La Voz de Asturias

El sufrimiento de la hostelería: «Los empleados me llaman porque no tienen para comer»

Asturias

Nel Oliveira
Protesta de hosteleros en Oviedo

Cinco propietarios de diferentes modelos de negocio explican la difícil situación por la que están pasando: «Estamos tirando de los ahorros de nuestra vida»

05 Dec 2020. Actualizado a las 05:00 h.

Como si de un videojuego se tratara, a la hostelería solo le queda una vida. El sector, muy afectado por el cierre provocado por esta segunda ola de coronavirus en Asturias, se concentró ayer en el centro de Oviedo para exigir la reapertura de sus negocios. A pesar de que el Principado estudiará si es viable volver a levantar las persianas la semana que viene, quizá para muchos ya sea tarde. Los gastos continúan llegando mientras que la caja, para la mayoría, sigue cerrada. Cinco hosteleros asturianos ponen cara al sufrimiento por el que está pasando uno de los sectores más afectados por la crisis sanitaria.

José Luis Suárez, propietario de El Fartuquín, en Oviedo: «Estamos tirando de los ahorros de toda nuestra vida»

José Luis Suárez y María Fernández, propietarios de El Fartuquín, en OviedoN.O.

José Luis Suárez y María Fernández, propietarios de El Fartuqín, en Oviedo, explican la situación por la que están pasando: «Es el peor momento por el que hemos pasado en 20 años que llevamos con el negocio. Estamos tirando de los ahorros de toda nuestra vida». El matrimonio cuenta en su restaurante con seis empleados, ahora en ERTE. «Tenemos que pagar igualmente los seguros sociales, la cuota de autónomos, la recogida de basuras, etcétera. Además, este mes tuvimos que pagar el IBI y el que no tenga un local propio pues también tiene que pagar renta».

Según ellos, la situación es insostenible. No tienen ingresos pero, por el contrario, los gastos son enormes. «Nos llegan recibos mensuales de mil y pico euros solo de luz», lamentan. «Esta situación es una ruina total. Nuestros ahorros se están quemando, y los que ya no los tienen están abocados al cierre». En cuanto al futuro, «muy negro». El matrimonio explica que muchos negocios se verán obligados a cerrar sus puertas, lo que provocará que muchos camareros queden en el paro.

Carlos Gutiérrez, dueño de La Garnacha, en Avilés: «Noviembre me ha supuesto una pérdida de 4.500 euros»

Carlos Gutiérrez, dueño de La Garnacha, en AvilésN.O.

El propietario de La Garnacha, un restaurante situado en Avilés, lamenta que noviembre le haya supuesto una pérdida económica que asciende hasta los 4.500 euros. «A este ritmo podría aguantar, como mucho, tres o cuatro meses más», sentencia Carlos Gutiérrez. Cuenta con cuatro trabajadores a los que se ha visto obligado a poner en ERTE por el cierre. «No es normal que estando cerrados sigamos pagando las cuotas de autónomos, basura o alcantarillado», clama. «Solo queremos que nos escuchen y que entiendan que nosotros no somos los culpables de todo esto».

«Con las medidas que se han tomado en Galicia, de apertura de interior al 30%, terraza al 50% y cierre a las cinco de la tarde, para un local como el mío que vive de las cenas, sería inviable», explica el hostelero. «Las cuentas no saldrían. Sería un cierre encubierto, y creo que es lo que pasará a partir el jueves de la semana que viene».

Alejandro Dos Santos, CEO de la Sala Quattro, en Avilés: «Los empleados me llaman porque no tienen para comer»

Alejandro Dos Santos, CEO de la Sala Quattro, en AvilésN.O.

Alejandro Dos Santos es el CEO del grupo empresarial que regenta la Sala Quattro, en Avilés. Tan solo es una de las muchas discotecas que tienen, pero en la que han hecho «una de las inversiones más grandes de Asturias». En sus planes entraba amortizarla en los próximos siete años. «No creo que lo hagamos, mínimo, en los próximos diez», lamenta Dos Santos. «Si con una pandemia no nos escuchan, cuando termine nos van a escuchar menos todavía», cuenta resignado.

«Ni siquiera hemos podido abrir. Solo pudimos un fin de semana y con unas restricciones espectaculares», explica el hostelero. El grupo, ahora mismo, cuenta con dos empleados en ERTE, pero antes de la pandemia eran más de 30. «Muchos me llaman porque no tienen para comer, para pagar el alquiler o para darle algo a sus hijos. Estamos ayudando como podemos, pero ya no podemos más. La situación es crítica».

Su previsión de futuro pasa por una reapertura del ocio nocturno para junio de 2021. «Nadie nos dice una fecha en la que podamos abrir o en la que nos van a ayudar. No es lógico que nos estén tratando así. No queremos ayudas, solo queremos claridad», señala el propietario de Quattro. Mientras tanto, los gastos siguen llegando y los ingresos continúan a cero. «Nuestra situación financiara nos da para aguantar hasta junio. No más. Si en junio no abrimos, a nivel de empresa, lo vamos a pasar muy mal».

Judith Miranda, dueña de una cafetería en Avilés: «Tengo un niño de cuatro años, y solo de pensar en esta situación me entran ganas de llorar»

Judith Miranda, regenta una cafetería en Puerta de la Villa, en AvilésN.O.

El pasado mes de diciembre, Judith Miranda lo apostó todo por su nuevo negocio. Se decidió abrir una cafetería en Puerta de la Villa, en Avilés, «con tan mala suerte que me pilló la pandemia». A los tres meses de apertura se vio envuelta en una situación que todavía no tiene una solución. «Tengo un niño de cuatro años, y solo de pensarlo me entran ganas de llorar. Se me está acabando todo», explica con lágrimas en los ojos.

Miranda no ha conseguido amortizar ni una cuarta parte del dinero que invirtió. «Puedo aguantar un mes más». Si no se verá obligada a echar el cierre. Tenía una trabajadora y otra que hacía de extra, pero tuvo que prescindir de sus servicios porque «las cuentas no cuadraban». En cuanto al futuro, confía en abrir lo antes posible y que «me vuelva a ir bien como estaba yendo hasta que llegó el virus».

Ana Sánchez, propietaria del mesón El Franco, en Oviedo: «No sé dónde voy a acabar. Debajo de un puente»

Ana Sánchez, dueña del mesón El Franco, en OviedoN.O.

En junio hará cinco años que Ana Sánchez regenta el mesón El Franco, en Oviedo. Como el resto de sus compañeros no puede abrir su local, por lo que no está pasando por sus mejores momentos. «En esta situación no creo que pueda aguantar mucho más. Estamos atados de pies y manos», lamenta la hostelera. «Lo único que queremos es trabajar, porque nos vamos a morir de hambre».

«Yo no le puedo decir a mi casero que no le pago el alquiler porque no estoy trabajando. Estoy tirando de ahorros personales y de ayudas familiares. Pero no puedo estar toda la vida así», explica desolada. «No sé dónde voy a acabar. Debajo de un puente». Según explica, se ve luchando por un sueño que ahora mismo está siendo inútil, para que cuando lleguen los recibos a pagar «te veas en la situación de que si pagas una cosa no puedes con la otra, y así estamos».

 


Comentar