La Voz de Asturias

Menú impreso en el mantel y adiós a las bandejas de pinchos: así será el chigre postepidemia

Asturias

L. Ordóñez
Vista de una plaza del centro de Oviedo.

El sector y el Ministerio de Salud fijarán este viernes las normas definitivas para la apertura

07 May 2020. Actualizado a las 05:00 h.

Muchas de las cosas que se daban por supuestas a la hora de entrar en un bar antes de que estallara la epidemia del coronavirus no volverán a verse. Al menos no durante un buen tiempo. El sector de la hostelería, tanto a nivel asturiano como en el ámbito nacional, trabaja desde hace días con el Instituto de Calidad Turística de España (el ICTE) y con la última palabra del Ministerio de Trabajar, en un protocolo para la reapertura por fases de los locales, siempre con la esperanza de que antes o después el virus llegue a ser contralado, o que se descubra una vacuna, y la situación vuelva a ser la de la antigua normalidad. Mientras tanto se prepara para una normalidad nueva en la que las medidas de protección serán extremadas y el distanciamiento será lo habitual. ¿Qué va a cambiar?

¿Camareros con mascarilla?

Todavía no hay ninguna decisión definitiva adoptada oficialmente, por eso en buena parte de los negocios de hostelería se guardan de avanzar qué requerimientos se les podrían exigir antes de verlos plasmados en una resolución obligatoria. Sin embargo parece probable que entre ellas se encuentre el que los camareros no sólo tengan que mantener una distancia mayor de la que se solía con los clientes y que además tengan que llevar mascarilla. Sí constan ya exigencias sobre aumentar las medidas de higiene y seguridad, con disposición de hidrogeles desinfectantes, más y más frecuentes lavados de manos y mayor distancia.

¿Como leo el menú?

A falta de la resolución oficial hay un cierto consenso en que las cartas de menú que acercaba el camarero para que uno pudiera elegir los platos no podrán mantenerse al menos en las primeras fases de la desescalada. Se barajan varias opciones, una de ellas, si el menú es breve, es que los camareros puedan simplemente recitar las opciones para los comensales. Otra sencilla sería la de escribirlo en una pizarra a vista de todos para poder elegir de un vistazo. Hay algunas más sofisticadas como avanzar en la digitalización para poder contemplarlo electrónicamente y también gana peso la posibilidad de que, ya que los manteles tendrán que ser de un único uso y de papel, se puedan imprimir el menú en el tapete desechable.

Adiós a las bandejas de pinchos

En teoría, la exigencia de que los pinchos en la barra estuvieran protegidos ya eran un requerimiento obligatorio antes de que llegara la pandemia. Así deberá mantenerse ahora y con mayor exigencia, hasta el punto de que es probable que tengan que tener un envoltorio individual, una especie de empaquetado para garantizar su salubridad. Lo que ya no tendrá su espacio en los chigres de la desescalada era la generosa oferta del local de una bandeja de pinchos que pasaba de mesa en mesa, no será posible controlar un posible contagio en una fuente que pasa por tantas manos.

¿Qué pasa con los servilleteros y el aceite y vinagre?

Antes de que llegara ninguna pandemia global, había sido Bruselas, es decir la Comisión Europea la que ya habñia fijado a finales del año 2013 que las vinagreras, los recipientes de aceite compartidos en las mesas, llegaban a su fin y que era necesario empezar a dispensar sobres individuales, monodosis y para poder aliñar la ensalada. Ahora se exigirá con mucho más rigor. Queda por saber si dentro de estos nuevos parámetros de exigencia entrarñan otros de los objetos que podían ser habituales en los bares, los palillos (aunque desde hace tiempo existen los empaquetados de uno en uno) y también los servilleteros que, en teoría, no podrían utilizarse por ser de uso colectivo, demasiado difíciles de controlar.

Un vasu por paisano

Hay una peculiaridad en la hostelería asturiana y es que la bebida autóctona por antonomasía, la sidra, no sólo se escancia sino que lo tradicional era compartir el vaso. Lo cierto es que, aunque la libación social aún se mantiene ha pasado a ser más minoritaria, y desde hace muchos años es cada vez más frecuente que la sidra se sirva en un vaso por persona, o uno cada dos personas.

Ahora deberá pasar a ser intransferible y desde la hostelería, aunque ya cuentan con anticipación en esta forma de servir, piensan que en realidad serán los propios clientes los que lo pedirán así. 

El aforo en las terrazas

Primero se señaló que la primera fase de desescalada, la hostelería podría abrir un 30% de su aforo y, tras innumerables propuestas, se avanzó que podría ampliarse al 50%. El sector ha demandado en todo caso que los ayuntamientos les permitan ocupar más espacio en las aceras y son varios los consistorios que han ido anunciando que tomarán medidas en ese sentido. Para quien prefiera la barra tendrá que esperar a la fase 2 y además mantener la distancia de seguridad, entre metro y medio y dos metros. Y es aquí, en esa distancia, donde reside la reclamación última de los hosteleros respecto a las terrazas. Que su capacidad se fije no por un porcentaje del aforo sino que se permitan tantas mesas como quepan en un espacio en el que pueda mantenerse es longitud de seguridad.

 


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