Falsas cooperativas y «empresas buzón» cercan al transporte asturiano
Asturias
El sector, que perdió alrededor de 2.000 empleos desde el inicio de la crisis, ve con temor la proliferación de compañías alegales y un drástico proceso de descarbonización. Las expectativas para 2019 no son buenas
13 Feb 2019. Actualizado a las 05:00 h.
Primero fue la crisis económica y ahora la descarbonización abrupta sin medidas pactadas a medio plazo. En medio de todos estos años, han proliferado las falsas cooperativas y las empresas buzón, aquellas que se crean en países como Rumanía, donde solo tienen una dirección fiscal, lo suficiente para pagar menos impuestos y tener menos gastos de personal. El sector del transporte no acaba de remontar y observa el año 2019 con preocupación. El combustible sigue subiendo y el Gobierno desvía los flujos de tráfico hacia las autopistas de peaje. Ovidio de la Roza, presidente tanto de la patronal asturiana (Asetra) como de la nacional (CETM), es partidario de adoptar ya medidas de presión. Si las conversaciones emprendidas hace unas semanas con el Ministerio de Fomento no dan resultado, De la Roza quiere ir a la huelga. Sin embargo, reconoce que es algo delicado, ya que el paro tendría que ser una gran exhibición de fuerza y no muchos camioneros y empresarios están en condiciones de soportar más pérdidas.
El sector en cifras
«Somos un sector estratégico, que mueve el 85% de la carga en este país, pero esa categoría no se nos otorga de manera real», lamenta De la Roza. Los números parecen darle la razón. En el año 2006, el transporte llegó a tener 3.900 empresas en Asturias. Ahora apenas supera las 2.900. Es decir, un millar se han quedado por el camino. La tendencia todavía no se ha revertido. El saldo en 2018, fue de 80 compañías menos. Si se mide el número de vehículos la flota se redujo casi un 30% solo desde 2008, casi uno de cada tres. En este caso la tendencia sí se ha revertido. Se comienza a invertir y se han recuperado 350 vehículos desde 2014. Otro dato más para abundar en esta idea de asfixia económica: la flota media en el Principado pasó de 3,03 vehículos pesados por compañía a apenas 2,54.
No manejan cifras exactas de pérdida de empleo pero la patronal estima que unos 2.000 compañeros se han quedado en el camino, tanto conductores como el resto de profesionales necesarios para el funcionamiento del sector logístico. De la Roza afirma que en Asturias los autónomos resistieron mejor, se sumieron en una economía de guerra y muchos han conseguido salir a flote. Las empresas medianas fueron las peor paradas, aquellas con unos gastos fijos altos pero sin músculo financiero para resistir la recesión. Ese es, además, el perfil mayoritario en la región. El presidente de la patronal explica que no hay firmas con 1.000 camiones y apenas unas cuantas sobre 200. Muchas rozan el centenar. Esas siguen pasándolo mal. «Cayeron muchas de las fuertes. Algunas con más de 70 años de actividad», lamenta.
Nuevas amenazas
Una consecuencia directa de los recortes y la crisis, al margen de lo puramente económico, es el deterioro de las condiciones. Los clientes o cargadores tienen una situación de dominio sobre los transportistas que necesitan desesperadamente trabajar. Los empresarios explican que tienen una situación de dominio tanto en las tarifas como en los tiempos de carga e, incluso, en el trato con los conductores. A ese mal se une el incremento de las falsas cooperativas y las empresas buzón la puntilla que nace desde dentro. Explica que con estas figuras se ampara a falsos autónomos y se contrata a profesionales por cuenta ajena en pésimas condiciones. Esas empresas buzón con domicilios se radican en el extranjero solo para los trámites burocráticos pero obtienen los beneficios de tener sus sedes en países con una regulación mucho más laxa que la española. «Se ha multiplicado la competencia desleal y se está permitiendo», denuncia el presidente de Asetra.
Además de soportar el téorico fuego amigo, los condicionantes externos no son mejores. Las políticas gubernamentales que pretenden desviar los tráficos a las autopistas, muchas de peaje, o el incremento constante del precio de los hidrocarburos solo agudizan la debilidad del sector. «El gasóleo es el primero de los costes que supera cualquier empresa del sector, por encima incluso de los trabajadores. Representa el 35% del total», explica. El reglamento de transporte terrestre lleva pendiente desde el 2012 y la Unión Europea (UE) no acaba de definirse por un modelo único, liberal o de control y no autoriza el paquete de movilidad del transporte. Así que en el plano de la regulación legislativa tampoco les va mejor.
Asturias presenta, encima, una singularidad poco esperanzadora. Su perfil industrial y carbonífero puede suponer la puntilla si no se gestiona de manera adecuada la transición. De la Roza que se han perdido tres millones de toneladas de carbón para las térmicas y que ese es un subsector del que viven específicamente 300 camiones, es decir, 300 familias. Así que reclama una planificación adecuada a medio plazo. Alcoa también es una de las grandes generadoras de actividad para el transporte asturiano, tanto con materias primas como con los transformados. Así que otra gran amenaza se cierne sobre su actividad. De momento, tira Arcelor y alguna otra gran industria. «Tienen que saber que sin un planteamiento industrial global pocas empresas sobrevivirán», explica De la Roza. Todo esto sin contar el Brexit o la eterna demora en la recuperación del ferry con Francia.
«El 2019 no apunta nada bien». Con esta contundencia se expresa el presidente de la patronal. Para que haya recuperación, explica, la rentabilidad tiene que recuperarse «y ponerse al mismo nivel que la importancia del sector». Para eso tiene que implicarse el Gobierno, al igual que los transportistas se implican cuando se les necesita. De la Roza pone el ejemplo de la crisis de Feve. Las riadas se han llevado por delante kilómetros de vía, así que se están llevando por carretera al País Vasco las bobinas de Arcelor. «Es más trabajo y poca rentabilidad porque muchos tienen que volver de vacío sin carga. Pero somos consciente de que es un servicio importante y vamos a seguir cumpliendo», defiende, pese a la «incertidumbre» en la que están sumidos.