Amartya Sen, la ciencia de un economista nómada
Asturias
No es casualidad que el bengalí Amartya Sen, ganador del Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales 2021, ponga en su propio currículum la profesión de filósofo
19 Oct 2021. Actualizado a las 05:00 h.
Vaya por delante que Amartya Sen es un veterano premio Nobel de Economía. Como tarjeta de presentación debería contar algo, pero más peculiar y significativo aún es que se considere a sí mismo, además de economista, filósofo. Dos disciplinas que podrían, en teoría, ser hermanas universalmente. Pero, en la práctica, eso quizá solo ocurre en su India natal.
Hay que trasladarse precisamente a la época colonial para comprender la génesis del pensamiento de Sen. Nacido en una familia de académicos, en su propia reseña biográfica del Nobel aseguró: «Nací en un campus universitario y parece que he vivido toda mi vida en un campus u otro». ¿Es una suerte de autocrítica, una disculpa, un orgullo? «No he tenido ningún trabajo no académico serio», aclara. Tal vez se adivine en eso un poso de culpabilidad, puesto que nada tiene que ver su existencia ilustrada con la de millones de compatriotas. A su favor, y a juzgar por su trabajo, nunca los perdió de vista.
Como era previsible en una familia culta, fue un buen estudiante tanto en la escuela colonial de St. Gregory como en otra ligada al mundialmente famoso Rabrindranath Tagore, «donde se formaron mis aptitudes educativas». Curiosamente, señala, allí «se desalentó cualquier tipo de interés en el rendimiento de los exámenes y las calificaciones». Mucho más que una corriente educativa, su formación temprana le dejaría profunda huella según el influjo de Tagore.
Él bengalí y su escuela, dice Sen, “resistieron constantemente las identidades estrechamente comunitarias de hindúes, musulmanes u otros, y supongo que él tuvo la suerte de morir, en 1941, justo antes de que las matanzas comunales fomentadas por la política sectaria envolvieran la India durante gran parte de la década de 1940”. Era el tumultuoso momento del inicio de la caída del imperio británico en el subcontinente indio.
«Algunos de mis propios recuerdos perturbadores mientras entraba en mi adolescencia en la India a mediados de la década de 1940», cuenta, «se relacionan con el cambio de identidad masivo que siguió a la política divisoria. Las identidades de las personas como indios, asiáticos o miembros de la raza humana parecieron ceder paso, de repente, a la identificación sectaria con las comunidades hindú, musulmana o sij». Es una aguda reflexión sobre el grave conflicto que dividió el país y la segregación de Pakistán. «Tuve que observar, cuando era niño, algo de esa violencia sin sentido», recuerda con dolor.
Ya en una India independiente, se traslada a Calcuta para estudiar Economía en el Presidency College, una etapa en la que ya brilla intelectualmente. Al mismo tiempo, desarrolla una cierta atracción por la «simpatía y el compromiso igualitario de la izquierda (…) como también le ocurrió a la mayoría de mis compañeros de estudios, en esa universidad extrañamente elitista».
Ahí llegan dos importantes vivencias: el diagnóstico de un grave cáncer al que pudo sobrevivir y la evidencia de la pobreza de su entorno: «La propia Calcuta, a pesar de su inmensamente rica vida intelectual y cultural, proporcionaba muchos recordatorios constantes de la proximidad de una miseria económica insoportable, y ni siquiera una universidad de élite podía ignorar su presencia continua y cercana».
De hecho, ha afirmado Sen en ocasiones, cuando realiza un balance sobre los campos de trabajo académico en los que más se involucró, esos temas «ya estaban entre las preocupaciones que más me agitaban en mi época de estudiante en Calcuta». Es decir, la economía del bienestar, la desigualdad económica y la pobreza, por un lado («incluida la manifestación más extrema de pobreza en forma de hambrunas»), y el alcance y la posibilidad de una elección social racional, tolerante y democrática por el otro.
De Calcuta a Keynes y vuelta
En los años cincuenta tiene la oportunidad de estudiar en el Trinity College de Cambrigde, donde se sumerge en la economía keynesiana y las diversas contribuciones de los seguidores de Keynes en Cambridge, por un lado, y de economistas neoclásicos escépticos de Keynes, por otro. En ese caldo de cultivo, su pensamiento crece. Solicita un permiso para trasladarse a la India, inquieto por saber «qué estaba pasando en casa».
Después, gracias una beca, toma «la decisión radical de estudiar filosofía en ese período. Siempre me había interesado la lógica y la epistemología, pero pronto me involucré también en la filosofía moral y política (se relacionaban estrechamente con mis antiguas preocupaciones sobre la democracia y la equidad)», explica.
La ampliación de sus estudios a la filosofía fue importante, no solo porque algunas de sus principales áreas de interés en la economía se relacionaban estrechamente con las disciplinas filosóficas, como el estudio de la desigualdad y la privación, sino también porque «encontré los estudios filosóficos muy gratificantes por sí mismos (…). Si bien estoy interesado tanto en la economía como en la filosofía, la unión de mis intereses en los dos campos supera con creces su intersección», revela.
Siempre India en el corazón
Ya en los años 60 del siglo pasado, se traslada como profesor a la universidad de Delhi, donde enseña durante una década. «En muchos sentidos, este fue el período intelectualmente más desafiante de mi vida académica», recuerda. Se sumerge a toda máquina en la teoría de la elección social. Curiosamente, una dificultad inicial para proseguir en ese campo fue que «al principio no tenía a nadie que estuviera interesado en el tema como disciplina formal». Pero gradualmente conseguiría un grupo de estudiosos que sí lo hicieron.
¿En qué consistía esa materia que tanto interesaba a Sen? Lo que pretende analizar es cómo se produce la combinación de opiniones o intereses individuales de modo que se alcance una decisión colectiva o bienestar social.? Por ejemplo, una constitución. Kenneth Arrow y su ensayo La elección social y los valores individuales fue la gran influencia que el joven Amartya se trajo de Cambridge. En apariencia, más filosofía que economía.
Desde la adolescencia, se pregunta: «¿Es posible una elección social razonable dadas las diferencias entre las preferencias de una persona (incluidos los intereses y juicios) y las de otra (…) ¿puede haber tantas preferencias como personas?».
Tras una fructífera década en Delhi, donde entre otras cosas se casa y tiene dos hijos, vuelve a Londres. Los problemas de salud generados por el cáncer que había padecido a los 18 años y las enormes dosis de radiación que le suministraron como tratamiento, le pasan factura. En 1971 se somete a una larga operación para reconstruir una necrosis de su paladar, aunque finalmente se recupera y se instala en la famosa London School of Economics, donde reanuda su trabajo sobre la teoría de la elección social. «Los setenta fueron probablemente los años dorados de la teoría de la elección social en todo el mundo. Personalmente, tuve la sensación de divertirme», afirma.
Desde ahí, sus intereses pasan gradualmente de la teoría pura de la elección social “a problemas más prácticos”, es decir, utilizar un marco ampliado de la teoría de la elección social en una variedad de problemas aplicados: evaluar la pobreza; evaluar la desigualdad; aclarar la naturaleza de la privación relativa; desarrollar medidas de ingresos nacionales ajustadas a la distribución; aclarar la pena del desempleo; analizar las violaciones de las libertades personales y los derechos fundamentales; y caracterizar las disparidades de género y la desventaja relativa de las mujeres.
Desde mediados de los 70 comienza a trabajar en la causalidad y prevención de las hambrunas, inicialmente para el Programa Mundial de Empleo de la Organización Internacional del Trabajo. “Intenté ver las hambrunas como problemas económicos amplios (concentrándome en cómo la gente puede comprar alimentos o tener derecho a ellos), más que en términos de la imagen groseramente indiferenciada del suministro agregado de alimentos para la economía en su conjunto”.
Si bien estos eran “intensamente prácticos”, también se involucra cada vez más en “tratar de comprender la naturaleza de la ventaja individual en términos de las libertades sustantivas de las que disfrutan diferentes personas respectivamente, en la forma de la capacidad de lograr cosas valiosas”.
Y al fin, Harvard
El fallecimiento de su segunda esposa, según explica, lo lleva a trasladarse con dos hijos pequeños a EEUU para cambiar de aires. Se muda a Harvard, donde se encuentra a gusto. De su propio diario, se lee: «Los problemas de elección social que me habían molestado anteriormente estaban ahora más analizados y comprendidos, y yo tenía, pensé, cierta comprensión de las demandas de justicia, libertad e igualdad».
Durante sus años en Harvard, hasta alrededor de 1991, aborda también nuevos problemas como la equidad en salud, «un campo de aplicación desafiante para los conceptos de equidad y justicia». La potencia de intelectual Harvard le permite diversificar sus estudios cómodamente, debatiendo con eminentes colegas.
Nunca olvidó la India y Bangladesh de su nacimiento y juventud, siempre estuvieron en su horizonte mental pese a una vida que confiesa plenamente académica: «Los campus universitarios tampoco están tan alejados de la vida como a menudo se presume». Robert Goheen ha comentado: si sientes que tienes ambos pies plantados en un terreno llano, entonces la universidad te ha fallado. Ese es el núcleo de la cuestión. Así que ¿quién quiere permanecer plantado en el suelo? Hay lugares adónde ir».