Juan Fueyo, investigador: «Con el cambio climático, el cáncer se convertirá en la enfermedad más letal del siglo»
Asturias
El científico y virólogo acaba de publicar «Blues para un planeta azul», un libro con el que pretende abrir los ojos sobre el impacto que está teniendo el cambio climático: «Mad Max o 'El cuento de la criada' quizá no sean solo ficción»
06 Nov 2022. Actualizado a las 05:00 h.
Juan Fueyo (Oviedo, 1957), virólogo, científico e investigador, publicaba hace apenas tres semanas Blues para un planeta azul, un nuevo libro con el que el mismo pretende abrir los ojos sobre el gran impacto que está teniendo el cambio climático en la salud de todos los habitantes de la Tierra y, por ende, en la humanidad. Además, con esta publicación eleva una crítica a la falta de empatía que las distintas generaciones, desde la revolución industrial, tiene con los jóvenes «que quieren heredar (y se merecen heredar) una Tierra llena de vida» en vista de que, tal y cómo llevamos décadas tratando al planeta, la humanidad estamos siendo un virus para éste. Así, en la entrevista concedida a La Voz de Asturias, Fueyo advierte de que la vida como la conocemos «puede ser muy difícil después del 2100».
-¿Qué le empujó a «componer» Blues para un planeta azul?
-(Risas) «Componer»… En mi caso, es una forma de escaparse de la camisa de fuerza de la rutina. El desencadenante para Blues fueron largas conversaciones, muchas durante la cena, durante varios años, sobre el cambio climático con mi hija adolescente. Mi hija y los jóvenes son los abanderados de esta nueva revolución, a la que yo, supongo que, como mucha gente de mi edad, no había prestado la debida atención. Para escribir el libro hice una gran búsqueda bibliográfica y entrevisté a muchos expertos nacionales e internacionales en el tema, y todo eso me llevó a hacer muchos descubrimientos, algunos de ellos espectaculares, sobre la crisis climática. La mayor influencia fue María Neira, que es una de las mayores expertas del mundo en este tema y que escribe el prólogo de Blues.
-El título denota optimismo pero, sin embargo, en el prólogo habla de «futuro aciago de la Tierra». ¿De qué trata este nuevo libro y con qué pretensiones lo ha escrito?
-El color azul es el que inspira un optimismo poético y es también un juego de palabras con blues, que en inglés significa también azul: darle más azul al azul del mundo. Pero, lírica aparte, la cosa está mal. El asunto es que los combustibles fósiles, que nos han dado un mundo de confort sin precedentes, están también envenenado el mundo. La humanidad está de romería continua con la revolución industrial, pero no veas cómo esta dejando el prao. Entre las mayores premisas del libro está la idea de que no podemos seguir produciendo energía utilizando combustibles fósiles. Y ahora que el libro ha sido publicado me doy cuenta que, si bien la gente está informada del problema del cambio climático, muy pocos lo consideran una cosa urgente, una crisis que requiere atención inmediata. Así que estoy contento de que Blues pueda difundir este mensaje, que creo que es importante.
-Dice que la crisis climática puede precipitar el colapso de la civilización y la sexta extinción, ¿qué quiere decir con ese mensaje que suena tan catastrofista?
-En la historia de la vida en la Tierra han existido cinco grandes extinciones que han llevado en diferentes momentos a la desaparición al menos del cincuenta por ciento de las especies en todo el mundo. Pues bien, en estos momentos está en marcha un posible gran extinción, la sexta. En Blues para un planeta azul le pregunto a Bill McKibben, un experto en cambio climático, si podría desaparecer la especie humana (al fin y al cabo, la caída de la biodiversidad en los trópicos asusta y el hombre no deja de ser un animal más) y él me contestó que probablemente no, que la humanidad sobreviviría, pero que no está claro si la civilización tal y como la conocemos conseguirá salir intacta de la crisis. Las distopías (representaciones ficticia de una sociedad futura de características negativas causantes de la alienación humana) sobre el tema como Mad Max o El cuento de la criada quizá no sean solamente ficción…
-En su opinión, ¿es consciente la humanidad de las consecuencias que puede tener el cambio climático?
-La humanidad vive anestesiada por el vapor de la gasolina y, además, los países fabricantes de petróleo y las compañías petroleras le han puesto una venda en los ojos. Así que saben que algo está pasando, pero en general lo consideran un peligro vago, distante. La humanidad en esto de la crisis climática se parece mucho a aquel poeta inglés que predijo su muerte y la esperó durmiendo. Es el gran triunfo de la propaganda de los mercaderes de la duda, los sicarios del desierto: han conseguido tirar la piedra y esconder la mano. Piense usted que los países productores de petróleo y las compañías petroleras ni cuando mienten dicen la verdad.
-Suena paradójico pero en el libro achaca al «progreso» los males que acechan al planeta. ¿En qué momento de la historia empezó el progreso a cargarse el planeta?
-Con la revolución industrial, pero los datos son espeluznantes desde más o menos desde 1950, es entonces cuando cuatro gráficas muestran la subida en picado de la población del mundo (de dos mil a ocho mil millones), del increíble aumento del PIB y del consumo de energía. Esas tres gráficas se correlacionan con una cuarta: dramática subida de la concentración de CO2 en la atmósfera y el aumento de la temperatura terrestre. El progreso ha dejado de ser lo que ha significado antes para convertirse en el enemigo número uno de la civilización. Ahora que el Sahara está cruzando el estrecho, el progreso le va a servir de bien poco a Andalucía.
-¿Hasta qué punto está relacionado el cambio climático con las pandemias, como la que hemos vivido recientemente de la covid-19?
-Las últimas pandemias, desde la gripe y el SIDA a la covid, son zoonosis, es decir, que están producidas por virus que saltan de los animales salvajes al ser humano. El cambio climático aumenta la posibilidad de que esto ocurra porque aumenta la desertificación, la deforestación con lo que la civilización se pone más en contacto con los animales salvajes. El cambio climático ensancha la franja geográfica habitable para los mosquitos que transportan los virus y al descongelarse los glaciares y el permafrost, donde duermen muchos virus y bacterias, se producen nuevas oportunidades para pandemias. Y ojo, que hay virus ahí afuera mucho más peligrosos que el coronavirus.
-¿Y con el cáncer? Porque dice en el libro que se convertirá en una enfermedad más frecuente y letal…
-Sí, el cambio climático es el mayor problema global para la salud. Y el cáncer no se escapa. Si no se produce una desaceleración, el cáncer se convertirá en la enfermedad más letal del siglo, con tres tipos de tumores a la cabeza: los de la piel, los del pulmón y los gastrointestinales. La polución es responsable de más de siete millones de muertes prematuras en todo el mundo. Y recientemente se ha publicado que es un factor de riesgo para enfermedades con las que no se relacionaba de modo directo como el ictus y muchas otras cardiovasculares. Lo dicho, el cambio climático es un gran problema para la salud. Y de eso María Neira sabe más que nadie.
-¿Fiamos demasiado a la investigación y a la ciencia pensando que se irán encontrando soluciones a los distintos problemas de salud o ambientales que surjan de aquí a unos años por el cambio climático?
-Hay quien piensa, como Bill Gates, que la única solución será la tecnológica. Yo creo que la cosa es más complicada. La ciencia ayudará, pero servirá de poco si no se toman medidas políticas y sociales para evitar el desastre. Hay que dejar de apoyar a la industria de los combustibles fósiles y, en cambio, aumentar las inversiones y los subsidios de las energías renovables.
-¿Estamos preparados como civilización para afrontar episodios climáticos extremos de frío o calor u otras consecuencias, como que se produzcan pandemias o epidemias encadenadas?
-No, no lo estamos. Houston no puede defenderse de un huracán, Filomena paralizó Madrid, los incendios de sexta generación no dejan que se acerquen a ellos los bomberos. Y los más débiles, como los ancianos y los niños pequeños, son los que más sufren ciertos fenómenos extremos como las olas de calor.
-Dice en el libro que el planeta está enfermo de «poliantroponemia». Cabe la misma pregunta que cuando acudimos a una consulta médica y nos dan un mal diagnóstico. ¿Cuánto tiempo nos queda, doctor?
-Poliantroponemia es un término acuñado por Lovelock, el escritor de Gaia. Y tiene razón. La humanidad es un virus para el planeta. La vida puede ser muy difícil después del 2100. Si no paramos la crisis, si la temperatura sube cuatro grados centígrados, pues eso: el último que cierre la puerta.
-¿Cuál es el progreso o evolución que debemos interiorizar para frenar y revertir el deterioro de la Tierra?
-Hemos convertido la atmósfera en un basureo, los ríos en alcantarillas y el océano en una sopa de plástico. Es hora de abrir los ojos y detener este campeonato del mundo de la fealdad y la brutalidad. Hay que amar a la Tierra, dejar de usar energía sin conciencia, leer la encíclica Laudato Si, del Papa Francisco y evitar que la codicia y la avaricia de unos pocos destruyan este paraíso azul.
-Y para terminar, ¿por qué todos deberíamos leer Blues para un planeta azul?
-Para entender a los jóvenes que quieren heredar, y se merecen heredar, una Tierra llena de vida. La importancia de Blues para un planeta azul radica en la enorme significancia y el impacto del problema: la crisis climática es la mayor amenaza para la vida del planeta desde que el ser humano existe. Y también hay que leerlo para disfrutar del prólogo de María Neira. Y bueno, piense usted en cualquier otra razón, porque cualquier excusa es buena para leer un libro, ¿no?