Rutina sana y buen humor, los secretos para un buen confinamiento
Asturias
Estos son los consejos de los psicólogos asturianos frente a la crisis por el coronavirus
22 Mar 2020. Actualizado a las 23:08 h.
La reclusión en casa a la que ha obligado el Gobierno de la nación para frenar la propagación del virus COVID-19 es una «situación sobrevenida» en la que la ciudadanía española no tiene experiencia, en buena medida, por la propia idiosincrasia del territorio, en el que destaca la buena climatología y una población sociable. Los asturianos son buen ejemplo de ello y prueba es la arraigada costumbre de compartir el vaso de la sidra. Así, ante el inesperado, repentino y largo encierro en el que nos encontramos, es fundamental cuidar la salud mental, un reto que se agranda en el caso de sanitarios, enfermos o quienes tengan trastornos previos. Algunos psicólogos asturianos se están volcando para ayudar y a través de sus redes sociales trasladan consejos y recomendaciones para que afrontemos de la mejor manera posible el no salir de casa en tantos días.
El objetivo es aportar herramientas para gestionar emocionalmente una crisis sin precedentes que tiene el miedo al contagio y la incertidumbre como ingredientes principales. Ante esto, los expertos con los que ha hablado La Voz de Asturias aconsejan «aceptarlo de la mejor manera posible», «buscar la parte buena» de esta situación, no sobreinformarse sobre la crisis sanitaria y estar tranquilos «sin sentir que somos las únicas víctimas». Una buena medicina para afrontar la reclusión es el humor en la medida en que ayuda «a tomar distancia sana de uno mismo para situarnos en un lugar distinto al de nuestras emociones» y «liberar tensión a través de la risa», comenta la psicóloga Susana Al-Halabí.
Miguel Silveira, psicólogo clínico experto en tratamiento de ansiedad, estrés, depresión y conflictos familiares, señala que para afrontar todo lo que conlleva esta crisis a nivel sanitario, económico y personal «como no ha habido otra en nuestras vidas», lo primero de todo es «un cambio de actitud» y «aceptarlo de la mejor manera posible». En su decálogo de consejos para hacer frente al encierro que ha implicado la expansión del coronavirus, el mismo destaca que no hay que sobrecargarse de información relacionada con el virus, acudir a informaciones fiables y no dejarse intoxicar por bulos. «La desventaja de que ocupe nuestra atención demasiado tiempo es que nos impide hacer otras cosas de la vida diaria, porque nos va a obsesionar y no rendiremos», comenta Silveira, quien cree que se puede «aprovechar el confinamiento para hacer cosas que habíamos dejado de hacer», como «disfrutar de la familia u ordenar el trastero», dice con un tono de humor. Además, recuerda que es una situación que se está dando en todo el mundo y «todos estamos igual de afectados, así que no debemos sentir que somos las únicas víctimas». A este respecto, plantea centrar el pensamiento en que «lo más importante es la salud», que «no hay que arriesgarla inútilmente», que «las consecuencias que nuestros actos tienen para otros» y que «pasada la tormenta, volverá la normalidad».
Juan Pastor, psicólogo social, colgaba también en sus redes sociales algunos consejos para afrontar la reclusión derivada de la alerta sanitaria por el coronavirus. El primer punto que establece es que hay que ir asumiendo, aceptando y manejando las emociones que surjan (miedo, impotencia, indefensión, falta de control) porque habrá una «inevitable fluctuación emocional y anímica». Además, recomienda «vivir el presente, evitar pensar en ayer y, sobre todo, en mañana» sin anticipar que ocurrirá. Y para llevar lo mejor posible la reclusión, «tanto si estamos solos como acompañados, hay que organizarse. Si estamos con otros hay que escuchar, llegar a acuerdos… Y es fundamental mantener espacios privados, además de los colectivos». Algo que pone de relieve Pastor en el decálogo que ha elaborado es que hay que ver «que todo esto no es un castigo individual sino una estrategia (ya veremos si acertada o no) colectiva. Todo esto tiene sentido; pero un sentido colectivo». Y, al igual que los otros expertos en psicología, apuesta por «ver el lado positivo (entre tantas cosas negativas) del encierro».
Rutina, ejercicio y ocio adaptado al confinamiento
El psicólogo José Muñiz, catedrático en la Universidad de Oviedo, recomienda a la gente que ha de estar confinada en casa «que se relaje dentro de lo posible», aunque se muestra consciente de que «es una situación novedosa y particular en la que la gente no tiene experiencia». Así, aconseja «que se estructure el día» estableciendo «una rutina o agenda, aunque sea distinta, para articular el tiempo». Propone fijar una hora para levantarse, para hacer tareas en casa, para leer, hacer ejercicio, ver la televisión… En definitiva, «buscar la parte positiva y explotar esos aspectos que en el día a día no tenemos, como suele ser comer juntos». Aún así, y aunque pone por delante que todos los miembros de la familia «tienen que poner de su parte», señala que «es normal que surjan los roces por falta de costumbre» a pasar tanto tiempo en la misma situación. Juan Pastor, por su parte, plantea que la gente puede «fijarse objetivos para estos días, tener retos y aprovechar este tiempo extraordinario para hacer todas esas cosas que queremos hacer pero que nunca podemos por falta de tiempo».
¿Qué hacer con los niños?
José Muñiz señala que la gente que tiene niños puede ser la que se lleve la peor parte porque los menores no están acostumbrados a estar tanto tiempo en casa, por lo que considera fundamentar fijar «una agenda». Con él coincide Aquilina Fueyo, doctora en pedagogía experta en tecnología educativa, quien dice que es «importante mantener rutinas en casa y distribuir el tiempo» partiendo de un ambiente «de tranquilidad y serenidad». «Hay que fijar una hora para levantarse; vestirse y asearse; organizar la casa; el tiempo de estudio; otro de actividad física para quemar energías; otro rato para el entretenimiento e, incluso, usar las tecnologías, aunque no se debe cubrir todo el tiempo libre con ellas…», recomienda Aquilina Fueyo, que propone también utilizar las nueva tecnologías para que los niños mantengan el contacto con los amigos o con otros familiares a través de las pantallas. En este sentido, señala que «los juegos colectivos pueden servir para interrelacionarse con los demás aunque sea a distancia». Además, pone de relieve el esfuerzo que está haciendo el profesorado para organizar el trabajo y fijar una rutina escolar aunque reconoce que se hace «en un ambiente artificial».
Apoyo a los sanitarios y trabajadores
Un colectivo en riesgo que vive desde la primer línea el coronavirus son los sanitarios, obligados a tomar decisiones difíciles como, por ejemplo, priorizar pacientes en medio de exigentes jornadas. También lo viven con mucho riesgo los trabajadores del sector de la alimentación o la logística, que se mantienen en sus puestos para garantizar el abastecimiento de productos básicos a la población asturiana. El psicólogo José Muñiz destaca que «es gente muy importante a la que hay que apoyar y reconocer», por lo que recomienda a quienes los rodean y a quienes tratan con ellos «que se vuelquen».
Susana Al-Halabí, profesora de psicología de la Universidad de Oviedo, indica que todo ese personal se enfrenta «a una situación muy nueva» cuya «ventaja, entre comillas» es que «mantienen la sensación de rutina y servicio a la comunidad, que es un reforzador muy poderoso», también por «el reconocimiento social a una labor no premiada de otra manera». No obstante, la misma no resta importancia «a la angustia y a la ansiedad de estar expuesto, unas sensaciones que son difíciles de controlar» que, en su opinión, sólo se pueden contrarrestar si perciben «que están prevenidos con medios materiales».
Los duelos sin velatorio
Especialmente difícil es la imposibilidad de hacer velatorios a los fallecidos. Susana Al-Halabí señala que las personas necesitamos «un espacio para doler a nuestros seres queridos y la sociedad ahora no genera ese espacio, con lo que se vive doblemente la angustia». Ante una situación así, esta experta recomienda «estar de otra manera». «No estar presencialmente no quiere decir que no se pueda estar. Es cierto que el contacto es lo que nos reconforta, pero se puede utilizar otros recursos», señala. Según comenta, hacer una llamada o utilizar los medios telemáticos pueden servir igualmente para acompañar y aliviar a una persona por la pérdida de un ser querido. «Esas personas pueden buscar apoyo haciendo una llamada a alguien de su confianza para desahogar, para llorar… Y los demás debemos estar pendientes también de realizar esa llamada y estar disponibles si nos necesitan», traslada Al-Halabí.
Humor para una buena salud mental
Muchos aplican el humor como medicina a la reclusión que está llevando a cabo la ciudadanía para frenar la expansión del coronavirus y en unos pocos días son cientos los vídeos e imágenes que circulan por las redes sociales buscando el lado divertido de una situación nunca vivida. Esta profesora de psicología de la Universidad de Oviedo asegura que «los memes son estupendos para mantener una buena salud mental» porque son momentos de ver «cosas intrascendentes» y «con el humor se toma distancia de uno mismo, una distancia sana para situarnos en un lugar distinto al de nuestras emociones». Así, añade que el humor «es muy necesario porque si provoca risa y carcajada se libera tensión» ya que «no hay forma de pasar esto sin fastidiarnos», ante lo cual recomienda «tener rutinas sin marcarnos grandes objetivos».
¿Y cuando se recupere la normalidad?
Dependerá en gran parte de la duración del estado de alarma y de las consecuencias que tenga, ya que para muchos está en juego el empleo, una preocupación «coherente» que complica aún más estos días. Susana Al-Halabí manifiesta que «es un escenario que no conocemos y es difícil de predecir», aunque en su opinión la gente «cogerá el ritmo en un par de días» porque entenderá «que ese es el mejor de los problemas». «Las personas escogemos, no es valores absolutos, sino en función de las alternativas que tenemos, por lo que se pondrá en valor la rutina», concluye.