«Llamé más de 250 veces al centro de salud sin respuesta. Acabé haciendo un seguro privado para mi hija»
Asturias
Carmen María Riera tiene renitis asmática y asegura que tardó casi un mes para que le renovaran la receta electrónica. Su hija también tiene asma y tuvo que esperar 16 días para ser atendida por el pediatra
26 Oct 2020. Actualizado a las 05:00 h.
El coronavirus es la prioridad absoluta del sistema sanitario asturiano, pero hay otros enfermos que también necesitan atención. Y cada vez son más los que denuncian que están abandonados. Las redes sociales se han llenado en las últimas semanas de mensajes de pacientes que critican las dificultades que tienen para ser atendidos en sus centros de salud y uno de esos casos es el de Carmen María Riera y su hija de 8 años Manuela García. Las dos tienen asma y ambas se han encontrado con dificultades para ser atendidas en el centro de salud de El Llano, en Gijón. «En total llamé más de 250 veces sin respuesta», asegura la afectada, quien, ante un episodio de asma de su hija, optó por contratar un seguro privado para que le atendieran. «No tuve otra opción», asegura.
Riera es auxiliar de enfermería, por lo que conoce el funcionamiento del sistema sanitario asturiano desde dentro. Aunque reconoce que la situación ha empeorado en las últimas semanas, sus problemas para conseguir ser atendida en el centro de salud de El Llano vienen de lejos. Concretamente, del verano. En julio, su hija Manuela sufrió una crisis asmática, y ante la angustia que le causaba no conseguir que la atendiera su pediatra, acabó sacándose un seguro privado. «Tardé 16 días en que me atendiera el pediatra y eso no puede ser», afirma Riera, quien añade que «pago 76 euros al mes de seguro, pero es la única forma de estar tranquila».
El hartazgo de Riera, de 44 años, va en aumento, ya que lejos de ser el caso de su hija un problema puntual, sigue sin conseguir que le atienda su médico de cabecera. «En total hice más de 250 llamadas, en varios días, y no me contestaron. No solo no contestan, a veces directamente te cuelgan», explica.
Un día 126 llamadas, otro 84, otro 40... «Desde el 26 de septiembre que empecé a llamar y hasta esta semana -un mes después- no conseguí que me renovaran la receta electrónica», señala Riera. Ella sufre una renitis asmática crónica desde hace 10 años y necesita esa receta para poder conseguir los medicamentos que le hacen falta. Tiene pautados Rino-Ebastel, Avamys y Ventolín.
Su problema fue que, cuando le caducó la receta y le tocó renovar, su médica de cabecera no estaba. Le tocó una médico suplente que «me dio la receta solo por un mes, y ahí comenzó la odisea», relata. A pesar de las llamadas, no consiguió ser atendida, y su salvación fue que «me conocen en la farmacia y me ayudaron, pero no es su deber adelantar medicamentos».
Finalmente, y para conseguir ser atendida, Riera reconoce que «tuve que ponerme borde y armar la de cristo. Le expliqué que soy una paciente crónica y que, para mi enfermedad, la llegada del otoño es criminal». Así fue como, asegura, consiguió que le pasaran la llamada a su médica.
En su opinión, el gran problema en el centro de El Llano es la administración, ya que, asevera, «cuando le pasaron el mensaje me llamó mi médica para pedirme disculpas y me dijo que a ella no le habían pasado ningún mensaje. No te cogen el teléfono y, cuando lo hacen, no pasan el recado», afirma Riera. Aunque está contenta con su médica, de quien asegura que sí tiene quejas es del pediatra de su hija. También de la administración del centro.