Reinas o floreros: ¿respetan las fiestas populares la dignidad de las mujeres?
Asturias
La decisión de recuperar esta figura en Oviedo ha despertado la polémica. Fiestas como el Xiringüelu ya eligen también «un rey». Baleares ha legislado la igualdad de género en las celebraciones
29 Aug 2019. Actualizado a las 05:00 h.
Reinas de las fiestas, majas de las romerías, xanas o xaninas. Muchas fiestas populares asturianas mantienen la tradición de elegir a una mujer de belleza reconocida que ponga rostro a la celebración y que acompañe a las autoridades. La decisión del actual Gobierno bipartito de Oviedo de recuperar esta figura, erradicada por sus predecesores, ha despertado una gran polémica. Colectivos feministas y partidos de izquierdas denuncian que cosifica a la mujer y que es una práctica que ha quedado obsoleta en una sociedad del siglo XXI preocupada por conseguir una igualdad efectiva. El PP, en cambio, sostiene que es una tradición que se mantiene en gran parte del país y que no entraña ningún tipo de menosprecio. La directora del Instituto de la Mujer, Almudena Cueto, considera que no es «una manera de dignificar ni de respetar sus derechos, porque las mujeres son mucho más que un mero objeto decorativo, que al final es lo que viene siendo tradicionalmente la figura de las reinas de las fiestas». Cueto explica que en comunidades como Baleares este asunto incluso ha sido regulado por ley. Un estudio reciente de un profesor de la Universidad de Oviedo, Enrique Antuña, ve en esta figura la perpetuación de patrones de género.
Experiencias en Asturias
El caso de Oviedo es notorio porque ha recuperado una figura erradicada pero no es algo único en el Principado. La Sociedad de Festejos de Pola de Siero continúa eligiendo a la reina de las fiestas y a sus damas, que mantienen su cetro durante todo el año, tanto para Comadres como para los Güevos Pintos y El Carmín. Xana y Xanina. Esos son los nombres que reciben las reinas de las fiestas de El Bollu, en Avilés, que se celebra coincidiendo con el final de la Semana santa. También la conservan en San Pedro de La Felguera y en Santiago, en Sama. En San Antonio, en Cangas de Onís, cuentan con la misma denominación que en Siero, la reina y las damas.
Una práctica cada año más habitual es la de incorporar a la celebración a los «reyes de las fiestas». El Portal de Villaviciosa acaba de elegir los suyos, reina, reina infantil y rey . Dos parroquias gijonesas, dos fijas del calendario veraniego hacen algo similar. Porceyo designa reina, rey, xanina y trasgu. Somió cuenta con reina, damas de honor y con «galán». Turón (Mieres) tiene también dos monarcas. El Xiringüelu los denomina maja de la romería y caballero de honor. El concejal de Festejos de Pravia y miembro de la cofradía, Alejandro del Busto, explica que la incorporación de ambos géneros es algo que ha gusto mucho en el concejo, así que su intención es terminar convirtiéndolo en una tradición. Es la propia organización la que los elige y el año pasado, por ejemplo, coincidió que ambos eran, además, pareja.
En otras localidades realizan experimentos forzosos. Por ejemplo en Barros, en Langreo, han dado un giro al programa. La falta de gente joven hizo que la organización de las fiestas de la Purísima Concepción estuviese el año pasado a punto de quitar del programa la coronación de la reina. Finalmente, no fue necesario. Lo que hicieron fue adaptar el perfil. Las designadas fueron tres vecinas de entre 75 y 80 años. En lugar de aprovechar el invierno demográfico para suprimir la coronación optaron por dar la palabra a otra generación. Presentó entonces el acto la concejala de Igualdad de Langreo, Blanca Pantiga.
Valoraciones
Las tradiciones están para cambiarlas y adaptarlas al siglo XXI. Este parece el mensaje de Almudena Cueto que recuerda cuál es la base de la elección de las reinas de las fiestas: «Estas mujeres no se eligen por unos criterios objetivos de capacidad, mérito o trabajo, sino que son simplemente estéticos y de juventud, criterios absolutamente estereotipados y machistas». Por eso entiende la polémica que ha desatado la decisión del PP y de Ciudadanos en Oviedo. Cueto ha recordado a ambos partidos que «esa no es una manera de dignificar a las mujeres ni de respetar sus derechos, porque las mujeres son mucho más que un mero objeto decorativo, que al final es lo que viene siendo tradicionalmente la figura de las reinas de las fiestas». Así que les ha invitado a trabajar «contra los estereotipos o la cosificación de la mujer» y a «no utilizar las tradiciones para esconder los machismos».
De hecho, hay administraciones que ya han avanzado mucho en este sentido. Ese es el caso de Baleares. Su ley 11/2016, de 28 de julio, de igualdad de mujeres y hombres, lo detalla en el artículo 32.4, dentro del capítulo de Cultura y Deportes. En ese epígrafe dice literalmente que «las administraciones públicas promoverán y garantizarán la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres en la participación en las fiestas tradicionales y en la cultura popular, corrigiendo estereotipos sexistas». Para Cueto esto es un ejemplo de buena gestión y no la recuperación de las reinas. «Es un camino muy interesante», insiste la directora del Instituto de la Mujer. No obstante, el Principado no ha trabajado nada todavía en este sentido.
El instituto no ha recibido ninguna denuncia concreta de ningún colectivo por el temas de las reinas de las fiestas. Las que sí obran en su poder y están publicadas en su web están más vinculadas a la publicidad sexista de celebraciones en establecimientos privados y a carteles de eventos públicos en los que el tratamiento de la mujer no es el adecuado. El listado completo abarca desde el año 2014.
Estudio de la Universidad de Oviedo
Un estudio de la Universidad de Oviedo ha indagado en las divisiones por género en los trabajos de preparación de las fiestas populares. La conclusión de esta investigación, firmada por el profesor Enrique Antuña y titulada precisamente De reinas a majorettes: representaciones de la mujer en el ritual festivo de la España contemporánea, es que las celebraciones, aún suspendiendo en ocasiones las convenciones sociales, reproducen las distinciones de los roles sexuales y de género. Tiene ejemplos que no se limitan a las reinas de las fiestas. En los desfiles de carrozas, ellos construyen las piezas, marcan el calendario. Quedan para ellas la elaboración de los vestidos de rituales, los adornos florales y, sobre todo, la comida.
Otro de los apartados de esta investigación reconoce cómo tradicionalmente se desnaturaliza la participación de las mujeres entre los que celebran las fiestas y se la integra, más bien, como una parte de la escenografía. ¿En qué se puede ver? El autor cita crónicas en las que se describe lo bonitos que están los pueblos engalanados y entre los atractivos aparecen los «ramilletes de señoritas». «Durante décadas, los grupos de jóvenes festeras compartirán así sustantivo colectivo con los adornos florales e incluso con el material pirotécnico, apareciendo como un accesorio más del marco estético de los festejos», señala. Esa función de la mujer surge en el siglo XIX pero se extiende a lo largo del siglo XX. ¿Encajan en este concepto a las reinas de las fiestas?
Enrique Antuña explica que «durante el franquismo las toscas estrategias de cosificación de las mujeres en el contexto del ritual festivo da paso a otras más acabadas, caracterizadas por tolerar una presencia femenina controlada y condicionada y que comprenden la difusión de un abanico de figuras asociadas a la idea de la reina de la fiesta». Ahí empieza la explicación de cómo ha visto en la historia esta figura. Considera «atrevido» decir que las contemporáneas reinas de fiestas son un eco de los rituales que rodeaban la entrada de las mujeres regias en la corte. Pero reconoce que «las similitudes entre ambos fenómenosson, no obstante, notables». Habla de la coronación, de la cautivadora imagen, de la pasividad de su papel.
Explica que se trata de mujeres, por lo general jóvenes, que por medio de «variopintos mecanismos de selección -a veces por votación popular, otras por designación particular, pero normalmente con la intermediación de alguna entidad organizativa concreta- acceden a una efímera dignidad que les granjea una posición especial». Precisa que entre sus funciones predomina «la más estrictamente decorativa: la presencia pasiva, embellecedora, en los actos de la celebración y, sobre todo, la exhibición pública espectacular en forma de desfile o cabalgata que simula protagonismo activo, activando aquella paradoja simbólica del poder festivo masculino». Reconoce que solo en casos peculiares parecen rebasarse las fronteras de la cosmética.
El profesor también se ha parado a analizar la denominación. Algunos festejos asturianos convierten a sus reinas en xanas. Esto no cambia demasido. «Adoptan el nombre de seres mitológicos representados como mujeres jóvenes y bellas que se aparecen en actitud coqueta -peinándose el cabello o contemplándose en un espejo- en fechas determinadas, generalmente durante la noche de San Juan -una actuación efímera, por tanto-, con la intención de atraer a hombres incautos. Se trata, con todo, de una modificación nominal, que no afecta a la morfología ni al sentido clásicos de la figura de la reina», reconoce. Lo que observa es «una traducción, y al mismo tiempo una fuente de alimentación, de los patrones de género subsumidos en los diferentes niveles de expresión de la vida social».