La Voz de Asturias

La guardia astur del Muro

Asturias

GUILLERMO GUITER
Turistas visitando lo que fue el muro del emperador Adriano, entre Inglaterra y Escocia, que defendieron guerreros astures

Huellas de los guerreros cilurgini que combatieron en Britannia junto a las legiones romanas defendiendo la frontera de Adriano

10 Aug 2020. Actualizado a las 05:00 h.

Siglo II de la era actual. Toda la Britannia está ocupada por los romanos. ¿Toda? No. Más allá del Muro de Adriano, que cruza la isla de costa a costa, los fieros pictos y otros pueblos guerreros del norte aún luchan contra el invasor. Y parte del invasor es... astur.

Cada día son más las pruebas que relacionan la presencia de guerreros astures entre las filas de las legiones romanas, entre ellos los destacados en el llamado muro de Adriano hacia el año 175 de nuestra era y hasta el final de la ocupación de Britannia, principios del siglo V, con la llamada «caída del imperio».

Así lo cree al menos la prestigiosa historiadora Patricia Southern, que habla sobre ello en su libro Hadrian's Wall: Everyday Life on a Roman Frontier (El muro de Adriano: La vida cotidiana en una frontera romana), aún no traducido al español. Southern menciona los vínculos de los mercenarios con sus lugares de origen, lo que delataría la presencia de los guerreros norteños: «Las unidades de astures venidas de Hispania podrían también haber mantenido contacto con sus hogares y, en Chesters, donde el Ala II Asturum tenía su base, el nombre latino del fuerte, Cilurnum, se ha relacionado con la tribu hispana de Cilurgini».

Recreación actual de un guerrero astur enrolado en las legiones romanas. Curiosamente, ha sido representado con una espada pistiliforme, mucho más antigua en su origenBERTO PEÑA

Esos 500 jinetes cilurgini o cilúrnigos (según algunos historiadores, palabra derivada del celta que significa caldero o calderero) fueron al parecer uno de los pueblos de la región relacionados con los luggones. Vivieron en el actual territorio de Gijón, es decir, cerca de donde hoy está el yacimiento de la Campa Torres. En la torre del Reloj de Gijón se conserva una lápida donde aparece ese gentilicio.

¿Qué hacían allí? Luchar, desde luego. Los romanos apreciaban las habilidades como jinetes a lomos de asturcones de esos pueblos célticos o precélticos del norte peninsular. Usaban una lanza, un escudo o caetra, probablemente la espada corta de los legionarios, así como el puñal, las hachas y otras armas. Como adornos llevaban torques labrados, igual que los celtas.

Según los historiadores, en un principio se enfrentaron a los romanos en alianza con los cántabros, pero no en batalla frontal sino como guerrillas, aprovechando la compleja orografía de la cordillera cantábrica.

La famosa estela del guerrero astur Pintauis, que deja constancia de su presencia entre las filas de las legiones romanas

Y al final se unieron al invasor. No solo se han encontrado vestigios del Ala Asturum en el muro de Adriano, sino también se halló una estela funeraria en la actual ciudad alemana de Bonn dedicada al famoso Pintaius, ciudadano astur portaestandarte de una cohorte romana. En lo que hoy es Marruecos se habría ubicado el Ala Asturum civium romanorum que, como dice su nombre, recibió la codiciada ciudadanía romana.

Otro historiador, Giovanni Dalla-Valle, cita también a la fiera tribu en The Ruby Cross: And the Legendary Battle of Covadonga (La Cruz de Rubíes: Y la legendaria batalla de Covadonga) y asegura que «habían perdido Xixón a manos de los sarracenos».

Y, bye bye, Britannia

¿Qué fue de ellos cuando los romanos se retiran? Patricia Southern señala que «no hay evidencia documental que proporcione suficientes detalles de qué ocurrió a los fuertes del Muro de Adriano y las fuerzas fronterizas de los limitanei después de la expulsión de los funcionarios del gobierno romano en 409».

Tradicionalmente, explica, se consideraba que Honorius hizo volver las tropas al continente, «probablemente para defender Galia e Italia». Aún así, ella cree que los soldados del muro probablemente se quedaron. «Excepto algunos mandos, probablemente ninguno de ellos había siquiera visto Roma», añade.

Restos de las barracas que ocuparon los cilurgini junto al muro de Adriano

La historiadora, piensa, por tanto, que es muy probable que buena parte de ellos se integrara en la sociedad local. Se sabe que los fuertes continuaron ocupados tras el fin del imperio, aunque no se puede demostrar si sus habitantes seguían siendo los mismos.

Así pues, de una forma u otra, su guardia terminó. Y concluye: «(…) Pero hubo seguramente un día en alguno de los fuertes en el que las últimas gentes cerraron sus puertas y cabalgaron o se fueron caminando hacia un futuro diferente, dejando el Muro a los ladrones de piedra, forajidos, saqueadores y, finalmente, a arqueólogos y turistas». 


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