La Voz de Asturias

¿Por qué se disparan las alertas por contaminación? La clave, las altas presiones

Asturias

Xavier Fonseca Redacción

Asturias, además de Madrid, Barcelona o Valladolid, activa sus protocolos antipolución en áreas urbanas; el movimiento descendente del aire bloquea el humo que emiten los vehículos

22 Mar 2019. Actualizado a las 12:59 h.

Los protocolos anticontaminación se han activado en las áreas urbanas de Asturias, Madrid, Barcelona, Valladolid y Murcia. ¿Por qué sucede estos días? La gran clave, el tiempo. Para entender la física detrás de una borrasca y un anticiclón, hay que saber qué está haciendo el aire en cada situación. Con las bajas presiones, como su propio nombre indica, el peso de la atmósfera sobre la superficie es menor y el aire sube. En su ascenso comienza a enfriarse y a una determinada altura la humedad que contiene se condensa y forma nubes. Con las altas presiones ocurre al contrario, la atmósfera pesa más y el aire se mueve de arriba hacia abajo, generando un movimiento que se llama subsidencia. Este desplazamiento impide que el aire pueda ascender y por ello un anticiclón produce estabilidad.

Sin embargo, no todas las situaciones anticiclónicas dejan cielos despejados. La influencia de las altas presiones en las grandes ciudades del planeta se ha convertido en un contratiempo porque provocan episodios de contaminación. El movimiento descendente del aire bloquea el humo que emiten los vehículos. Cuando una situación estable se prolonga acaba creándose una nube tóxica que cubre la ciudad. Esto es algo que está ocurriendo con el episodio actual de tiempo anticiclónico sobre la Península y que ha obligado a regiones como el Principado a tener que activar protocolos de contaminación que adoptan medidas como limitar la velocidad en determinados tramos o prohibir el estacionamiento en el centro.

Lo cierto es que la contaminación atmosférica se ha convertido en un grave problema de salud pública. El último informe de la Agencia Europea de Medio Ambiente señala que en España fallecen cada año, como consecuencia de la mala calidad del aire, cerca de 30.000 personas, una cifra que se eleva hasta el medio millón en Europa. Además, la comunidad científica está descubriendo nuevos daños en otras zonas del organismo como el cerebro. «Hasta hace poco se pensaba que las partículas del aire no afectaban al cerebro porque tenemos una barrera hematoencefálica que separa los vasos sanguíneos del tejido nervioso. Pero ahora sabemos que hay partículas muy pequeñas que sí atraviesan esa barrera. Lo que desconocemos es cómo afectan exactamente pero hay estudios con animales que apuntan a una muerte neural y también a la decemencia», explica Casto Rivadulla, investigador del grupo Neurocom de la Universidad de A Coruña. Otra pregunta que no tiene respuesta todavía es cuánto daño hace cada respiración de aire contaminado. Algunas investigaciones lo comparan con el tabaco. Ahora se sabe que es malo desde el primer pitillo. Un solo día de contaminación podría ser perjudicial.


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