Una inspección nuclear, a vista de dron
Asturias
Una empresa asturiana realiza con éxito la primera inspección con dron en España en una central nuclear
27 Nov 2017. Actualizado a las 20:46 h.
Desde hace unos años, a los drones se les ha otorgado una aplicación casi generalizada de creación audiovisual y artística. Pero lo cierto es que sus usos van mucho más allá. Estos pequeños aparatos son, además, capaces de facilitar el mantenimiento de grandes infraestructuras. Así lo demuestra la empresa asturiana Azisa Drone Company que, desde hace poco más de un año, se ha convertido en una de las empresas pioneras en la realización de todo tipo de trabajos de inspección con drones, tanto nacional como internacionalmente.
«Lo que pretendemos es darle uso a la tecnología de los drones, pero enfocada mucho más allá de la fotografía aérea. Introducirla dentro de la industria» explica Raúl Álvarez, Socio Director de la empresa. Azisa aplica el cerebro del dron a otros equipos marinos, terrestres y submarinos no tripulados para usos industriales en tareas de inspección.
Su último éxito: la primera inspección con dron en España de una central nuclear. «Lo que llevamos a cabo en concreto fue la inspección de un condensador dentro del edificio de turbinas. El espacio es muy amplio, de unos 15 por 15 metros y unos 18 de altura, repleto de tubos que son intercambiadores de vapor», explica Álvarez. El proceso llevado a cabo hasta ahora implicaba a varios grupos de trabajo de unas 10 personas, así como el montaje de andamios. Diez o doce días era el tiempo habitual que se tardaba en realizar una inspección con un equipo humano. «El espacio se encuentra a altas temperaturas, y sólo el hecho de esperar a que la atmósfera se limpie y baje su temperatura supone mucho tiempo», explica Álvez, y añade que «lo que se va a conseguir a partir de ahora es que, en el momento en que se abra ese espacio sin tener que entrar, se maneje el dron con un equipo de dos personas y lo llevamos a cualquier rincón del condensador». Únicamente con la ayuda de su socio, Armando Gallardo, y en tan solo tres días, el equipo logró terminar la inspección.
Manejo y fisonomía del dron
Tal y como explica Álvarez, estas revisiones se llevan a cabo por parejas. Gallardo, su socio, es el encargado de pilotar el dron, guiado por una emisora a través de la cual visualiza en pantalla el recorrido del aparato. Álvarez es el encargado de buscar los defectos o daños a través de un segundo receptor. «Es un trabajo que requiere mucha concentración y un gran aprendizaje y entrenamiento», explica.
La estructura del dron también ha resultado determinante para el éxito de este nuevo hito en inspección de infraestructuras. La carcasa de fibra de carbono que le rodea está preparada para recibir cualquier golpe. «Aunque choque, el dron nunca se desestabiliza, siempre permanecerá horizontal», cuenta, «es como una bola loca». Además, su pequeño tamaño y su peso -700 gramos- hacen que el dron sea mínimamente invasivo. Las colisiones contra las estructuras no dejan daños. Álvarez y Gallardo fueron de los primeros en apostar por este modelo construido en Suiza. «Lo adquirimos a finales de 2016. Existen menos de 100 unidades en todo el mundo», añade Álvarez.
Informes 4.0
Tras la inspección, el visionado y el análisis de las imágenes, se realiza el informe que posteriormente entregan a las empresas. «Todos los resultados los entregamos a través de un portal web. En él diseñamos un modelo 3D de las instalaciones y de manera muy visual le vamos señalando con puntos dónde tiene los posibles defectos o daños que le hemos encontrado», explica Álvarez. «Al seleccionar ese punto el modelo 3D se gira y se abre. Ahí el cliente encontrará las fotografías originales y el reporte técnico de la inspección. Vivimos en la era 4.0 solo necesitas una tablet y un ordenador. Es un modelo muy visual y ágil para acceder a esa información».
Catamaranes y submarinos para inspecciones en el mar
Los drones no solo tienen la capacidad de volar, sino que en esta empresa también son capaces de navegar y sumergirse bajo el agua. En agosto de este año nació el primer dron marino español, un catamarán diseñado para una empresa del sector petróleo con el que se inspeccionó un pantalán en Tarragona.
Actualmente, se encuentran trabajando en dos proyectos. El primero es un submarino de dimensiones reducidas 30x30 cm equipado con cámaras de alta visibilidad en lugares oscuros bajo agua. «El cerebro es de un dron, pero está modificado para que se mueva por el agua», explica Álvarez. «La intención es darle uso a esta tecnología en industria. Y tiene mucho sentido, desde que hemos salido al mercado la apuesta es buena. En actividades donde cabe la posibilidad de que los trabajadores puedan correr algún tipo de riesgo, las empresas prefieren este tipo de técnicas», añade.
El segundo proyecto en el que Álvarez y su socio Gallardo están trabajado es en la creación de un vehículo terrestre equipado con una serie de cámaras para realizar una inspección de una galería bajo el mar de más de 200 metros de largo a más de 40 de profundidad. El plan está previsto para el primer trimestre del próximo año.