La Voz de Asturias

La catedral más especial, emblema de Oviedo

Asturias

Natasha Martín Redacción
Catedral de El Salvador

San Salvador, con su única torre, aglutina lo románico, lo gótico y lo barroco en una construcción singular

19 Mar 2019. Actualizado a las 17:08 h.

La Catedral de Oviedo tiene una peculiaridad que destaca sobre las demás edificaciones de arte sacro presentes en España: solo tiene una torre. La construcción de San Salvador fue un proceso largo que aglutinó casi tres siglos de esfuerzos, derribos y retoques. El diseño inicial del pórtico se remataba con dos torres, aunque finalmente se decidió por la construcción de solo una. De de estilo gótico y renacentista, se inicia su alzamiento en 1508 bajo la dirección de Rodrigo Gil de Hontañón sobre planos de Juan de Badajoz y se finaliza en 1587. Pero antes de su edificación se sucedieron años de estilos solapados que dieron como resultado final ese toque tan singular de sobrecogedora belleza.

San Salvador es toda historia. Mandada a construir por el rey Alfonso II el Casto, fue edificada sobre las ruinas de una iglesia anterior, levantada por su padre Fruela I en el 765, que fue destruida poco después por los árabes. Este mismo monarca propició la construcción de la Iglesia de Santa María y el palacio regio, situados al Norte y Sur, respectivamente, de la primitiva basílica de San Salvador.

Su primera etapa artística, la románica, se enriqueció en la segunda mitad del siglo IX, durante el reinado de Alfonso III el Magno, con la donación de la aclamada Cruz de la Victoria. En los siglos que siguieron, los monarcas siguieron enriqueciendo la basílica con sucesivas donaciones, haciéndola merecedora del calificativo de Santa Ovetensis durante la Edad Media. A esta época pertenecen el apostolado de la Cámara Santa y la Torre Vieja, ambas de estilo románico.

Catedral de El SalvadorNoé Baranda/Turismo de Asturias

Para poder ver la Torre Vieja hay que salir al exterior. Construida a principios del siglo XII, fue campanario de la catedral hasta la construcción de la torre gótica. Su estilo es emblema de lo románico: sobria, compacta, construida en sillarejo en la parte baja y sillares regulares en la parte superior, donde se abren ventanas con arcos de medio punto, flanqueadas por columnas rematadas con espléndidos capiteles.

En el interior, también propio de este estilo, acapara las miradas la talla de el Salvador, que se vaticina que fue realizada para presidir el altar mayor de la catedral, antes de que se construyese el retablo. Esta figura policromada, de rasgos bastante arcaicos y postura hierática, representa al Salvador de pie, sujetando la esfera en la mano izquierda, mientras que con la derecha imparte bendiciones. Esta obra es muy venerada por los peregrinos, incluso se postran ante ella a su paso por Oviedo. Parte de su fama se debe a que le atribuyeron numerosos milagros.

Durante el siglo XIV comienza la construcción de la Catedral Gótica, y con ella se echa abajo la anterior basílica románica y prerrománica. Siendo Obispo Gutierre de Toledo (1377-1389), la obra recibe un impulso definitivo. La construcción se finaliza a mediados del siglo XVI, con el remate de la torre, ya en un gótico tardío. Es decir, casi tres siglos dura la construcción del templo. Y todavía fue necesario trabajar durante otros cien años en la construcción de las capillas y panteones que hoy se ven adosados a las naves laterales. Por lo tanto, la construcción de la actual catedral dura unos cuatrocientos años, con especial intensidad durante el siglo XV, época en que domina el estilo conocido como gótico florido o flamígero.

El edificio se distribuye en tres naves, la central mayor y las laterales con capillas entre los contrafuertes, precedidas por un pórtico. El destacado crucero imprime forma de cruz latina a la planta, coronada por una cabecera poligonal en la que se inserta la girola. La articulación vertical del muro, mediante arcos apuntados para separar las naves, un triforio ciego y un claristorio con vidrieras decorativas. Todo el templo (naves y capillas) está cubierto con bóvedas de crucería, entre las que destacan las ochavadas de la nave mayor.

Las sucesivas ampliaciones de la catedral acabaron por absorber ambas construcciones, integrando en la nueva arquitectura la antigua capilla palatina, La Cámara Santa.

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