El ciberacoso en Asturias, a examen: «La mayoría de padres desconocen lo que pueden hacer sus hijos en Internet»
Asturias
La inspectora Iris Rodríguez, delegada de Participación Ciudadana de la Jefatura Superior de Policía, destaca las claves del acoso a menores en el entorno digital. «Hay que educar a los niños en la empatía y pensamiento crítico»
27 Mar 2023. Actualizado a las 05:00 h.
De acuerdo con los datos que maneja la organización no gubernamental Bullying sin Fronteras, 7 de cada 10 niños en España sufren alguna forma de acoso y ciberacoso cada día. Pese a que, por desgracia, el acoso a niñas y niños o adolescentes no se trata de un fenómeno nuevo, factores como la popularización y democratización de los dispositivos móviles, además de la universalización del acceso a Internet, han hecho que estas conductas se incrementen y, además, se viralicen.
Según Pew Research el 9% de los adultos jóvenes afirma que se han publicado fotos comprometidas de ellos en redes sociales sin permiso. Del mismo modo, un estudio de Statista revela que el 38% de las personas ve casos de ciberacoso en las redes sociales cada día.
En el IV Informe de Prevención del Acoso Escolar en Centros Educativos, elaborado por Fundación ANAR y Fundación Mutua Madrileña, un 37% de jóvenes afirma haber sido víctima de ciberacoso a través de los videojuegos.
Save The Children establece que tres de las formas más comunes de ciberacoso en los últimos años son, en primer lugar, lo que se conoce como happy slapping, es decir, «la grabación de una agresión física, verbal o de tipo sexual a un menor», que se difunde y comparte a través de Internet.
En segundo lugar estaría el grooming, lo que equivale a la maniobras de un adulto/a dirigidas «engañar o embaucar a un niño o niña» con un fin de tipo sexual. En tercer lugar estaría el sexting sin consentimiento que consiste en el «envío de fotografías o conversaciones de menores con contenido erótico a terceras personas».
El clave papel de los padres
La inspectora Iris Rodríguez, delegada de Participación Ciudadana de la Jefatura Superior de Policía de Asturias, recientemente ha participado en las Jornadas sobre Ciberacoso de Oviedo. Desde su punto de vista no ve necesariamente positivo fijar una edad mínima de acceso de los menores a las nuevas tecnologías «porque eso depende de la edad, el desarrollo emocional y de la confianza que tengan sus padres en los chavales».
En este sentido, «depende de cada caso concreto». «Lo que no veo, personalmente, es que a los ocho años los niños tengan perfiles en redes sociales, pero eso son los padres los que tienen que evaluarlo», indica. A la hora de luchar contra estas conductas «dentro de que los centros educativos están muy implicados y nosotros creo que también, al final es en lo que recibimos más formación, el otro pie del banco es de los padres y el mayor peso lo tienen ellos».
Al fin y al cabo, los padres «son los que mejor conocen a los menores, se preocupan por ellos y deben saber si han tenido un problema en el colegio o si les pasa algo con algún compañero». «Cuando damos charlas a padres nos encontramos con que la mayoría desconocen cómo son las redes sociales que usan ahora mismo ni lo que pueden hacer en Internet», resalta Iris Rodríguez. Cree que si los padres o tutores de las niñas y niños «no saben si a su hijo le preocupa algo y tampoco conocen el entorno digital en el que se mueve, al final, ignoran lo que su hijo puede llegar a hacer en Internet».
Para evitar el ciberacoso ve fundamental «educar a los niños en la empatía y pensamiento crítico». Considera que «este tipo de delitos se solventan así, si todo el mundo pensáramos ‘no le quiero hacer a los demás lo que no me gustaría que me hicieran a mí’ se evitarían este tipo de acciones». También explicaría claramente a los menores «las consecuencias que tienen los actos, que no hay que meterse con los demás por Internet, que todo lo que hacemos en Internet deja un rastro… en Internet sigues siendo persona y aquel con el que te metes, también».
Insiste en la idea de que «los chavales y los adultos somos diferentes en Internet que en la vida offline, ellos mismos lo reconocen en las charlas». Cree que, en el caso de los padres, resulta esencial «dedicar tiempo de calidad a los hijos». «Si mejoramos la confianza con ellos, desde esa base podemos trabajarlo todo», dice.
Conocer el entorno
Esta inspectora de la Policía Nacional pide a los progenitores «que se sienten con sus hijos, que se abran una cuenta en cualquier red social que sus hijos manejen e intenten conocerla, que les enseñen, que hablen con ellos y se preocupan por lo que están sintiendo». Apunta que si esta confianza «la generamos cuando son pequeños, luego podremos ayudarles cuando lo necesiten».
Otro elemento fundamental en casos de ciberacoso protagonizados por menores en los que las víctimas son otros menores es el del desconocimiento. Muchas veces los que perpetran estos actos «no son conscientes de que cuando se hace algo en Internet tiene consecuencias, ni de que va a generar un rastro que se puede seguir y permanece, ni de que les vamos a pillar». Además, «cuando haces algo malo a través de Internet no ves la consecuencia directa».
Por ejemplo, explica que «respecto al tema de compartir vídeos lo explicamos en todas las charlas. Por ejemplo, a veces se graban imágenes de agresiones sin lesión y se comparten. Pues compartir ese vídeo, en ese caso, está más penado que la propia agresión si es sin lesiones… y eso lo desconocen». «Por desgracia, el acoso escolar ha existido siempre. Ahora lo que ocurre es que ese acoso se lleva a las nuevas tecnologías», comenta. Desde la Policía Nacional se encuentran un gran número de casos en los que «se da acoso escolar que continúa con ciberacoso, después del colegio». Para la víctima «es mucho más dañino, porque no tiene una válvula de escape o desconexión».
Desde su punto de vista en los últimos años «no es que aumente el acoso, seguramente se mantiene. Lo que pasa es que antes no se daba por Internet y ahora sí». Apunta que «vídeos que se hacen virales» llamadas amenazantes, «el aislamiento en grupos de mensajería instantánea para criticar a otras personas» o fotomontajes denigrantes son las manifestaciones más habituales del ciberacoso.