La Voz de Asturias

Compost para que suelos mineros degradados sean sumideros de carbono

Asturias

E. G. Bandera Redaccion
Tormaleo

Investigadores del Indurot tratan de innovar para que la regeneración de terrenos industriales en desuso o quemados por incendios forestales también ayude en la mitigación de los efectos del cambio climático

18 Jan 2023. Actualizado a las 05:00 h.

Asturias, a través del Instituto de Recursos Naturales y Ordenación del Territorio (Indurot) de la Universidad de Oviedo, tiene en marcha varios proyectos para regenerar espacios industriales y mineros degradados y convertirlos en sumideros de carbono, que son claves para mitigar los efectos del cambio climático junto con la necesaria reducción de emisiones de CO2 generadas por las actividades humanas. «Ahora mismo estamos trabajando en algunas zonas de las que quedaron muy degradadas por la minería a cielo abierto del carbón en el suroccidente, en zonas que están contaminadas por la antigua minería de mercurio en la zona central y espacios industriales en desuso por la crisis y el proceso de desindustrialización, sobre todo de industria pesada que hemos tenido en Asturias y en otras zonas del norte de España», explica José Luis Rodríguez Gallego, catedrático de Investigación y Prospección Minera adscrito al Indurot y precisamente uno de los codirectores de la nueva Cátedra de Cambio Climático de la Universidad de Oviedo que se presentaba este martes en Gijón.

«En todos esos lugares la regeneración se puede enfocar desde distintas perspectivas y nosotros estamos intentando tener en cuenta también el factor carbono en el suelo, que es lo que puede hacer un efecto adicional no solo para la mejora del terreno y de su fertilidad, sino también de convertirlo en un sumidero de carbono atmosférico y reducir aunque sea en una pequeña media el CO2 atmosférico», explica el investigador, que recuerda que, aunque la mitigación de los efectos del cambio climático tiene que ser un proceso a nivel global, también requiere de acciones en lo local. «Obviamente lo que hagamos aquí con espacios industriales y mineros degradados no tiene nada que ver con lo que ocurre en las selvas amazónicas o con los procesos de materia orgánica que puedan darse en grandes zonas de suelo de África y otros continentes, pero lo global también tiene que tenerse en cuenta en lo local y hay maneras de hacer las cosas en ese sentido».

Pruebas en la antigua mina de Tormaleo

Por ejemplo, reutilizando materiales y, en concreto, se está probando la utilización de compost y otros residuos y productos orgánicos que se obtienen como resultado del reciclaje en la Compañía para la Gestión de los Residuos Sólidos de Asturias (Cogersa) y en otros ámbitos. «Pueden ser muy útiles para regenerar el suelo y al mismo tiempo hacer esa función de sumideros de carbono atmosférico», señala Rodríguez Gallego, que explica que en el Indurot se tienen en marcha varios proyectos en esa linea. Uno de ellos, dentro del programa específico de Transición Ecológica, se sitúa en la zona de la antigua mina de Tormaleo, en Ibias, en donde se trabaja desde la primavera pasada en la rehabilitación de los terrenos.

En esta zona se colaboró en primer lugar en identificar la vegetación más oportuna para llevar a cabo la restauración. «Hay una primera fase que es puramente física, con la reducción de las pendientes de los taludes y la adecuación de todas las zonas descarnadas y desnudas. A partir de ahí, se plantean trabajos de restauración que normalmente se vienen haciendo con vegetación autóctona y técnicas de hidrosiembra. Existe un conocimiento y una literatura común desde hace muchos años y lo que intentamos es innovar en ese sentido: buscar cómo alimentar al suelo con aditivos adecuados que nos ayuden no solo a que la regeneración sea la más apropiada sino a que el suelo se convierta en un sumidero de carbono», resume Rodríguez Gallego.

«También estamos haciendo algunas pruebas con suelos quemados por incendios forestales con la misma filosofía de tratar de recuperar la materia orgánica del terreno y de consolidarlo. Además, estamos preparando algún trabajo a escala europea con socios de otras zonas de España y de países europeos que pondremos en marcha a partir de mayo en Galicia y tenemos más ideas para seguir en esta línea». El investigador recuerda la amplia trayectoria que tiene el Indurot en el diseño de tratamientos de descontaminación para zonas industriales y mineras abandonadas. «Lo que estamos haciendo ahora es añadirle toda esa tecnología que ya teníamos desarrollada, y en cuya puesta en marcha colaborábamos con empresas y en alguna ocasión con la Administración, para incorporar este factor nuevo de la mejora de la cantidad de carbono que es capaz de retener el terreno una vez que se hace la descontaminación o la regeneración del mismo», explica.

¿Por qué es importante conseguir este proceso? «Normalmente cuando un terreno degradado se recupera, recupera la vegetación y, si recupera la vegetación y la actividad microbiana en el suelo, pues el CO2 de la atmósfera va a ser ciclado por parte de esa vegetación y los microorganismos del suelo. Ahí ya tenemos un primer factor de interés, pero lo que buscamos es que además parte del carbono que las plantas van a generar acaben fijado en el suelo. Que el CO2 no se recicle y se transforme de nuevo, sino que se vaya acumulando en el terreno, de manera que el balance neto con respecto al carbono atmosférico acabe siendo favorable a la acumulación en el suelo», señala Rodríguez Gallego.

En este sentido, recuerda que se trata de un proceso natural, pero mediante esta búsqueda de estrategias se pretende amplificarlo para que el balance sea favorable a la acumulación de carbono orgánico en el suelo. Como con el uso del compostaje, que ya es utilizado por agricultores y ganaderos. «Con el compost, utilizas un residuo para transformar la materia orgánica. Esa materia orgánica, añadida al suelo, le da efectividad y actividad. Además de que en parte puede acumularse con la materia mineral que hay en el suelo y acabar formando un pequeño reservorio de carbono que se queda en escalas mucho más largas y no lo reciclan los seres vivos, sino que se acumula. Es decir, estamos eliminando un residuo, le estamos dando un segundo uso, estamos ahorrando costes, y por ejemplo preparación de fertilizantes químico, y al mismo tiempo estamos generando un sumidero de carbono en el suelo», valora Rodríguez Gallego.  

 


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