«La ludopatía me costó el trabajo, mi primer matrimonio y el embargo de mi casa»
Asturias
Máximo Enrique Gutiérrez preside la Asociación de Ludópatas en Rehabilitación de Asturias (Larpa), que ayuda a 300 pacientes a desengancharse del juego. Alerta de que las nuevas tecnologías han provocado «enganches» a edades más tempranas
06 May 2022. Actualizado a las 18:43 h.
El día a día de Máximo Enrique Gutiérrez era el póker. Comenzó echando una partida y acabó, viviendo por y para el juego. Fueron años de adicción que acabaron echando al traste la vida estable que llevaba hasta que el azar se cruzó en su camino. «Me costó el trabajo, mi primer matrimonio y el embargo de mi casa», relata hoy con el alivio de saber que lleva años desenganchado. De hecho, decidió no solo luchar contra él mismo, también ayudar a los demás. Preside la Asociación Ludópatas Asociados en Rehabilitación del Principado de Asturias (Larpa) y la Federación Española de Jugadores de Azar Rehabilitados (Fejar). Desde que tomó la decisión de ponerse en manos de especialistas, confiesa que no ha vuelto a jugar «ni a las canicas».
En la asociación que preside hay actualmente 300 personas en tratamiento, y en lo que va de año, desde enero a septiembre, llegaron al centro 70 personas para rehabilitarse con las que trabajan conjuntamente con sus familiares. «Es fundamental contar con el apoyo de la familia que debe de entender que se trata de una enfermedad». A diferencia de lo que ocurría hace años, antes de la irrupción de las nuevas tecnologías, el perfil del paciente era el de una persona de entre 40 a 45 años. Hoy en día ha cambiado. Cada vez son más jóvenes los que piden ayudan para desengancharse del juego. ¿El motivo? Los juegos online que además de poder acceder durante las 24 horas del día no tienes ni que salir de casa. Un acceso a golpe de click que ha acelerado el enganche. «Ahora en un año ya está enganchado, mientras antes pasaban seis u ocho años hasta que la persona se ponía en tratamiento», explica Gutiérrez. «Una se engancha a base a base de un uso continuado. En mi caso eran las partidas del póker, y en otros casos eran las máquinas. En cualquier caso no es como ahora que puedes jugar con el móvil, sin necesidad de salir de casa y a cualquier hora», lamenta el presidente de Larpa.
De los 70 nuevos pacientes que pidieron auxilio en el centro, hay cerca de una veintena que no llegan a cumplir los 30 años. «El uso de las nuevas tecnologías ha provocado que cada vez tengan antes acceso a juegos online o apuestas deportivas», explica. Aunque continúan siendo los hombres los que más sufren problemas con el juego, existe una tendencia de que se está incrementando el número de mujeres que llegan a consulta para rehabilitarse. Las últimas cifras indican que una de cada tres pacientes son mujeres. Frente a lo que ocurre con los hombres, cuenta que no tienen tanto respaldo familiar a la hora de asistir a las terapias de grupo o a iniciar el tratamiento. «Existe una concepción machista», recalca.
No existe un patrón. Sí es cierto que la mayoría de los que piden ayudan tienen en torno a 30 y 35 años pero, no existe un perfil contrato en cuanto a nivel social o económico. «Hay solteros, casados, divorciados, directivos, parados, gente de alto nivel económico, de escasos recursos…», matiza el presidente de Larpa. Hoy, Máximo Enrique Gutiérrez no solo ayuda a los demás que sufren una situación como la que él mismo vivió en sus carnes. También es un ejemplo, como el de muchos otros compañeros, de que se puede salir. Trabaja en el servicio del SEPE y se ha vuelto a rehacer su vida sentimental. «En seis meses de tratamiento ya se notan los avaneces y el porcentaje de desengancharse es elevado», explica. Su caso es el mejor ejemplo de que uno puede dejar de jugar con su vida.