Dos fiestas tradicionales asturianas para rematar la Semana Santa
Asturias
Los Huevos Pintos de Pola de Siero y el Bollo de Avilés concentran cada año a miles de personas
06 Apr 2019. Actualizado a las 05:00 h.
La Semana Santa es una de las fechas favoritas de los turistas para visitar Asturias. Los días son más largos, el tiempo primaveral empieza a notarse con algún que otro tímido rayo de sol y la frondosa vegetación característica de la región comienza a florecer. Todo ello sumado a la gran oferta festiva propia de estos días vacacionales son la combinación perfecta. Y no es de extrañar, pues el Principado va un paso más allá en sus celebraciones, que se extienden incluso en los días posteriores al jueves y viernes santo. Los visitantes tienen la oportunidad de conocer dos de las fiestas más originales de la tradición asturiana: el Bollo de Avilés, celebrado el domingo y el lunes de Pascua y los Huevos Pintos de Pola de Siero, el martes. Son dos citas para rematar la Semana Santa.
El Bollu de Avilés
La fiesta de El Bollo, o Bollu de Avilés marca el final de la Semana Santa y pone un indiscutible broche de oro con sus tradicionales y diferentes celebraciones. Su origen data de finales del siglo XIX para conmemorar la llegada de la primavera y el fin del ayuno pascual. Es sin duda una alegoría al disfrute en convivencia y participación de todos los habitantes de la villa del Adelantado, que invita también a los turistas a participar. Esta es la razón por la que fue declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional en el año 1972.
El festejo comienza el domingo de Pascua al mediodía con un multitudinario desfile con carrozas construidas por las distintas asociaciones de Avilés, que se ocupan de diseñarlas recreando motivos primaverales y representativos de la villa. Estas originales carrozas van acompañadas por bandas de música, grupos folclóricos asturianos que ponen el ritmo a la cabalgata, así como por gigantes y cabezudos. El lunes de Pascua tiene lugar el evento más importante: la comida popular. Los vecinos salen a la calle, compuesta por mesas interminables y sillas a su al rededor, a lo largo y ancho del casco histórico. La hermandad de todos los avilesinos se hace vigente mientras comparten sus comidas caseras o encargadas en los restaurantes. Aunque los más jóvenes prefieren los parques de la ciudad para recostarse en el césped y disfrutar del día.
Las carrozas vuelven a las calles por la tarde, según termina la comida y empieza la sobremesa. Y las actuaciones musicales toman el protagonismo hasta la noche. Habaneras, música celta y verbenas cuyo colofón final es el espectáculo de fuegos artificiales que alumbra el cielo y la ría pasadas las 12. La fiesta ha adquirido tal popularidad que de media, son unas 12.000 personas las que participan en la comida popular, llegando a batir el récord de participación en el año 2010, con 23.000 vecinos.
La fiesta con el nombre más dulce
La festividad recibe su nombre por el obsequio que otorgan los padrinos y madrinas a sus ahijados y ahijadas: un delicioso bizcocho mantecado y escarchado. Este dulce tradicional está elaborado con mantequilla, harina, huevo y azúcar, que toma la forma de un trébol de cuatro hojas.
Los Güevos Pintos
Una de las más pintorescas de la semana son los Huevos Pintos, también llamados Güevos Pintos en Asturiano. Declarada de Interés Turístico Nacional desde 1968, esta fiesta se celebra siempre el martes siguiente al Domingo de Pascua en Pola de Siero, coincidiendo este año con el día 23 de abril. De esta forma la localidad se engalana y muestra la tradición de un ritual que ha pasado de familia en familia durante generaciones. Todos los vecinos van vestidos con el traje tradicional asturiano y se reúnen en torno a unos puestos muy especiales, pues en ellos se pueden contemplar los protagonistas indiscutibles del momento: los Huevos Pintos.
Estos elementos decorativos cargados de colores se bendicen en la plaza del Ayuntamiento, siendo el instante más emotivo de la fiesta. Además, la celebración está cargada de espichas, sidra, bailes tradicionales y mucho humor, es costumbre gastar bromas en ese día, que culmina con una verbena nocturna. Una festividad original única en España, ya que no existe otra igual en toda la península, por lo que cabe preguntarse, ¿cuál es su procedencia?
Una tradición con diferentes orígenes
Decorados con colores y tamaños diversos, estas huevos que bien podrían parecer joyas suelen estar pintados con motivos tradicionales asturianos, así como frases y símbolos de la cultura popular. Es tal la fama de este elemento típico, que incluso los establecimientos y empresas de Siero, hacen sus propios huevos y los regalan a los allí presentes, pero su historia va mucho más allá que una moda.
Su origen es desconocido, ciertas teorías apuntan a la posibilidad de ser herencia de Centroeuropa, ya que también suponen una tradición en países como Francia, Rusia, Inglaterra, Alemania y Grecia. Esta mezcla cultural pudo darse en el siglo XIX, con la llegada de emigrantes europeos que llegaban a trabajar en las minas de hulla, dado que fue en Siero y Langreo donde se encontraron los primeros yacimientos. Aunque también se dice que pudieron nacer con carácter religioso. Antiguamente eran pintados con hollín procedente de las cocinas, pero en la actualidad la tradición ha ido perfeccionando la técnica, dando lugar a verdaderas obras de arte pintadas con anilinas, acuarela y óleo.