Eficiencia energética y adiós al gas: así se «aclimatarán» las viviendas de Asturias en 7 años
Asturias
La UE modifica la normativa para reducir las emisiones que generan los edificios residenciales que, en su mayoría, suspenden en eficiencia energética
21 Mar 2023. Actualizado a las 05:00 h.
El Panel de Expertos sobre Cambio Climático de Naciones Unidas (IPCC) presentó este lunes su sexto informe de evaluación, en el que se insiste en la necesidad de adoptar acciones urgentes ya para ponerle freno al calentamiento del planeta reduciendo a la mitad las emisiones de gases de efecto invernadero antes de 2030. Los expertos reconocen que, de mantenerse el actual ritmo de emisiones provocadas por la actividad humana, la temperatura media global subirá como mínimo 3,2 grados en este siglo. Un aumento insostenible, advierten, si se tiene en cuenta que un calentamiento global de 1,5 grados -ya se roza 1,2 grados- provocaría fenómenos meteorológicos extremos especialmente catastróficos.
Según la Comisión Europea, los edificios de la UE son responsables del 36% de las emisiones de gases de efecto invernadero y del 40% del consumo de energía debido a que un 75% no son energéticamente eficientes, un porcentaje que en España superar el 80% y que debe ser similar en Asturias, donde se viene calculando que al menos el 70% de los edificios residenciales necesitarían reformas para ser más eficientes.
La semana pasada el Parlamento europeo respaldó la revisión de la directiva relativa a la eficiencia energética de los edificios, marcándose nuevos objetivos que supuestamente obligarán a reducir de forma notable las emisiones y el consumo de energía en 2030, fomentándose desde los países miembros renovaciones y reformas en los inmuebles menos eficientes, para conseguir que sean climáticamente neutros en 2050. Es decir, que generen cero emisiones.
Por lo pronto, dentro de siete años los edificios residenciales tendrían que alcanzar como mínimo la clase de eficiencia energética E, que es la quinta menos eficiente. Y, tres años después, en 2033, la D. Las nuevas edificaciones, a partir de 2028, no podrán generar emisiones y, si son edificios públicos, a partir de 2026. Y, en el caso de los edificios no residenciales ya construidos, deberían alcanzar la eficiencia energética E en cuatro años y, la D, en 2030. A partir de ahí, se iría estableciendo una trayectoria lineal para ir alcanzando las clases más elevadas de rendimiento energético en 2040 y 2050 con el objetivo de alcanzar una neutralidad climática. Para ello, «a más tardar el 1 de enero de 2027, los estados miembros adoptarán medidas administrativas y financieras especiales para fomentar la renovación en profundidad de los edificios de viviendas menos sostenibles».
Casi 80.000 edificios asturianos tienen certificado energético
Hay que recordar que el sistema de valoración de los certificados energéticos de los edificios, que son otra exigencia de una normativa europea, establece siete clases en función de las emisiones de dióxido de carbono y del consumo de energía del edificio de la A a la G. La A sería la más eficiente, con cero emisiones, y las letras E, F y G corresponderían a los edificios menos eficientes. La emisión de este certificado es obligatorio en España de momento solo para la compraventa y el alquiler de viviendas y edificios, nuevos o ya construidos.
En Asturias, casi 80.000 edificios tienen certificado energético según el informe de certificación energética elaborado por el Gobierno con datos de diciembre de 2021. Ese año las estimaciones de la Sociedad Asturiana de Estudios Económicos e Industriales (Sadei) calculaban que en Asturias existían más de 630.000 viviendas, con unas 480.000 residencias principales.
De esos 80.000 edificios -incluidos también los que no son residenciales- que tienen certificado energético en Asturias, el 82% suspenderían en eficiencia energética, aunque la mayoría (46%) ya tendrían la valoración mínima (E) que se exigirá en 2030. Solo el 0,6% de los edificios con certificado energético tiene la valoración más alta (A) que, sumados a los de la siguiente más eficiente (B), no llega ni al 1,5%. La clase D de eficiencia energética, que se requerirá en 2033 como mínimo, la tiene un 12% de los edificios con este certificado obligatorio para la compraventa.
El Ministerio de Transición Ecológica tiene activa desde enero en su web una herramienta que permite acceder al mapa de cada localidad de la mayoría de comunidades autónomas, Asturias incluida, para conocer el etiquetado energético estimado u oficial de todos los edificios. Por ejemplo, en el caso del centro de Oviedo y Gijón, abundarían los colores naranja y rojo que se corresponden con las etiquetas E y G (la menos eficiente).
Adiós a los combustibles fósiles en las calefacciones
En ese camino hacia la eficiencia energética del parque inmobiliario de los países miembros, la UE pretende que las renovaciones que se lleven a cabo en los edificios que suspenden en eficiencia energética sirvan también para sustituir las instalaciones de calefacción basadas en combustibles fósiles. En las calefacciones europeas, prácticamente como en las asturianas, se utiliza prioritariamente (más del 40%) el gas natural en el sector residencial, seguido del gasoil y, en menor medida, del carbón.
La revisión de la directiva también menciona expresamente que los Estados miembros deben indicar en sus planes de renovación de edificios las políticas y medidas nacionales para eliminar gradualmente los combustibles fósiles en la calefacción y la refrigeración. En principio, la fecha límite para decirle adiós a estos sistemas sería 2035, pero «si no es viable», como máximo en 2040.
Aparte de la reducción del consumo de energía mediante la eficiencia energética, el uso de fuentes renovables como la energía solar serán claves en esta transición energética de los edificios y, siempre que sea técnica, funcional y económicamente viable, las reformas de envergadura en edificios deberían mejorar la eficiencia energética para alcanzar esos mínimos. Para ello, según la UE, las administraciones deben fomentar el despliegue de sistemas alternativos de alta eficiencia, como por ejemplo «la puesta en marcha de elementos pasivos de calefacción y refrigeración, unas condiciones de calidad ambiental interior saludable o una alta capacidad para mitigar el cambio climático y adaptarse a él, entre otras cosas mediante infraestructuras verdes y la absorción de almacenamiento de carbono».
Otro aspecto importante es que Europa quiere que se priorice a los hogares vulnerables y a las personas que residen en viviendas sociales. «La oleada de renovación no debe dejar a nadie atrás», dice la normativa europea, en la que ya antes de esta reforma se especificaba que «los incentivos financieros y otras medidas políticas deben dirigirse prioritariamente a los hogares vulnerables».