaz desde la cafetería La Plattea, ubicada a los pies del paseo de Begoña. Pero, en su caso, están convencidas de que las diferencias entre nacionalidades se pueden trasladar a las autonomías españolas e incluso a las distintas zonas de la localidad gijonesa.
Díaz es de La Calzada y trabajó durante algunos años en establecimientos de su barrio. «Como nos conocemos entre vecinos y también hay bastante gente mayor, que utiliza efectivo, dejaban muchas más propinas que en este local en el centro. Si alguien te pagaba con tarjeta, ya sabías que no era de por allí», cuenta. Mounib ve el mismo patrón a los distintos perfiles de turista español: «depende de donde sea y escuchando el acento, ya sabes si te van a dejar más o menos. Por mi experiencia, en el norte somos más generosos, mientras que en Madrid y el sur no suelen estirarse mucho».
La posibilidad de implantar un modelo regulado
En España, de momento, no existe la obligación de agradecer al camarero sus servicios pagando un porcentaje del importe adicional en forma de propinas, pero en países como Estados Unidos está establecido por norma abonar un 20% del total. Algunos establecimientos pertenecientes a las zonas más turísticas de nuestro país ya lo incluyen y con ello abren un debate a la posible extensión de esta medida a aquellos bares que así lo decidan. Una reflexión que llega a Asturias en un momento en el que su sector turístico ha aumentado este verano a pleno rendimiento. Pero, ¿cómo recibirían esta decisión los clientes?
Álvarez lo tiene claro y opina que las sensaciones no serían buenas, ya que «harías que un agradecimiento opcional se convirtiera en una obligación para la gente, en un país en el que no hay mucha cultura de propina». Las dos compañeras de La Plattea opinan similar y además les preocupa la forma en la que se regularía su implementación a la cuenta de las mesas. «Nos perjudicaría porque le quitas el carácter informal, quizá habría que declararlo. Acabaría ganando el propietario y no el trabajador», razona Díaz.
En cualquier caso, «que se mantenga es lo que importa», reclama Mounib, ya que, en muchos casos, «vives de las propinas cuando estas te permiten quitarte gastos mensuales de encima, como las facturas». La joven argumenta que al tratarse de una cantidad modesta de dinero, se puede reservar directamente para una compra en el supermercado, alguna cuota, ocio... Si no, ahorro y gasto vuelven a encontrarse ante la barra del bar. «Al final, el que no lo utilice para la compra, lo usará precisamente para irse de bares en sus descasos», bromea Mounib.