Cimavilla, testigo de la historia de Gijón
Asturias
El barrio pesquero, que tiene sobre sus cimientos la esencia de diferentes eras, sigue tan vivo como el primer día
18 May 2018. Actualizado a las 18:00 h.
Desde la época romana, los conflictos medievales, la creación del puerto, el nacimiento y la obra de Jovellanos o los inicios de la industrialización han pasado por Cimavilla. El barrio pesquero gijonés es testigo y protagonista de los acontecimientos históricos más significativos de la ciudad. Quizás ya hayas pasado por allí, quizás sea la primera vez, pero recorerlo será como revivir historias pasadas.
Gijón es todo anécdotas. Pocos saben que, antes de la llegada de los romanos, la tribu de los cilúrnigos, dedicados al trabajo del metal, se aposentaron con vistas al mar en la misma villa de Gijón y desde entonces vincularon para siempre la ciudad a la metalurgia, al carbón, a la industria, a la ciencia, a la energía y al arte.
Pero Cimavilla es la cuna. El barrio bohemio y antiguo punto de trabajo y encuentro de pescadores conserva edificaciones, trazado y el ambiente propio de su pasado marinero. Se trata de una zona muy especial, flanqueada por un lado por el Cerro de Santa Catalina -con su Elogio del Horizonte, símbolo turístico de la ciudad-, y las ruinas romanas y la muralla medieval por otro.
Recorre el barrio
Caminar por sus calles será toda una experiencia, y las opciones son diversas. Se puede empezar en uno de los lugares más entrañables de la ciudad: la Iglesia Mayor de San Pedro, de origen gótico y reconstruida en los años cuarenta. Está situada al fondo del espacio ajardinado conocido como Campu Valdés, elemento aglutinador entre las gentes del lugar, pues fue durante muchos años la única iglesia con la que contó la villa. Y, debajo del Campu Valdés, se encuentran las Termas Romanas, un museo municipal donde se recuerda de manera interactiva cómo era el conjunto termal y ese pasado romano de la ciudad costera.
Al salir del museo se ve la trama de la muralla romana, que en su tiempo alcanzó la longitud de 850 metros. Muy cerca está el Palacio de los Valdés, que da nombre a la zona. Data de 1570 y se ha convertido en uno de los ejemplos arquitectónicos de palacio asturiano, con dos torres, un cuerpo central y una capilla (Virgen de Guadalupe) en su extremo izquierdo. Sus dependencias fueron en su tiempo residencia familiar, primer asentamiento de la Fábrica de Tabacos a comienzos del siglo XIX y Aduana. A día de hoy es un centro educativo.
Por la zona se encuentra el Museo Casa Natal de Jovellanos. En su interior, además de recuerdos del ilustrado asturiano, se conservan muestras de la pintura del Principado de los siglos XIX y XX, así como esculturas contemporáneas. También se organizan múltiples exposiciones a lo largo del año. Al salir del museo, enfrente del mismo, lo que es hoy un establecimiento hotelero fue la primera sede del Instituto de Náutica y Mineralogía que fundara Jovellanos. Asimismo, adosada al mencionado museo está la Capilla de los Remedios, cuyo interior alberga el sepulcro de Melchor Gaspar de Jovellanos.
Conforme avanza el paseo llamará la atención la Torre del Reloj (reconstruida en 1995) que, edificada sobre la base de una antigua torre romana, fue cárcel del partido judicial de Gijón hasta principios del siglo XX, además de campanario y, durante un tiempo, Casa Consistorial.
Dejando la Torre del Reloj atrás, se sube por la calle Vizconde de Campogrande hasta la plaza de Arturo Arias, la de mayores dimensiones de todo el barrio. Sin embargo, los vecinos la conocen como la plaza la Tabacalera o el Campu les Monxes, ya que el edificio de grandes proporciones que destaca en la plaza fue, hasta su desamortización en el siglo XIX, convento de las Madres Agustinas Recoletas, más tarde Fábrica de Tabacos.
Y las plazas continúas con La Corrada, que en tiempos pasados fue antigua plaza de espectáculos. Cabe mencionar a la Capilla de La Soledad, levantada en el siglo XVII y reconstruida en 1938, ya que fue sede del Gremio de Mareantes, quienes financiaban y organizaban la captura de ballenas en el puerto gijonés. De este pasado ballenero son testigo calles como el tránsito de las Ballenas.
Al fondo del mecionado lugar está la escultura Nordeste, realizada en acero cortén por Joaquín Vaquero Turcios. Ese viento tan característico de la ciudad costera es la que hace que la obra cambie de aspecto por el efecto de la erosión a lo largo de los años. Desde este punto hay tiempo para el disfrute y la calma, ya que es posible contemplar una vista panorámica de la zona oeste de la ciudad.
Ya que el barrio se ubica en el cerro amurallado de Santa Catalina, no se puede evitar subir. El espacio se recuperó para el disfrute de gijoneses y visitantes, pero era propiedad del Ministerio de Defensa y se utilizaba como campo de maniobras militares.
El recorrido termina bajando al muelle para divisar el actual Puerto Deportivo. La actividad pesquera y la subasta del pescado se trasladaron desde la reconversión a las instalaciones al puerto de El Musel. También destaca la plaza del Marqués, con el Palacio de Revillagigedo como punto principal, que es en la actualidad un Centro Internacional de Arte Contemporáneo.
Desde aquí el resto de Gijón parece dispuesto para la curiosidad del viajero que quiera absorber toda la esencia de una ciudad con pasado, presente y mucho futuro.
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