«Con la vacuna estoy más tranquila, hay que vacunarse que no pasa nada»
Asturias
Residentes y trabajadores de La Tenderina relatan la esperanza abierta tras completar la inmunización
11 Feb 2021. Actualizado a las 19:36 h.
La residencia geriátrica de La Tenderina está en el borde de ese límite borroso de la capital donde va a terminar Oviedo y empieza a comenzar Colloto. Casi en una frontera espacial, sus habitantes, que son los ancianos que tienen allí su domicilio y también casi se diria que muchos de los trabajadores que les cuidan cada día, están dando los primeros pasos de una frontera temporal, una nueva fase de esperanza y tranquilidad, y es algo que se repite mucho en las conversaciones del centro ahora que ha terminado la administración de las dos dosis de la vacuna de Pfizer. La residencia está inmunizada, y aunque no se trata de una garantía mágica que proteja absolutamente de la pandemia, es un buen respiro.
En las historias que se cuentan en La Tenderina al terminar esta primera fase la vacunación (Asturias concluyó la administración de las dosis completas en todos los geriátricos de la comunidad a comienzos de febrero), hay siempre una sombra, la del recuerdo de los primeros días de la pandemia, cuando se conocía muy poco de la enfermedad y al temor al virus se unía la incertidumbre que es un miedo que se alimenta de sí mismo.
Pero no fue capaz de morder a Enedina Fernández, de 87 años y que cuanta que cuando llegue el verano hará tres que llegó a la residencia. Dice que no tuvo miedo y que pasó el primer confinamiento «como todo el mundo». También como todos espera que llegue el día en que se pueda salir sin restricciones aunque «yo soy muy de estar en casa» y por eso dice que tampoco echa mucho de menos las salidas. Enedina, que se se entretiene pintando «pero no cuadros, coloreo láminas para los chavales y los nietos» tiene claro el consejo para los que pudieran tener algún reparo ante las vacunas: «no me dolió nada, nada. La gente que se vacune, lo primero que se le puede mandar, hay mucha gente rebelde que no quiere, pues allá ellos».
Un poco de miedo sí que pasó al principio María Luisa Suárez, de 76 años y no es extraño porque la vida ya le había hecho temer a otros virus y cuenta que uno que sufrió «me hizo mucho daño, y de hecho aquí estoy sentada» en su silla de ruedas, «ya no quería más». Como su compañera Enedina también recomienda la vacuna a quien puede ponerla «que no pasa nada, yo no me enteré de que llevé un pinchazo ni de nada», pero ella sí que echa de menos salir a tomar un poco el aire :«me gustaría salir al parque a tomar el sol; yo tampoco soy mucho de andar por la calle, pero bueno, pasear». Suárez dice que la vacuna la dejó «más tranquila. Mi familia me llama y me dicen que soy una privilegiada, porque ellos también esperan por ella, toca esperar».
Un poco al menos, Asturias comenzó esta semana las primeras administraciones a mayores de 80 años en centros de día, debe completarse la inmunización de sanitarios y las profesiones consideradas esenciales en una nueva fase. Por el momento, las residencias se sienten un poco más seguras.
La directora de La Tenderina es Conchi Carrecedo y cuenta que vivieron las diferentes oleadas de la pandemia de forma muy distinta. En primavera, en ese primer golpe con mucho temor ante lo desconocido aunque por suerte sin ningún contagio. No fue así en la segunda oleada, que castigó de forma muy cruda a Asturias en otoño, «ya sabíamos más de cómo actuar, las sectorizaciones y todos los protocolos pero por desgracia nos tocó vivirla». «Tuvimos casos, muchos, tuvimos un brote importante, con algún fallecimiento», relata la trabajadora social Lucía Ordóñez. Afortunadamente en esta tercera oleada, que explotó casi a la vez que comenzaba la campaña de vacunación, en la Tenderina no ha habido ningún caso más.
Ambas, Conchi y Lucía, reconocen que al principio tuvieron dudas sobre la vacuna, pero decidieron recibirla por ellas y por los demás. «Yo reconozco que sí dudé, pero luego me convencí. Por ellos (los residentes) y por la sociedad en general, porque estamos todos involucrados en esta pandemia», explica la trabajadora social quien destaca también que «al principio tenía miedo, pero la verdad es que no tuve ningún síntoma, ninguna secuela, y aconsejo a la gente que se vacune. No nos va a perjudicar, al contrario, nos va a beneficiar».
Carracedo, dice que en parte la pandemia le sirvió para tomar ejemplo de la actitud con la que los residentes con tanta vida sobre sus espaldas asumieron la adversidad. «La forma en que llevaron la situación, la verdad es que un ejemplo para todos, sin duda alguna los grandes héroes de todo esto son los residentes», destacó aunque no se olvidó de citar a los trabajadores del centro y también a los familiares que, asegura, se han mostrado comprensivos con los muchos avatares que se han tenido que sufrir en estos meses.
Y ahora es cuando empieza a ver la luz al final del túnel, un resquicio aunque sea. Lo dice María Álvarez, fisioterapeuta, cuando explica que «me gustaría que todo el mundo saliera de sus habitaciones, que hubiera la vida que teníamos antes, poner la música en el gimnasio y tener a un cantando y a otro caminando; otro que te viene a contar lo que le pasó ayer o lo que hubo en la novela. Es algo que tenemos que volver a recuperar, el patio, el contacto con las familias, hablar cara a cara».
Hasta mayo no se pudieron practicar muchas de la terapias y Álvarez explica que «nos hemos encontrado más dificultades a la hora de trabajar, hemos tenido que reducir los espacios. Ahora los tratamientos siempre van a ser individuales y el objetivo que tenemos es mantener y recuperar todo lo que teníamos antes de toda esta pandemia». Con la vacuna, añade, hay «un nuevo punto de partida y estamos listos para arrancar».