La Voz de Asturias

Paul Montiel, del alcoholismo a los Juegos Paraolímpicos París 2024: «Nunca es tarde para volver a empezar»

Asturias

María S. Condado Redacción
Paul Montiel

El hombre de titanio, el venezolano que tocó fondo tras perder una de sus piernas en un accidente y que gracias al apoyo de su familia logró comenzar de nuevo en Asturias

09 Apr 2023. Actualizado a las 05:00 h.

Tras perder una pierna y una larga lucha contra el alcoholismo, el conocido como ‘hombre de titanio’ consiguió encontrar en Asturias su nueva adicción: el deporte. Él es Paul Montiel, un venezolano de 52 años originario de Maracaibo que perdió su pierna derecha con tan solo 21 años. Un acontecimiento que convertiría su vida en una montaña rusa llena de dificultades, pero también de superación y éxito.

Paul Montiel era un joven lleno de ímpetu criado en Venezuela en el seno de «una familia muy bonita donde vi mucho amor, pero también muchos excesos de alcohol. Algo que no sabía que en un futuro me iba a pasar factura». Con tan solo 21 año, siendo cinturón negro en taekwondo y con el mundo en sus manos, un terrible suceso hizo que el venezolano perdiera una de sus piernas. «Estaba en una acera sentado comiendo arepas con un amigo, cuando dos coches chocaron. Uno de los coches se abalanzó hacia donde estábamos nosotros y se le salió la goma, la llanta venía echando chispas, me pasó por encima y me cortó la pierna. Cuando salí de debajo del coche pensé que era un sueño, no me lo creía. Sobreviví gracias a unos muchachos que estaban en la calle y me hicieron un torniquete, si no fuera por ellos, probablemente no estaría contando esto».

Después del accidente, Paul decidió trasladarse hasta Estados Unidos para operarse la otra pierna, la cual también había resultado gravemente herida. Fue entonces cuando sus problemas con el alcohol comenzaron a aparecer. «Tenía 10 días de divorciado con mi primera ex esposa, con quien tengo una hija. Ella me acompañó a los Estados Unidos, pero yo no quería que nadie estuviera conmigo por lástima y le dije que se fuera. Fue entonces cuando caí en el alcohol y en las drogas a muerte, solo quería evadirme de la realidad».

A pesar de acudir a terapia el venezolano no conseguía encontrar una salida a su mala vida. Tras gastarse todo el dinero en operaciones y sustancias, volvió a Venezuela y conoció a Sonia, su segunda ex esposa, de ascendencia asturiana. El amor tardó poco en surgir y en tan solo tres meses se casaron. En busca de una vida mejor la pareja decidió regresar a los Estados Unidos. Pronto nacería su segundo hijo, pero el alcohol y las drogas volvieron a cruzarse en la vida de Paul. «Sonia había conocido a un hombre bueno y deportista, pero no sabía realmente donde se estaba metiendo. Ella me veía de fiesta en fiesta y pensaba que algún momento se me pasaría, pero yo quería evadirme. Las adicciones son una enfermedad, no es que tu seas una mala persona».

Fue el nacimiento de su tercera hija el que marcó un punto de inflexión en el camino de Paul. «La vi en la cuna y solo pude pensar que si no me quería a mí mismo no podría querer a nadie». El deporte reapareció en la vida del venezolano, fue su salvavidas para comenzar a recuperar el amor propio, «empiezo a hacer labor social por todo el país, a ayudar a los niños, a dar charlas en colegios… Quería brillar, pero lo hacía desde el ego. Y el egocentrismo me volvió a pasar factura».

Las protestas juveniles que acontecieron en Venezuela durante la dictadura de Chávez, en 2017, supondrían en la vida del ‘hombre de titanio’ una bajada que le llevaría a tocar fondo.  Con la bandera de Venezuela en la prótesis, Paul Montiel encabezó más de 102 marchas. «Era jugarse la vida. Me hice muy viral por ello y pronto comenzaron las entrevistas, los programas de televisión y el diablo empezó a coquetear conmigo otra vez. Descuidé mi matrimonio y me equivoqué una vez más pensando que había superado las adicciones. Me separo y Sonia decide mudarse a Gijón para buscar una vida mejor para nuestros hijos».

Con miedo de acabar siendo preso político, Paul decidió mudarse a Madrid. Pero la capital española lejos de ser una solución se convirtió en un calvario. «Allí vivía en la calle, era un infierno en vida. Me estaba dejando morir poco a poco». Sin esperanza y en el punto más complicado de su vida, Paul decidió ir a Gijón para despedirse de sus hijos. «Cuando los vi me morí de vergüenza, siempre habían visto a un luchador», pero decidió seguir adelante. Comenzó a vivir en el coche que su expareja le había dejado, posteriormente, en un local y después al albergue Covadonga. Una visita inesperada de su actual pareja, Eilin, sería el empujón definitivo para que Paul comenzara su nueva vida.

Paul Montiel

«El apoyo de mis hijos, de Sonia, su marido y Eilin me hicieron continuar hacia delante. En 2019, entré en Proyecto Hombre. Allí te encuentras con 40 personas maravillosas que están batallando con su propia historia. Fue entonces cuando comencé a entrenar en el gimnasio. Llegó la pandemia y lejos de rendirme continué como pude, todos los días hacía deporte, iba recuperando el amor propio, perdonando y recuperando mi esencia. Nunca es tarde para volver a empezar».

Con 49 años salió de Proyecto Hombre con ganas y esperanza y siendo consciente de que en la vida «puedes hacer lo que quieras, ahí está la magia. El color de tu vida lo pones tú, aquí vinimos a ser felices». Tras su salida del centro, no tardaría en participar en su primer triatlón, su primera San Silvestre e incluso en la carrera Farinato. Hace poco más de un mes una llamada abriría al venezolano las puertas a un nuevo reto. «Me llamó un amigo diciendo que si quería empezar a entrenar rema, que había un hueco para mí en un club de Corvera. Yo no tenía ni idea de remar, solo lo había hecho una vez con mi hija, pero superé la prueba que me pusieron. De pronto me di cuenta como el puzle de la vida empezaba a encajar». Ahora Paul Montiel se prepara duramente para los Juegos Paralímpicos que se celebrarán en París el próximo año. Además, realiza charlas y da apoyo por toda la región y no duda en recordar que está «plenamente agradecido con Gijón y con Asturias».


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