Los estragos del covid persistente: «Tuve una trombosis venosa, una embolia pulmonar y una diverticulitis en el estómago»
Asturias
Desde que la asturiana Belén González contrajo el coronavirus en noviembre de 2020, su vida no ha vuelto a ser la misma
05 Dec 2021. Actualizado a las 19:06 h.
Noviembre de 2020. Segunda ola de covid-19 en Asturias. Belén González lo contrae y, junto con su familia, tiene que confinarse. Empieza con pérdida de gusto y olfato, pero lejos de quedarse ahí, el covid entra en su vida para quedarse. Acaba el confinamiento y su familia se encuentra bien, habían pasado la cuarentena siendo asintomáticos, pero Belén ve que no mejora. «Empecé a sentir cansancio y debilidad», asegura la afectada, aunque no le da mayor importancia hasta que en enero comienza a sentir un dolor muy agudo en la pierna izquierda. «Tuve una trombosis venosa, decidieron hacerme un tac y salió un trombo agudo y lateral, por lo que estuve ingresada un mes», explica.
Sin embargo, eso no era más que la punta del iceberg. La vida de Belén había cambiado para siempre. Tiene covid persistente y su estado de salud fue empeorando poco a poco. Salió del hospital y continuó con «dificultad respiratoria y taquicardias». Intentó hacer una vida normal pero «incluso poner una lavadora», se le hacía un mundo y recuerda que incluso «tenía que sentarme»para hacer una tarea sencilla como esa.
Más síntomas
La cosa parecía que mejoraba después de medio año luchando contra estos síntomas. «En abril me puse la vacuna y mejoré, tenía más ánimo y más gana», afirma. Pero una vez más, en mayo, «me diagnostican una diverticulitis en el estómago». Por este motivo, tuvo que estar ingresada de nuevo. Los médicos, por su parte, se encontraban perdidos; creían que podía ser a causa del sintrom «pero lo dejé y me volvió a dar otra trombosis venosa y una embolia pulmonar».
Mientras, González seguía con malestar general, palpitaciones y mareos. Recuerda que «nadie me dijo que podía ser esta enfermedad. Iba a cada especialista por cada cosa que me pasaba: al cardiólogo, por las palpitaciones; al otorrino, por los mareos; al oftalmólogo, porque veía borroso; al hematólogo, para el sintrom…». Además, asegura que «también tengo dificultad en el lenguaje, me faltan palabras». En definitiva y como ella misma dice, «voy pasando de especialista en especialista, pero no hay una persona que me hable con claridad. Cada especialista me da su tratamiento y yo sigo igual». «Esto es una enfermedad reconocida pero nos queda mucho por hacer», lamenta.
Fuerza de voluntad y positivismo
Un dato importante es que «ellos tres eran asmáticos y yo era la más sana», sin embargo, el covid no elige y le tocó a González, que asegura ser «una persona muy positiva». Aunque también reconoce que «uno empieza a saber vivir con ello porque veo que es a largo plazo». Actualmente, los síntomas han bajado su intensidad, pero «mi vida ha cambiado completamente. Yo era una persona sana y ahora no».
«Voy pasando de especialista en especialista, pero no hay una persona que me hable con claridad, cada especialista me da su tratamiento y yo sigo igual»
«Seguimos luchando y con síntomas que aún no soy capaz a superar, pero día a día espero que mejore y que podamos encontrar solución. Me puse unas metas porque vi que se estaba alargando mucho y he empezado a trabajar. Lo estoy superando malamente, pero lo estoy intentando», sostiene. Y es que la fuerza de voluntad es muy importante para querer seguir adelante.
González también ha querido contar cómo fue el proceso por el que se entera que tiene covid persistente: «Yo leo mucho y por una entrevista me enteré de la existencia del grupo covid persistente de Asturias. Me puse en contacto con ellos a través del correo covidpersistenteasturias@gmail.com y me empezaron a pasar información». Por ello, se muestra muy agradecida a este grupo, a todos los sanitarios que la atendieron y a su familia y amigos. Aunque reconoce estar preocupada y tener miedo a tener que volver a repetir todo el proceso.