Pueblos con encanto para disfrutar con los cinco sentidos
Asturias
Pueblos asturianos con encanto
Te proponemos una visita a diez localidades del Principado alejadas de los principales núcleos de población
28 Aug 2020. Actualizado a las 05:00 h.
En Asturias lo bonito es guapo. Este es el término que, usado con fluidez, mezclará al viajero de manera definitiva con las gentes del Principado. Puede contar lo guapas que son sus montañas, sus playas, sus carreteras y hasta sus gentes. También lo guapos que sus pueblos. El Principado ha sabido conservar sus costumbres y su historia, llevándolas de la mano al siglo XXI para el disfrute de sus vecinos y de los turistas que buscan experiencias singulares alejadas de su día a día. La región está llena de pueblos con encanto que no son postales rescatadas del pasado sino auténticas calles con alma. Hórreos y paneras, techos de pizarra, casas de indianos, jardines, árboles, iglesias y ermitas, calzadas de piedra, madreñas esperando a la puerta de las casas, viviendas marineras resistentes al salitre, tejos centenarios, gallos que cantan al amanecer, queserías, construcciones medievales... Los pueblos asturianos con encanto se disfrutan con los cinco sentidos. Así que te proponemos un listado con diez excursiones que te permitirán contar lo guapa que es la Asturias rural.
San Martín de Oscos. Samartín
Empezamos viaje por el occidente. San Martín de Oscos (Samartín) es uno de los tres Oscos que conforman una comarca casi en el límite con Galicia y probablemente el menos conocido. Forman parte de la Reserva de la Biosfera del Río Eo, Oscos y Tierras del Burón y fueron designados Pueblo Ejemplar de Asturias en el 2016. El tiempo tiene otro ritmo en esta tierra en la se puede pasear ante el Palacio de Mon, la casa de los Guzmanes o la iglesia parroquial. La Casa del Marco, en Villarquille, es una de las muestras más auténticas de la vida de los campesinos del occidente. Podrás descubrir qué son los caballos de Frisia en el castro de San Isidro, desde el pueblo de Bousoño. No dejes de pasar la oportunidad de visitar un auténtico bar-tienda, de los de siempre. Se llama Casa Pequenón y descubrirás que tienen para vender de todo aquello que se te pueda ocurrir pedir. Es casi un museo etnográfico a escala real. El contacto con la naturaleza es fundamental para entender su idiosincrasia así que guarda en la maleta calzado cómodo para perderte en la Ruta del Monte Marón y Ascuita, de Piorno a los Fornos o la Senda Verde das Carballeiras.
San Esteban de los Buitres. Santesteba (Illano/Eilao)
Solo su nombre tiene encanto por sí mismo. Pero si además descubres el lugar idílico sobre el que se levanta, entonces es inevitable que aparezcas por allí. Se trata de una localidad sin apenas habitantes, con edificios construidos en piedra vista, perfectamente tallada, y tejados de gruesa pizarra, hórreos y cabazos, además de característicos voladizos y una especie de característicos pasillos entre casas que muchos han comparado con la imagen de una judería. Las calles en desnivel y angostas, de apenas dos metros de ancho, te obligarán obligan a adentrarte en fila india hacia las profundidades de la localidad. No puedes perderte el mirador situado en las inmediaciones. Pero no esperes ver buitres. Hace años que dejaron de anidar en la comarca.
Argul (Pesoz/Pezós)
Este pequeño asentamiento medieval está protegido por el Principado, que consciente de su interés lo declaró Bien de Interés Cultural en el año 2004. Se iza sobre una ladera de la margen izquierda del río Agüeira y constituye una de las mayores singularidades arquitectónicas del occidente. Viaja con la mente abierta. Descubrirás unas sobrias edificaciones de piedra apoyadas sobre la piedra natural del terreno, que están comunicadas mediante galerías y túneles que durante siglos han facilitado el tránsito de personas y ganado. Los corredores de gran altura permiten pasar de un lado al otro sin salir a la calle. Elabora un itinerario que pase por la Casa de Vilar, en el que la roca se convierte en uno de los muros y en el que podrás cruzar un túnel de unos 20 metros; la Casa del Escultor y la de Cangas, que destaca por su torre. Las capillas de San Antonio y San Miguel pueden ser el remate perfecto de la visita.
Ortiguera/Ortigueira (Coaña/Cuaña)
En este pueblo marinero del occidente asturiano entenderás a la perfección cómo conjuga la arquitectura tradicional de los pescadores con las casas indianas de los emigrantes que nunca perdieron la vinculación con sus orígenes. Esta coqueta localidad, con el puerto más pequeño del occidente, se descuelga por la ladera hacia el mar, con casas coronadas de pizarra negra que destaca sobre el intenso verdor de las praderas. La explanada donde se asientan sus faros, el viejo y el nuevo, en el cabo San Agustín, se convierte en una atalaya idónea para que contemples la grandeza del cantábrico y para que sientas la bravura de sus valientes marineros. También es el acceso directo a una de sus playas, la de Arnelles.
Malleza, la Granda y Mallecina (Salas)
Malleza o La Pequeña Habana. Así se conoce a esta pequeña villa de Salas después de que los emigrantes volvieran convertidos en bugueses e invirtieran en coloridas residencias de veraneo, con llamativos jardines coronados con palmeras. La plaza del Conde de Casares, reconocible por la iglesia y su torre con una llamativa cúpula verde, la Casa Cuervo y la fábrica de embutido, la zona conocida por La Parada, por haber sido de postas, la antigua casona conocida de El Indiano, con su pajar y su panera, la Calea La Fonte, el bosque que conduce hasta La Granja, lugar donde se puede visitar el Palacio del Conde Toreno y Villa Alicia, La Villa Bajo y La Casa Cima, una de las más antiguas de Malleza, Casa Panchón, Casa de Don Vicente, Los Rubieros... Aunque te pueda parece un alud de nombres, es solo una pequeña parte de lo que puedes encontrar en esta isla indiana erigida en mitad del mundo rural asturiano. A su lado, Mallecina es el complemento perfecto de la excursión.
Bandujo/Banduxu (Proaza)
Entre valles y montañas en las que crece el oso pardo cantábrico, en el centro de Asturias, se asienta el que se considera uno de los núcleos de origen medieval mejor conservados del entorno rural asturiano. Poca presentación más hace falta para que decidas recorrer las calles de este pueblo, también declarado Bien de Interés Cultural, en el que aún reside medio centenar de asturianos. Entre los ejemplos arquitectónicos que llamarán tu atención está la casa llamada el Palacio, que destaca por su torre, conocida como la Torre de Tuñón o la torre de Banduxu. La iglesia de Santa María es de origen medieval pero descubrirá reformas posteriores, del siglo XVIII. Existe un camino medieval que antiguamente era la única vía que conectaba con Proaza. La naturaleza compite con la arquitectura en protagonismo en un núcleo que se recorta a 700 metros de altitud. Esa es la primera impresión que queda en la retina cuando se accede por carretera.
Bermiego (Quirós)
Bermiego se encuentran en la falda occidental del Aramo, en el concejo de Quirós. Su principal reclamo es el tejo o texu de Bermiego, que con más de mil año está considerado uno de los más antiguos de Europa y uno de los Monumentos Naturales más importantes del Principado. Sus vecinos lo conocen como el teixu l´Iglesia debido a su ubicación junto a la iglesia de Santa María. Así que no te sorprendas por sus diferentes denominaciones. Su dimensión sorprende. Mide 13 metros de altura, 6,82 metros de diámetro y 15 metros de diámetro de copa. Cuenta la tradición que muy cerca de allí pasaron las reliquias del Arca Santa, en su largo periplo desde Jerusalén hasta la Catedral de Oviedo. La localidad ha sabido conservar la vida tradicional rural. Sus calles estrechas son ideales para los caminantes, así que debes aparcar antes el coche. En su rico patrimonio etnográfico destacan los hórreos decorados con dibujos, las fuentes, los molinos y hasta un lavadero.
Villar de Gallegos/Vil.lar (Mieres)
En pleno valle de Cuna, se sobrevive Villar de Gallegos, vigilado por las cumbres del otro extremo del Aramo, del Parque Natural de Las Ubiñas-La Mesa, la zona de Pajares y el Cordal de La Carisa. En los días más despejados hasta se pueden vislumbrar el contorno del Parque Nacional de los Picos de Europa. Si creías que Mieres era solo minería y patrimonio industrial, este pueblo te sacará de tu equívoco. Vaga sin rumbo a través de una docena de hórreos y alguna panera, casas de piedra con corredor, fuentes, un potrero restaurado como un elemento ornamental. La capilla del Santo Ángel de la Guardia está coronada por una campana data de 1660 y a la que la leyenda atribuye el don de espantar rayos y tormentas. Si te encuentran con ánimo de adentrarte en esa montaña que te resguarda, puedes coger el sendero del Valle de Cuna, que parte de Cenera, y que está bien señalizado.
Espinaredo / Espinaréu (Piloña)
Es fácil resumir el interés por este pueblo: se ha convertido en un auténtico reino de los hórreos. Te sorprenderá no solo la gran cantidad de hórreos y paneras que salpican sus calles sino también lo bien conservados que están, lo que demuestra el amor de sus habitantes por estos graneros que durante siglos han conservado tanto las buenas como las malas cosechas. Descubrirás en este patrimonio, sin el que es imposible entender a la Asturias rural, tallas y decoraciones policromadas singulares. Esto conjunto histórico-artístico está formado por casi una treintena de piezas. Al igual que sucede en la mayoría de estos pueblos con encantado, parece que te adentras en un centro etnográfico a escala natural. Junto a las casas baja con fuerza el río con el comparte nombre. Junto a la iglesia Nuestra Señora de las Nieves parte una ruta de casi nueve kilómetros ideal para completar la visita.
Sobrefoz (Ponga)
La actividad ganadera, la naturaleza y la gastronomía son el ecosistema que define los pueblos de Ponga y entre ellos, Sobrefoz, construido sobre una garganta, a 645 metros de altitud, al término de una carretera que parte de San Juan de Beleño. Está formado por tres sonoros barrios -La Aldea, Yano y Boiles (Güiles)- y conserva excelentes ejemplos de la arquitectura tradicional y una iglesia dedicada a San Pedro, en la que te llamará la atención su reloj de sol. Su origen se remonta a la época prerromana, como demuestran una espada y un puñal de la Edad del Bronce encontrados allí y ahora conservados en el Museo Arqueológico de Asturias. La robusta iglesia del siglo XVIII emerge en el centro, rodeada de originales viviendas rurales con decoraciones en piedra, madera talladas, balcones, corredores y hórreos. Si estás en forma, tienes que saber que es punto de partida de varias rutas de montaña hacia el Pico Tiatordos y el puerto de Ventaniella.
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