La Voz de Asturias

Primero de mayo, los retos del trabajo en el año cero postpandemia

Asturias

L. Ordóñez L. Ordóñez
Protesta en Estambul por el 1 de Mayo de 2015Protesta en Estambul por el 1 de Mayo de 2015

Regulación de horarios para un empleo a distancia, el fin de la precariedad de trabajadoras esenciales o el papel de los servicios públicos y su sostenimiento, entre las claves del futuro próximo

01 May 2020. Actualizado a las 13:55 h.

El Primero de mayo, el día del trabajo, también tiene sus liturgias con grandes marchas que este año no se podrán celebrar. En la era del confinamiento, con buena parte de la población contando con los dedos los días que faltan para salir poco a poco de la cuarentena en sus casas, con miles de trabajadores en un ERTE y negocios, sectores al completo, cerrados, con la perspectiva de un mundo en el que las mascarillas formarán parte del paisaje cotidiano durante al menos una buena temporada, las relaciones laborales, las actuaciones de los sindicatos, todas las luchas del empleo se preparan para enfrentarse a un panorama nuevo, con campos de batalla que están sobre paisajes ya gastados por otras batallas.

En los sindicatos mayoritarios de Asturias se repite una consigna, esto no puede volver a ser como la salida de la Gran Recesión que comenzó en 2008 y que arrasó el mundo del trabajo y dejó a su paso un yermo de temporalidad, precaridad y mengua de derechos. El objetivo ahora debe ser mantener el empleo. ¿Pero cómo será ese empleo? Las calles vacías de confinamiento en los últimos meses cuentan dos grandes historias engarzadas entre sí, una la de quienes han podido mantener su actividad con teletrabajo, con nuevas oportunidades y también nuevos riesgos. Otra la de quienes, considerados como trabajadores esenciales, se han jugado en ocasiones la vida para garantizar el abastecimiento o la atención sanitaria. Y en muchos casos sin el reconocimiento debido.

«Trabajos con peores salarios y menor prestigio social, la sociedad se da cuenta de que son los que están funcionando cuando los demás estamos en casa; y muchas veces lo esencial lo hace gente que cobra menos, trabaja más y en peores condiciones», destaca el responsable de Política Institucional de CCOO de Asturias, Gilberto García Buelga. Cada día a las ocho ha habido aplausos de agradecimiento en los balcones para el personal sanitario, para las fuerzas de seguridad, pero colectivos muy feminizados y con enorme precaridad, como las trabajadoras de la limpieza o las cajeras de los supermercados, se han jugado el tipo igual sin el prestigio de otras ocupaciones. No hace ni dos meses que cajera de supermecado era un reproche para ciertos políticos y en redes sociales suficiente para cargar contra el currículo de la vicepresidenta del Gobierno Irene Montero. «Salimos de 2008 con una situación de precariedad laboral absoluta, es lo que nos trajeron reformas laborales sobre todo a las mujeres, hay que intentar no salir de esta situación como entonces porque sería muy complicado, hay que poner mecanismos para mantener empleo y con ayudas a las empresas», recalca Nerea Monroy, vicesecretaria general de UGT Asturias.

Ambos responsables sindicales creen que habrá, o debería haber al menos, un cambio de paradigma respecto al papel del Estado y los servicios públicos tras décadas en los que el discurso dominante se ha centrado en minar su papel. «Cuando llega la hora de la verdad, todos detrás de estado que es lo que funciona, si no interviene no hay nada. El estado debe fortalecerse, eso provoca que se incremente el gasto y para ello hace falta la reforma fiscal que este país necesita para cerrar la brecha de casi nueve puntos de recaudación que hay con Europa. Porque es inasumible. La elusión fiscal, los paraísos fiscales, son la cosa más insolidaria que existe», destaca Gilberto García.

En términos similares, Nerea Monroy apunta que «necesitamos unos servicios públicos fuertes y eficaces, esta crisis nos ha dicho que los recortes no valen y a la vista está sobre todo en sanidad. En Asturias tener un hospital como el HUCA, que fue tan criticado, hizo que no haya habido colapso sanitario en ningún momento, esta crisis nos tiene que hacer reflexionar y decir que lo público es lo que necesitamos y que hay que seguir reforzando la sanidad, la educación, la dependencia y eso sólo se hace con políticas progresistas».

Buena parte de la actividad se ha mantenido con una experiencia nueva, el teletrabajo, una a la que se han resistido muchas empresas durante mucho tiempo aquejadas de lo que se ha llamado el «presentismo». Un lastre de la productividad española ha sido por años los largos y poco eficaces horarios laborales. Pero el auge repentino del teletrabajo ha llegado por una situación impuesta, sobrevenida, y en para la que no todo el mundo estaba suficientemente preparado. «Lo que nos está llegando es que hay un aumento del tiempo de trabajo efectivo, estamos en una situación en que nos viene forzado, y debe ser un nuevo modelo de organización que hay que incorporar en la negociación colectiva, hay que regularlo con el fin de clarificar tiempos mínimos y máximos».

¿Qué horarios se pueden fijar en casa y cómo medirlos? ¿Es posible alternar jornadas de teletrabajo y de presencia física y cómo regularlas? ¿es un accidente de trabajo un accidente en casa durante el teletrabajo? «Vino para quedarse y habrá menos movilidad. Pero estarás más aislado, y con ese cambio en las relaciones laborales es más difícil controlar los abusos. Y por eso es fundamental el instrumento de la negociación colectiva, que deberá ser dinámica y permanente», recalca García Buelga.

El responsable de CCOO apuntó de hecho que la propia actividad sindical deberá hacerse más telemática y adaptarse a las exigencias de un tiempo nuevo, «cuando los trabajadores están muy desconcentrados, muy aislados, o en la pequeña empresa es muy difícil el contacto. Lo hemos visto estos días que hemos recibido miles consultas, no sólo de gente afiliada, sino mayoritariamente no afiliada a la que hemos respondido. Esto nos abre un nuevo campo para dar respuestas de carácter jurídico o sindical a través de las páginas web y de los teléfonos de contacto, esto es un cambio ya en sí mismo, si mucho trabajo va a ser telemático, la relación sindical va a ser también de esta manera».

Otro cambio de canon será el del papel de la industria. Las primeras semanas de la expasión de la epidemia fueron también las de países desarrollados occidentales desabastecidos, sin capacidad para producir bienes como mascarillas y equipos de protección con factorías deslocalizadas a Asia durante décadas. En este sentido, Monry señaló que «en el ámbito productivo, el futuro de la economía pasa por impulsar la ciencia y la tecnología. España depende más del sector servicios pero Asturias mucho del industrial y la situación debería abrirnos los ojos para apostar por la innovación, el almacenaje estratégico. Necesitamos también un cambio de modelo productivo adaptándolo la producción y los servicios a la era digital y con una intervención pública de sectores estratégicos para hacerlos mas eficaces y dar respuesta a situaciones como esta». Ambos responsables sindicales coincidieron en señalar el reto que supone adaptar una industria como la asturiana, con gran concentración de electrointensivas, a los retos de la transición energética y la descarbonización, y por eso recalcan que junto a todos estos cambios deberá primar el mantenimiento del empleo.

Gilberto García Buelga destaca que hay una cultura y una historia de reivindicación laboral en Asturias que parte de la industria pero que se ha extendido a toda la comunidad como parte de su propio carácter. Pero no sin dejar de evolucionar y apunta un fenómeno que ya percibía en los últimos años. «Cuando, tras sufrir recortes muy fuertes, se preguntó a los trabajadores de la Administración de Principado, que son como 36.000, qué prioridades tenían en la negociación, lo que más les interesaba era recuperar la jornada de 35 horas. En los últimos años ha ido cambiando la mentalidad y cada vez habrá más gente que en la negociación colectiva esté preocupada por la accesibilidad de la jornada y la conciliación, por tener permisos para cuidar ascendiente y descendientes».

 

 

 


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