La Voz de Asturias

Mar Martino, estafada en el alquiler de una casa parroquial: «Gasté 3.000 euros en reformas y me denunciaron por okupa»

Asturias

Nel Oliveira
Mar Martino, afectada por el alquiler fraudulento de la casa parroquial de Coya, en Piloña

El párroco de Coya le ofreció la vivienda, inmatriculada por la Iglesia en 1964, por 450 euros al mes: «Ya no creo en los curas»

26 May 2021. Actualizado a las 05:00 h.

Mar Martino es vecina de Coya desde 1995. Esta pequeña parroquia del concejo de Piloña supera ligeramente los 300 habitantes. Fue en 2019 cuando Martino, de 58 años, tuvo una mala experiencia con el párroco encargado de la diócesis por aquel entonces. «Por problemas que serían muy largos de contar tuve que dejar mi casa, por temas de herencia, y me fui a casa de mi hija», explica. No obstante, en aras de que su presencia no fuera un impedimento decidió motu proprio  «buscar algo que pudiera pagar, pero que estuviera en Coya». Dada la escasez de inmuebles para alquilar en la zona, una amiga le propuso preguntarle al párroco por la casa parroquial. La oferta fue la siguiente: 450 euros mensuales haciéndose cargo del gasto de las reformas. No pudo entrar a vivir porque no tenía contrato y acabó denunciada por okupa. «Yo soy muy cristiana y creo muchísimo en Dios, pero en los curas ya no», lamenta.

Una vez que su amiga y ella fueron a hablar con el párroco no les puso ninguna traba para la petición de Martino: alquilar la casa parroquial, un inmueble inmatriculado por la Iglesia en 1964 a espaldas de los vecinos, que se encargaron de pagar todas las reformas. El párroco de aquel entonces, ahora reubicado, sugirió a Mar Martino que lo gestionara directamente con el Arzobispado. Le dijeron que sí, se la alquilaba por 450 euros mensuales, pero con los gastos de reforma a cargo de ella. «Fui a ver la casa y llovía dentro igual que llueve fuera. No se podía entrar», clama Martino. «El techo se caía a trozos, el baño para tirar y había grietas más anchas que cuatro dedos de la mano». No obstante, tras negociar el precio, Martino accede a entrar por 300 euros al mes, haciéndose cargo la Iglesia de los arreglos: «Me dijeron que me descontaban unos 100 euros mensuales hasta cubrir el total de los gastos».

Estado de la casa parroquial de Coya en el momento en el que se la quisieron alquilar a Mar Martino

Tras consultarlo con la familia decidió que era una buena oferta y se pusieron manos a la obra. «Les pasé un presupuesto de 7.000 euros, sin contar la mano de obra, que me la hacía mi yerno», asegura Martino. En ese momento, el párroco de Coya le dijo que para ir avanzando fuera haciendo las reformas, hasta que firmara el contrato de alquiler. «Que si una reunión de no sé qué, que si las comuniones, ahora una eucaristía… total que pasaron cuatro meses y yo sin firmar el contrato», recuerda Martino. A todo esto seguía haciendo reformas, pero sin entrar a vivir en la casa. Seguía en casa de su hija. «Me decía mi yerno: oye Mar esto es muy raro. ¿Tú te fías de esta gente?». A lo que le respondió: «Bueno chico, si no te fías de un cura entonces de quién te vas a fiar en esta vida. Cómo te va a engañar un cura, sería lo último ya».

Sin 3.000 euros gastados en la reforma y denunciada por okupa

En este punto y tras insistir por vía telefónica le dicen que ya no se la van a alquilar. «No reaccionaba cuando me dijeron eso», apena Martino. Fue entonces cuando preguntó por las obras que había realizado: «A usted quién le mandó hacer ninguna obra», le espetaron. «El párroco», respondió, asegurándole desde el otro lado que el cura no era nadie para decidir eso. De hecho, tras haberse gastado 3.000 euros en las reformas todavía la denunciaron por okupa, según explica, por haber estado reformando una casa que no era suya sin permiso. «No, ni mía ni vuestra, porque esta casa es del pueblo», contestó Martino, enterándose en ese momento de que el inmueble fue inmatriculado en 1964. «Nos sentimos engañados y estafados».

Nadie les ha recibido todavía y de los 3.000 euros que Martino se gastó en la reforma tampoco se sabe nada. Tanta fue «la impotencia y la indignación» de los vecinos que decidieron hacer un escrito al Papa Francisco, que amablemente les respondió que «las cuestiones planteadas en su escrito son de competencia del obispo diocesano, al que usted puede dirigirse para su solución, no siendo práctica de esta oficina intervenir en este tipo de cuestiones». Una respuesta recibida hace escasos diez días mientras desde el Arzobispado de Oviedo siguen recibiendo largas.


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